El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

23 mayo 2008

Maestros


Con la aplicación de los principios fundamentales del pensamiento logsiano (o el no pensamiento, como prefieran), a los profesores los han ido atenazando con una doble desconsideración: en las clases han perdido la autoridad y en el Gobierno les han perdido el respeto. Lo cual, que se explica con facilidad que en los estudios de salud este personal aparezca siempre como un colectivo al borde de un ataque de nervios. Ahí está el último informe de la Escuela andaluza de Salud Pública en el que se concluía que «la docencia puede ser catalogada como una actividad de riesgo para la salud psicosocial». Y que ésa es la causa por la que los profesores toman un diez por ciento más de tranquilizantes que cualquier otro colectivo profesional.

Ya se ha valorado aquí en una ocasión la circunstancia excepcional de la protesta que están protagonizando los profesores que se están movilizando, como ayer, por un concepto tan opuesto a las reivindicaciones profesionales como la dignidad de todos ellos, dignidad personal y colectiva. Se hacen huelgas por subidas salariales, para impedir unos despidos, por exigir una paga extra más o para que se amplíe el tiempo del bocadillo, qué se yo, pero por lo que nadie hace una huelga es por dignidad. Es más, los profesores se manifiestan porque rechazan el óbolo que les quiere dar el Gobierno por aprobar a más alumnos y exigen que ese dinero se destine a solucionar los verdaderos problemas de la educación andaluza. Dinero no para el bolsillo de los profesores sino para reducir la ratio de alumnos en las aulas, para contratar a más profesionales...

Es normal, por ello, que al ser una protesta tan inusual, como no piden dinero sino dignidad, que los sindicatos mayoritarios no lo entiendan. ¿Cómo van a participar esos sindicatos de una protesta que rompe sus esquemas, concertación y paz social a cambio de subvención? ¿Siete mil euros por aprobar más? Pues a la faltriquera. Faltaría más.

Ocurre, sin embargo, que, aunque a esos sindicatos mayoritarios no se les pueda pedir que hagan una huelga por dignidad, sí cabe exigirles, por lo menos, que no sigan adelante con un Plan de Calidad que rechaza casi el setenta de los profesores. Por lo menos que no sirvan de excusa a la Junta de Andalucía, que camufla con esos apoyos sindicales el rechazo de los maestros. Por lo menos que no se coloquen de felpudo en los despachos de la Junta en los que ya no se le tiene respeto a los profesores. Porque quieren callarlos con dinero. Porque ni siquiera los reciben. Porque les han perdido el respeto.

Ni autoridad ni respeto. Para volverse majareta, claro. En el siglo XIX, y hasta la reforma de Romanones, los maestros cobraban de los ayuntamientos y eran tan bajos los sueldos, tan de miseria, que se acuñó aquel refrán de que «pasas más hambre que un maestro de escuela». Ahora, ya ven, el dicho puede actualizarse con esta deriva nueva. Más tirado que un maestro, más nervioso que un maestro, más zarandeado que un maestro... Pero, igual que cuando pasaban hambre, la dignidad que se no la toquen a los maestros.

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2 Comments:

At 23 mayo, 2008 20:42, Blogger Lopera in the nest said...

Cuentan Levitt y Dubner en un muy recomendable libro, Freakonomics, que una sentencia del tribunal Supremos de los USA puede ser la razón del descenso de criminalidad veinte años más tarde. Alguno de los investigadores en politología debería estudiar la influencia de la LOGSE en la convivencia y el desarrollo en España. Quizás el admirado Prof. Sosa debería estudiar la fragmentación del España a la luz de la capacidad de análisis crítico tan debilitada en la sociedad española desde hace ya demasiado tiempo.

P.S. Magnífico artículo.

 
At 24 mayo, 2008 01:55, Blogger Pasión said...

Consejería de Educación retrógada. Pone en duda la coeducación, es decir, cuestiona las ventajas e incovenientes de los colegios y clases compartidas por niños y niñas. A menudo, nos consideran retrógados o contrario a la democracia.

El pensamiento políticamente correcto anatematiza aquello que no encaja en sus dogmas.

Y éste de la educación conjunta es uno de sus favoritos, a pesar de que padres/madres y Maestros comprueban a diario las notorias diferencias que, en determinados tramos de edad, sobre todo en la adolescencia, existen entre un niño y una niña, lo que obviamente repercute en la convivencia de los alumnos y el rendimiento académico,

 

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