El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

22 enero 2008

Sfumato


El eterno misterio de la mirada de la Mona Lisa, de su sonrisa distante, lo encontró Leonardo da Vinci en la vaguedad de los contornos. En vez de remarcar los perfiles de los labios, de los ojos, de la nariz, Leonardo los difuminó con colores suavizados, borrosos, que se integraban difuminados en la expresión hasta deshacer la dureza de otros retratos. No es, desde luego, la única aportación ‘mágica’ de Leonardo en la Gioconda, pero sí una de las más sobresalientes. Los italianos le pusieron “sfumato”, un hallazgo glorioso.

Como la comparación es con Leonardo Da Vinci, podemos imaginar que al valioso fiscal jefe del TSJA, Jesús García Calderón, no le importará que se le diga, ahora que tiene todos los galones del Ministerio Público en Andalucía, que, antes que entrar en el interesante debate sobre la imparcialidad y la independencia, como propone, lo mejor sería eliminar del retrato actual de la Justicia los brochazos de duda que ha ido dando el poder ejecutivo. Ahí están los ejemplos flagrantes del actual fiscal del Estado y el ministro de Justicia, intercambiables en todo.

Es verdad, como asegura García Calderón, que la independencia que se atribuye a los jueces, en detrimento de lo que ocurre con la Fiscalía, un cuerpo jerárquico y ligado íntimamente en su cúpula al Gobierno, no garantiza la imparcialidad en los procesos judiciales. Pero tampoco en el caso de los fiscales, la imparcialidad está garantizada sólo por la naturaleza corporativa de la Fiscalía. En todo caso, podemos pensar que lo que los ciudadanos demandan de la Justicia es ambas cosas a la vez, jueces y fiscales independientes y, por supuesto, imparciales. Que no se trata de elegir, que no son incompatibles. Y lo peor sería que, ante el riesgo evidente de dependencia de la Justicia, el debate se centrara en si galgos o podencos.

El peligro radica en esa técnica de sfumato. Y el hecho de que, a partir de ahora, los gobiernos autonómicos puedan ejercer una mayor presión sobre las fiscalías es un elemento grave de preocupación democrática. Un ejemplo. Quizá recuerden el día aquel que, en el Parlamento catalán, el presidente Maragall acusó a CiU de haber cobrado un tres por ciento en las obras. La fiscalía abrió de inmediato una investigación de oficio. ¿Recuerdan alguna investigación de oficio por una denuncia parlamentaria de la oposición? Y en Andalucía, ¿no es extraño que la Fiscalía ni siquiera se haya inmutado ante situaciones delirantes, como el robo de pruebas fundamentales en un proceso que afectaba al presidente de la Junta de Andalucía?

Confiemos, en cualquier caso, porque García Calderón, en contra de su propia digresión, ha dado muestras sobradas de ser un fiscal independiente, además de imparcial. Pero eso no le libra de que quieran aplicarle la técnica del sfumato. A partir de ahora, además, los brochazos serán mayores. Aunque este fiscal, dirá con Séneca que “los grandes hombres encuentran su gozo en la adversidad”.

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