El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

15 enero 2008

Patria




El presidente Zapatero ha pedido patriotismo para superar la crisis económica. Que se recuerde, ésta ha sido la primera vez que, ante un problema español, el presidente ha invocado el patriotismo. Lo cual, que para el presidente la patria es más bien una excusa, una coartada. Oportunismo. Hay mucho de subconsciente en la elección de la economía como argumento para invocar el patriotismo, porque revela que el presidente entiende la patria como moneda de cambio. Ahora sí, ante el problema de los precios, pero no antes, en debates más propios de la patria.

La economía es la única patria de Zapatero. Eso nos desvela con esta apelación al patriotismo cuando suben las patatas, se desboca el medio pollo estadístico y se hace incomprensible el precio del pan. Porque ha habido debates en los que, precisamente, la falta de Zapatero, como presidente de España, ha sido no poner por encima de todas las cosas el patriotismo; que patria es unidad y solidaridad, es historia común y proyectos de futuro. La patria como orgullo, como patrimonio, como identidad. No como agresión ni exclusión. No como ceguera ni como ideología. Patria, que no patrioterismo.

Patria a la manera que la entendían los socialistas de la Segunda República, como Indalecio Prieto, Besteiro, Martínez Barrio o Fernando de los Ríos. «Me siento cada vez más profundamente español. Siento a España dentro de mi corazón, y la llevo hasta el tuétano mismo de mis huesos. Todas mis luchas, todos mis entusiasmos, todas mis energías las he consagrado a España», dijo Indalecio Prieto cuando fue ministro de Obras Públicas y presentó un plan de obras en todo el país «para la conquista interior de España». No parece, desde luego, que éste haya sido el norte patriótico por el que se guía Zapatero, que no parece que tenga un concepto claro de España ni de patria.

En estos cuatro años, el presidente, y con él todo el PSOE que lo arropa, ha pasado de la duda sobre el concepto mismo de nación a esta etapa de ahora en la que, como anteayer, aparece en un escenario con tres banderas de España detrás. Tres, no una. Eso es cosa de las encuestas, que le han dicho que los españoles andan cabreados con sus desvaríos nacionalistas y el presidente, para no ser menos, llena las radios de anuncios del «Gobierno de España» y se coloca detrás del atril tres banderas en un monumento a los caídos. ¿Será por banderas? Pero también la inflación, el exceso, denota el oportunismo que decíamos antes. La inflación del pollo y la inflación patriótica.

Zapatero, en fin, invoca el patriotismo como estratagema, sin saber nada del concepto. Dijo un día, en ocasión de la presentación de unas obras completas, que Manuel Azaña «era un español que entendía por patria la igualdad de los ciudadanos ante la ley». No es así. Claro que la patria es igualdad, pero eso está en la Constitución. La patria de Azaña también era un sentimiento. «Cuando se tiene el dolor de español que yo tengo en el alma…» Esa patria nunca ha estado en la boca de Zapatero.

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