Alejandro
La primera vez que Alejandro Rojas Marcos se echó el partido a la espalda para evitar la desintegración sólo habían pasado unos pocos meses de su fundación y tan sólo unas horas de las primeras elecciones democráticas, las generales de 1977. «El 16 de junio de 1977, veinticuatro horas después de las elecciones, la frágil estructura del PSA se tambaleaba amenazante», se cita en el libro ‘La Sevilla de Rojas Marcos’ que escribió Juan Teba. Lo que hizo entonces Rojas Marcos fue convocar a todos los andalucistas para levantarles el ánimo hundido al ver que en aquellas primeras elecciones obtuvieron poco menos de cien mil votos, diez veces menos que centristas y socialistas, ambos por encima del millón de votos en Andalucía.
Pero el desánimo no se producía sólo por el revolcón electoral sino porque, tras las elecciones, los socialistas los miraban con desdén y les recordaban las ofertas que habían rechazado para disolver el partido e integrarse en sus filas. El PSOE, en efecto, les había ofrecido «puestos de garantía» en la estructura y en las instituciones pero no hubo acuerdo porque Rojas Marcos exigía, en cambio, la integración del PSA en la estructura federal del PSOE con plena soberanía. No hubo acuerdo y, tras las elecciones, el PSOE entendió que para acabar con el andalucismo no era necesario negociar nada, que bastaba con insinuar a sus dirigentes la puerta abierta de un cargo público y machacarlo públicamente por cada error cometido. «Rojas Marcos, entonces, se marcó una doble tarea, lanzarse a los pueblos y las capitales para infundir ánimos en medio de desaliento general para infundir ánimos en medio del desaliento general y abortar a cualquier precio el primer intento de fuga hacia el PSOE. Lo primero lo consiguió y lo segundo se produjo», se cita en su libro biográfico.
Han pasado los años y, con las hojas del calendario, el Partido Andalucista se ha tambaleado y ha resistido, ha caminado entre brasas y pétalos, ha vacilado con aciertos y errores, triunfos y derrotas, y se ha consumido entre la dignidad y la podredumbre. Otra vez, como entonces, tienen cien mil votos, veinte veces menos que socialistas y populares. «Ante esta situación crítica, quisiera hacer algo, debo hacer algo». Igual que en 1977, vuelve Rojas Marcos a echarse el partido a la espalda. «No me mueve el poder, me interesa la autoridad moral porque mi aspiración no es estar sino ser. Sólo me queda el honor de haber puesto la primera piedra en la primavera de 1965». Vuelve, sí, pero estas palabras no las pronunció ayer sino hace cuatro años, cuando los andalucistas caminaban hacia este abismo, este pozo hondo del que quizá no salgan ya en mucho tiempo.
Vuelve Rojas Marcos y, cuando invoque otra vez los mismos ideales, las mismas promesas, le quedará la autoridad moral, su infatigable espíritu de lucha y el derecho a no creerse a Neruda cuando, otra vez, quiera blanquear los mismos árboles de antes para atravesar la noche sin reparar que, nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. Vuelve, sí. «Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos».
Etiquetas: Andalucía, Nacionalismo, Política
3 Comments:
Ayer leía en la sección de Sevilla de El Mundo un magnífico artículo, como casi siempre, de Javier Rubio sobre la "envidia". Trataba Javier Rubio sobre los resultados electorales en la ciudad de Londres. Más o menos decía que los londinenses votaban a gente que se ponía a resolver problemas, que después de muchos años votando a un tipo serio, riguroso y trabajador del partido laborista, han decidido votar a un tipo del partido conservador. ¿Representa Alejandro Rojas Marcos algo parecido a esto?. Recuerdo que no sólo no resolvió ni uno de los problemas que teníamos los sevillanos sino que además nos dejó el "marrón" del Estadio Olímpico. ¿Cuanto costó este Estadio?. Porque una cosa es segura NO lo pagó de su bolsillo, de la misma forma que no ha pagado de su bolsillo el Sr. Sánchez Monteseirin los seis mil euros que le ha dado EMASESA a su primo.
El Andalucismo es un fracaso. Pudo haber sido el contrapunto solidario y cooperador en la España democrática frente a otros nazionalismos, disgragadores, depredadores, excluyentes y hasta violentos, como el vasco y el catalán.
Lo único que han conseguido es escandalizar y frustar, con su comportamiento errático, pendenciero, oportunista y claudicante, a los mejores elementos y esperanzas de Andalucía. Seguimos siendo tierra abonada de los/as socialistos/as, la cola de España y de Europa, gracias a la Loza, Pesoe. Lo primero que tiene que hacer el Andalucismo, es olvidarse de Blas Infante, de Chaves y sus pelotas, que simplemente son los Nazionalismos, que ya sabemos quienes son.
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Gracias de antemano.
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