El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

23 enero 2008

Chinos


He tropezado por casualidad con una de las mejores definiciones de la ridiculez autonómica. La irrisoria pomposidad de la clase política autonómica frente al espejo más fiel, definido desde dentro. Fue en uno de los actos convocados estos días en el Gobierno andaluz en los que los consejeros compiten entre sí, demostraciones de fuerza que puedan servir de pasaporte para la próxima legislatura. En uno de esos actos ególatras, lo de menos en el ciclo de conferencias que se presente o las jornadas que se anuncien; el interés exclusivo está en la puesta en escena. Pues bien, en una de esas, desde el patio de butacas, uno de los invitados se quedó impresionado con la suntuosidad de una consejera: “Mírala, es cómo Hillary Clinton, pero de los chinos”.

Si la pregunta, cada vez más reiterada, es para qué sirven las autonomías, en estos actos se pueden encontrar muchas respuestas y, desde luego, en esa espléndida comparación se resume bien el costoso patetismo de la burocracia autonómica. ¿Para qué sirven las autonomías? De momento, para crear una nueva clase política endogámica que despliega sus aires de grandeza en parlamentos de segunda, en gobiernos de segunda. De los chinos, como esos consejeros que se pasean con presupuesto público buscando impresionar.

¿Para qué sirven las autonomías? Antes que contestar a la pregunta con la tentación jacobina de devolver al Estado todas las competencias y, a partir de ahí, fortalecer el Gobierno de Europa y las administraciones locales, antes que propugnar la revolución imposible de empezar de nuevo, al menos deberían aprovecharse los años transcurridos para hacer balance.

Por ejemplo, tendríamos que extraer algunas conclusiones del hecho de que en España, después de treinta años de autonomía, el resultado haya sido que la centralidad se haya fortalecido. Madrid, según apunta la OCDE ha tenido en los últimos quince años un crecimiento medio anual (3,7 por ciento) que dobla el de la media de la Unión Europea. Y en el empleo, ha pasado del doce por ciento de paro a sólo el seis y medio por ciento. La OCDE se deshace en elogios con Madrid: “Está en la senda de convertirse en la tercera ciudad europea como polo inversor, sólo superada por Londres y París”; “Madrid ha sacado partido de la globalización. Se explica entre otros factores por las numerosas inversiones públicas realizadas como el Metro, la modernización de sus administraciones y un proceso migratorio realizado con éxito”.

¿Para qué han servido las autonomías? Es importante reparar en una de las afirmaciones de la OCDE: Madrid ha sabido sacarle provecho a la globalización. El estado autonómico es eficaz cuando significa descentralización de servicios, pero se convierte en una traba cuando se genera una red burocrática, endogámica y clientelar, que despilfarra los recursos y asfixia el desarrollo. Los datos de la OCDE deberían de servir de reflexión en España, pero sobre todo en autonomías como Cataluña y Andalucía.

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