El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

10 enero 2008

Cambio



¿Qué es el cambio? En política, como se está viendo estos días en los Estados Unidos, todos los candidatos rivalizan sobre quién de ellos encarna mejor el cambio. En el último debate entre los candidatos demócratas, casi se llega al colapso. O al absurdo, según se vea. Para Obama, el cambio está en el mensaje: «Las palabras inspiran, la gente está hambrienta de una forma diferente de hacer política». Anotamos, pues una primera versión del cambio: Según Obama, la secuencia del cambio nace inexorablemente en el discurso, que logra movilizar a una gran cantidad de personas y, gracias a ese apoyo nuevo y multitudinario, se pueden acometer los cambios que se precisan.

Parece evidente, siguiendo ese esquema, que cualquier promesa de cambio debe presentar, no sólo un discurso distinto y propuestas nuevas, sino que también debe estar encarnado por un líder nuevo, «no contaminado» por la batalla política precedente. Eso es justo lo que sitúa en desventaja a la otra candidata demócrata, Hillary Clinton, que no presenta ninguna novedad. Por eso, Hillary Clinton desconfía de la mera retórica. «Las palabras –dice– no son acciones. Hacer cambios no es decir lo que crees ni hacer un discurso, sino trabajar duro». Segunda interpretación del cambio, por tanto: Las palabras no conducen al cambio si detrás no existe un dirigente experimentado que garantice la aplicación de las medidas que se proponen.

A la pugna sobre quién representa mejor el cambio, podríamos seguir sumando candidatos, incluso del bando republicano, hasta llegar a la inflación absoluta del término. No es raro; la desideologización de los mensajes políticos y la mercadotecnia en las campañas electorales divide ahora el territorio político de otra forma. Sobre la división clásica de izquierda y derecha, se superpone este nuevo reparto en torno al cambio. Además, se pueden sumar valores contrapuestos, la izquierda apelando a la continuidad, a conservar, y la derecha abogando por revoluciones.

Ése es, justamente, el panorama electoral que vamos a vivir en España y en Andalucía en las próximas elecciones. Desde hace meses, de hecho, se pueden ver carteles de Javier Arenas por toda Andalucía proponiendo la hora del cambio político. Como le ocurre a Hillary, el problema de Arenas es que propone un cambio sin que él mismo suponga ninguna novedad. En su favor, el atroz agotamiento del sistema político andaluz. Mario Vargas Llosa, partidario desde antiguo de Obama, escribe en la web del candidato demócrata: «Kennedy inyectó a la sociedad estadounidense un formidable dinamismo y un contagioso idealismo a toda la generación joven. Y eso es lo que necesita a gritos EEUU después de este período de mediocridad, confrontación y desgarramiento».

¿Qué es el cambio? Quizá, por lo manido del término, no sepamos bien quién lo garantiza. Ante esa confusión, sigamos la receta de Vargas Llosa: La necesidad de cambio suele ser un grito, o un clamor, de la sociedad que no se oye en las esferas políticas hasta que alguien logra canalizarlo. Esa es la tarea. Lo demás se queda en palabras.

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2 Comments:

At 10 enero, 2008 12:26, Blogger Lopera in the nest said...

Javier, pero Hillary cambió!
Mira esto.

 
At 10 enero, 2008 13:28, Anonymous Anónimo said...

Interesante esto de analizar las razones del cambio. A veces hay razones objetivas para ello, tal como ocurre en periodos de depresion economica; pero tambien el cambio puede ser subjetivo, es decir que la sociedad tiene apetencia por cambiar, es lo que los marxistas llamaron "el factor subjetivo de la historia". Pero en ambos supuestos, es necesario la existencia de un lider que sea capaz de conectar con la sociedad y crear ilusion y esperanza en un futuro.

 

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