Mismidad
Si se fijan, no falla. Cada vez que le preguntan a una actriz o a un cantante de moda, a una bailarina o a un torero por el secreto de su éxito, responderá sin dudarlo que la clave está en «ser uno mismo». Se da mucho en los concursos de televisión de artistas noveles. ¿Qué les aconseja?, les preguntan al famoso que los visita. «Que sean ellos mismos», les dirá con emoción. Y las jóvenes promesas asienten con la cabeza, seguros de que acaban de revelarles el enigma secreto del triunfo y la fama.
Los filósofos tendrían analizar las variaciones del concepto de la mismidad en el nuevo siglo. Y sociólogos y psicólogos tendrían que despejarnos la duda de si en esa expresión reiterada, en esa frase hecha, se esconde la banalidad y la vulgaridad expansiva, o si, por el contrario supone un triunfo de la esencia, de la autenticidad frente a las tentaciones frívolas del éxito y la fama. La cuestión es que, dándole vueltas a esta cosa de ‘ser uno mismo’, he imaginado que, de repente, se organizara una ‘Operación Triunfo’ con todos los barones del Partido Popular para elegir al próximo líder y candidato. Seguro que los veríamos allí, sentados en el suelo, con las piernas cruzadas, atendiendo la lección de algún presidente europeo como Angela Merkel o Sarkozy. «¿Qué consejo le daría?», y responderían: «Que seáis vosotros mismos». Es más, sin necesidad de imaginar concurso alguno, el líder francés ya lo dijo en una ocasión: «Lo que hace que la derecha pierda elecciones desde hace años es que no deja de lamentarse de no ser la izquierda».
Si en Francia existe ese complejo de la derecha frente a la izquierda, qué no puede ocurrir en España después de cuarenta años de franquismo y de la ruptura de todas las conexiones históricas en la memoria colectiva entre la derecha actual y la derecha democrática de la II República. Quien mejor conoce ese flanco es, además, la izquierda española, y por eso no deja de alentar los debates sobre la naturaleza de la derecha. Así, unos por un lado, que si crispación, que si derecha extrema, y otros por otro, que si maricomplejines, que si blandengues, al final los vuelven locos. Y acaban entre el desquiciamiento y los bandazos para regocijo de los propagandistas del adversario, la ira de los supuestos compañeros de viaje y el desconcierto del electorado.
Por eso les viene al pelo el consejillo bobo de «que sean ellos mismos», que es una apelación a la sencillez, a la franqueza, a la autoestima. A la derecha española lo que siempre le ha faltado es naturalidad; presentarse ante los electores sin complejos; normales, sin herencias casposas ni sobredosis de brillantina. A partir de ahí, se verá más claro que la oposición, como su propio nombre indica, es oposición frente al Gobierno. La mejor será la que sea más efectiva. No hay más. Que estamos en un país en el que el PSOE puede morir de éxito y el PPpuede quedar asfixiado por los consejos de unos y otros. Esto sí que es una mismidad. Nosotros, o sea. España.
Etiquetas: Partido Popular, Política, Sociedad
1 Comments:
Desde luego, mucho tiene que aprender la derecha de cómo se las gastan la "izquierda progre" subvencionada, empezando por los medios de comunicación, en donde se alteran y manipulan a las personas. La política aislacionista de Zapatero. La tomadura de pelo a los jóvenes, ya lo hicieron en la campaña 2004 y en la última. Lo que está sucediendo en España, a veces tolerado, arbitrariedad manifiesta en el reparto de los presupuestos del Estado. La crisis económica que está aumentando el desempleo. Hay una multitud innumerable que después de un cuarto de siglo, cansados de que nos gobiernen los mismos, ya le hemos cogido el gusto a hablar y a intervenir y no estamos dispuestos a callarnos. La Oposición tiene que aprender que la política ya no se hace sólo en determinados despachos. Quienes no lo hayan comprendido podrán manterner su posición durante algún tiempo. Pero más temprano que tarde tendrán que enfrentarse a esta nueva realidad que les puede estallar en la cara o darles la espalda para siempre.
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