El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

03 julio 2008

El Zakat

Las detenciones de estos días en Huelva y en el País Vasco establecen como sospecha fundamental que los islamistas realizaban donaciones “a conocidos miembros de organizaciones terroristas islamistas”. Y precisa incluso la cuantía y hasta el método para obtener ese dinero que, luego, enviaban a los terroristas. Vendían ropa de marcas falsificadas y mandaban cantidades que llegaban hasta los 2.400 euros. Ahí se queda la cosa, porque añade la información oficial que “la investigación, así como el material encontrado en los registros, descarta la posibilidad de que los detenidos estuvieran preparando algún tipo de acción terrorista”.

No se trata, desde luego, de frivolizar con ninguna investigación policial ni, mucho menos, de poner en cuestión que bajo la apariencia de cualquier humilde comerciante de ropa callejero se pueda esconder un activista de las organizaciones islámicas, entre otras cosas porque los grandes atentados de los últimos años nos hacen ver que el fundamentalismo arraiga, de forma inexplicable, tanto en musulmanes ignorantes como en los más capacitados y mejor formados en las propias universidades europeas o americanas. Esta investigación, además, no es fruto de un día, sino que se remonta a varios años. Lo único que ocurre es que parece que no hay operación antiterrorista dirigida contra el terrorismo islámico que no esté rodeada de grandes dudas y lagunas. Desde el 11 de septiembre hasta ahora.

Con el caudal incesante de miles de millones de euros del petróleo que llenan cada día las arcas de muchos gobiernos islamistas próximos al fundamentalismo, no parece razonable pensar que el terrorismo islamista se financia con las aportaciones mileuristas de un puñado de inmigrantes infiltrados. ¿Cómo es posible, además, que se conozcan las cuentas bancarias de algunos terroristas, a los que se ingresaba el dinero, y no sea posible bloquearlas con el apoyo de organismos internacionales?

La investigación del terrorismo islámico sigue lastrada, desde los atentados de las torres gemelas, de una ceguera inquietante. Las grandes fuentes de financiación de los terroristas y los países/refugio de esos asesinos siguen intactos, después de tantos años. Y tenemos la sensación de que la mayoría de las operaciones contra el terrorismo islamista, cientos de detenidos ya, sólo consiguen rasgar la superficie.

No sé si los detenidos eran colaboradores del terrorismo islamista o, como me sopla un colega, meros incautos que siguen al dictado el Corán, que establece la obligatoriedad de hacer donaciones. “Yo soy el mensajero de Alá. Si te obedecen en eso, entonces diles que Alá ha hecho las cinco oraciones obligatorias cada día y cada noche. Si te obedecen en eso, entonces diles que Alá ha hecho obligatorio el Zakat que es tomado de su riqueza y repartido a los pobres de entre ellos.” ¿Y si era sólo eso, el Zakat, una ironía religiosa, una burla en un mundo de sátrapas multimillonarios?

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