Mezquitas
La Asociación Cultural Zawiya ha editado un vídeo en el que reivindica la figura de Blas Infante como la de “un musulmán andaluz”. El vídeo se inicia con el himno de Andalucía, cantado sobre la imagen fija de una mujer con velo, con la cara inclinada, como una virgen dulce y triste. “Sea por Andalucía libre, los pueblos y la humanidad”. Luego, una niña, con acento musulmán, narra la detención de Blas Infante. Otra voz en off añade que sus asesinos lo dejaron malherido, que Blas Infante consiguió arrastrarse hasta un convento y que las monjas, al verlo, le cerraron la puerta y lo dejaron allí tirado. Luego El Lebrijano con su famoso disco de Persecución, una paloma blanca aleteando y una línea argumental: Blas Infante analizaba la realidad con ojos moriscos y esa visión le llevó a la rebeldía contra “la animalidad europea”. “Nosotros no podemos, no queremos, no llegaremos jamás a ser europeos”, afirman con una cita de Blas Infante.
Llega el vídeo a internet casi al mismo tiempo que en Sevilla se produce una intensa polémica entre el Partido Andalucista y la Junta Islámica, a raíz de la financiación de una mezquita en un suelo cedido por el Ayuntamiento. Los andalucistas denunciaron la opacidad de la financiación de la mezquita y lo hicieron con el trazo grueso de las campañas electorales: “Está financiada por Al Qaeda”, dijeron. Al final, como las encuestas están apretadas, el alcalde socialista ha decidido anular la concesión del terreno y devolver el dinero que habían entregado a cuenta. No ha hecho falta más para que en Sevilla proliferen estos días las denuncias de racismo. “Si se tratase de un templo Evangélico en vez de una mezquita nadie se hubiera escandalizado”, dicen los de la Junta islamista.
Pensemos que tiene razón esta queja. De hecho, es verdad que nadie objeta nada contra los testigos de Jehová o contra un templo budista. Sí, es verdad, pero, ¿por qué esta desconfianza? Nadie puede dudar de que en la sociedad española existen comportamientos racistas, pero no es éste el germen de las protestas. La única realidad es que la sociedad española, y especialmente la andaluza, percibe el islamismo como una amenaza. Una amenaza a su propia identidad, forjada durante tres mil años de historia en los que la dominación árabe es sólo una parte. Mientras las organizaciones islamistas sigan hablando de “la tragedia de Al Andalus, del genocidio de los musulmanes”; mientras reivindiquen “España, patria natural de todos los musulmanes”; mientras sea ésta la mentalidad, no habrá integración imposible. Todo lo demás es pura consecuencia. ¿Que los musulmanes andaluces condenan el terrorismo, que nada tienen que ver con Al Qaeda? De acuerdo, sí, pero con ese mínimo imprescindible no se evitan los recelos. Lo esencial es la integración.
Etiquetas: Alianza de Civilizaciones, Andalucía, Islamismo
5 Comments:
Bien visto, Caraba. Lo que pasa es que los evangelistas y mormones son un poco plastas, pero no van por ahí poniendo bombas a los infieles... sobre la leyenda de las monjas cabronas... ¿qué convento había cerca del kilómetro 4 de la carretera de Carmona? ¿O es que, a medio fusilar, le dio tiempo al pobre don Blas de llegarse hasta Santa Clara?
Coño si ló único que hay que ver es la foto de la mezquita esa, que da miedo. Es la sociedad orweliana del islamismo. Como dice el Marques del Retiro, los mormones serán un coñazo, a mi por lo menos me lo parecen, y el papa Benedicto dice muchas tonterías, pero no alimentan con sus sermones a ningun terrorista suicida. La Iglesia Católica dejó las guerras santas hace muchos años. Cuando lo haga el Islam, que defiende estados teocraticos, estaremos hablando de un a religión acorde a los tiempos que corren.
Saludos.
ay dios suyo, señor Caraballo! tantos días leyéndolo (meses ya), y va y me sorprende. no entro en el meollo (supuesto) del asunto, q me trae un poco al fresco, sino en otra cosita (aclaro: si escribo en algún sitio -q poquito- es sólo para disentir o criticar -¿constructiva, destructivamente? ni idea, ni me importa-. discutir -pensar- es lo importante). y tal cosita es q no mesperaba encontrarme con algo tal q así. cito(le):
"La única realidad es que la sociedad española, y especialmente la andaluza, percibe el islamismo como una amenaza. Una amenaza a su propia identidad, forjada durante tres mil años de historia en los que ..." (etc)
pos ná, q yastamos con las identidades secularmente (milenariamente) establecidas. Nacionalismos germánico-historicistas al canto.
pos vaya.
qué se la va a hacer.
que usted siga bien.
pd: si llega a mentar a Argantonio, y tartessos, podría parecer parte del preámbulo de la cosa esa.
con afecto.
elqtedije
(esto es pa usted, solamente. tiene mi aquiescencia pa borrar inmediatamente despues de q lo haya visto (¿leído? ojalá)
otro saludo.
Anónimo Elqtedije (¿?) aprovecho lo tuyo para aclarar un par de cosas.
Lo primero, sobre mis intervenciones en los comentarios, que ya hay quien me ha reprochado en alguna ocasión que no conteste. Tengo por costumbre leer todos los comentarios que se hacen y si no entro en el debate es, sencillamente, porque a mí también me gusta conocer la opinión del personal sobre los asuntos que se plantean. Me sirve, aprendo de muchas de vuestras intervenciones, de vuestros puntos de vista. Para que sea así, mejor que el debate sea abierto, sin guías. Pero, ya te digo, que los suelo leer todos y los agradezco.
Lo segundo, sobre el artículo. Hombre, en honor a la verdad, la única coincidencia entre el preámbulo del Estatuto y el artículo de arriba es el verbo forjar. Y la palabra identidad. No cabe duda de que todos los pueblos tienen una identidad, y la de los andaluces es de las más diferenciadas. Pero me parece que el tema que se planteaba es otro bien distinto. Me comprometo a hablar un día sobre la identidad del pueblo andaluz. ¿Esos tres mil años de historia condicionan nuestra forma de ser, de pensar, de actuar? Lo peor que nos podría pasar es que la desmesura del Estatuto andaluz nos condujera a confusión de todo. Andalucía existe aunque no sea la que se pinta en el Estatuto, o sea.
Como penitencia, te dejo aquí el preámbulo del Estatuto andaluz, cuya lectura siempre reconforta. Te recomiendo los párrafos segundo a cuarto. Tendrás que convenir conmigo que, por mucho que se intente, es casi imposible alcanzar este nivel de cursilería. Saludos.
PREÁMBULO
Andalucía, a lo largo de su historia, ha forjado una robusta y sólida identidad que le confiere un carácter singular como pueblo, asentado desde épocas milenarias en un ámbito geográfico diferenciado, espacio de encuentro y de diálogo entre civilizaciones diversas. Nuestro valioso patrimonio social y cultural es parte esencial de España, en la que andaluces y andaluzas nos reconocemos, compartiendo un mismo proyecto basado en los valores de justicia, libertad y seguridad, consagrados en la Constitución de 1978, baluarte de los derechos y libertades de todos los pueblos de España.
Andalucía ha compilado un rico acervo cultural por la confluencia de una multiplicidad de pueblos y de civilizaciones, dando sobrado ejemplo de mestizaje humano a través de los siglos.
La interculturalidad de prácticas, hábitos y modos de vida se ha expresado a lo largo del tiempo sobre una unidad de fondo que acrisola una pluralidad histórica, y se manifiesta en un patrimonio cultural tangible e intangible, dinámico y cambiante, popular y culto, único entre las culturas del mundo.
Esta síntesis perfila una personalidad andaluza construida sobre valores universales, nunca excluyentes. Y es que Andalucía, asentada en el sur de la península ibérica, es un territorio de gran diversidad paisajística, con importantes cadenas montañosas y con gran parte de su territorio articulado en torno y a lo largo del río Guadalquivir, que abierta al Mediterráneo y al Atlántico por una dilatada fachada marítima, constituye un nexo de unión entre Europa y el continente africano. Un espacio de frontera que ha facilitado contactos y diálogos entre norte y sur, entre los arcos mediterráneo y atlántico, y donde se ha configurado como hecho diferencial un sistema urbano medido en clave humana.
Estos rasgos, entre otros, no son sólo sedimentos de la tradición, sino que constituyen una vía de expansión de la cultura andaluza en España y el mundo y una aportación contemporánea a las culturas globales. El pueblo andaluz es heredero, por tanto, de un vasto cimiento de civilización que Andalucía puede y debe aportar a la sociedad contemporánea, sobre la base de los principios irrenunciables de igualdad, democracia y convivencia pacífica y justa.
El ingente esfuerzo y sacrificio de innumerables generaciones de andaluces y andaluzas a lo largo de los tiempos se ha visto recompensado en la reciente etapa democrática, que es cuando Andalucía expresa con más firmeza su identidad como pueblo a través de la lucha por la autonomía plena. En los últimos 25 años, Andalucía ha vivido el proceso de cambio más intenso de nuestra historia y se ha acercado al ideal de Andalucía libre y solidaria por la que luchara incansablemente Blas Infante, a quien el Parlamento de Andalucía, en un acto de justicia histórica, reconoce como Padre de la Patria Andaluza en abril de 1983.
Ese ideal autonomista hunde sus raíces en nuestra historia contemporánea. El primer texto que plasma la voluntad política de que Andalucía se constituya como entidad política con capacidad de autogobierno es la Constitución Federal Andaluza, redactada en Antequera en 1883. En la Asamblea de Ronda de 1918 fueron aprobados la bandera y el escudo andaluces.
Durante la II República el movimiento autonomista cobra un nuevo impulso. En 1933 las Juntas Liberalistas de Andalucía aprueban el himno andaluz, se forma en Sevilla la Pro-Junta Regional Andaluza y se proyecta un Estatuto. Tres años más tarde, la Guerra Civil rompe el camino de la autonomía al imposibilitar la tramitación parlamentaria de un Estatuto ya en ciernes.
Esta vocación de las Juntas Liberalistas lideradas por Blas Infante por la consecución del autogobierno, por alcanzar una Andalucía libre y solidaria en el marco de la unidad de los pueblos de España, por reivindicar el derecho a la autonomía y la posibilidad de decidir su futuro, emergió años más tarde con más fuerza y respaldo popular.
Las manifestaciones multitudinarias del 4 de diciembre de 1977 y el referéndum de 28 de febrero de 1980 expresaron la voluntad del pueblo andaluz de situarse en la vanguardia de las aspiraciones de autogobierno de máximo nivel en el conjunto de los pueblos de España. Desde Andalucía se dio un ejemplo extraordinario de unidad a la hora de expresar una voluntad inequívoca por la autonomía plena frente a los que no aceptaban que fuéramos una nacionalidad en el mismo plano que las que se acogían al artículo 151 de la Constitución.
Andalucía ha sido la única Comunidad que ha tenido una fuente de legitimidad específica en su vía de acceso a la autonomía, expresada en las urnas mediante referéndum, lo que le otorga una identidad propia y una posición incontestable en la configuración territorial del Estado.
El Manifiesto andalucista de Córdoba describió a Andalucía como realidad nacional en 1919, cuyo espíritu los andaluces encauzaron plenamente a través del proceso de autogobierno recogido en nuestra Carta Magna. En 1978 los andaluces dieron un amplio respaldo al consenso constitucional. Hoy, la Constitución, en su artícu-lo 2, reconoce a Andalucía como una nacionalidad en el marco de la unidad indisoluble de la nación española.
Todo este caudal de esfuerzos, del que el Estatuto de Autonomía ratificado por los andaluces y andaluzas el 20 de octubre de 1981 ha sido herramienta fundamental, nos permite hoy abordar la construcción de un nuevo proyecto que ponga en valor y aproveche todas las potencialidades actuales de Andalucía.
Hoy, los argumentos que construyen la convivencia de los andaluces y andaluzas y los anhelos de éstos nacen de un nuevo proyecto histórico que debe permitirnos afrontar con garantías los retos de un tiempo nuevo, definido por los profundos cambios geopolíticos, económicos, culturales y tecnológicos ocurridos en el mundo y por la posición de España en el contexto internacional. Si durante el último cuarto de siglo se han producido transformaciones intensas en el mundo, estos cambios han sido particularmente acentuados en Andalucía, donde en ese periodo hemos pasado del subdesarrollo económico y cultural a un panorama similar al de las sociedades más avanzadas, como ejemplifica la inversión de nuestros flujos migratorios.
Después de casi tres décadas de ejemplar funcionamiento, resulta evidente que el Estado de las Autonomías implantado por la Constitución de 1978 ha producido en estos años un rápido y eficaz proceso de descentralización. Ahora bien, transcurrida esta fructífera etapa de experiencia autonómica se hacen necesarias reformas que modernicen el modelo territorial.
Reformas para profundizar el autogobierno, extrayendo todas las posibilidades descentralizadoras que ofrece la Constitución para aproximar la Administración a la ciudadanía. Reformas que al mismo tiempo desarrollen y perfeccionen los mecanismos de cohesión territorial, solidaridad y cooperación institucional. Se trata, pues, de un proceso de modernización del Estado de las Autonomías que sólo es posible desde una visión global y plural de España que Andalucía siempre ha tenido.
Hoy, como ayer, partimos de un principio básico, el que planteó Andalucía hace 25 años y que mantiene plenamente su vigencia: Igualdad no significa uniformidad. En España existen singularidades y hechos diferenciales. Andalucía los respeta y reconoce sin duda alguna. Pero, con la misma rotundidad, no puede consentir que esas diferencias sirvan como excusas para alcanzar determinados privilegios. Andalucía respeta y respetará la diversidad pero no permitirá la desigualdad ya que la propia Constitución Española se encarga de señalar en su artículo 139.1 que todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado.
El grado de desarrollo económico, social y cultural de Andalucía ha sido posible gracias al Estatuto de Autonomía. Un texto que ha favorecido la convivencia armónica, el desarrollo político, social y económico de esta tierra y la recuperación de la autoestima de un pueblo que hoy tiene voz propia en el Estado de las Autonomías, tal y como establece la Constitución Española de 1978.
Se trata, en definitiva, de conseguir un Estatuto para el siglo XXI, un instrumento jurídico que impulse el bienestar, la igualdad y la justicia social, dentro del marco de cohesión y solidaridad que establece la Constitución.
Por ello, y como expresión de su voluntad colectiva representada políticamente a través del Parlamento, el pueblo andaluz ratifica el presente Estatuto de Autonomía de Andalucía, como renovación del compromiso manifestado el 28-F de 1980.
mi muy preciado Caraballo:
creo q no he debido expresarme bien, a tenor de su contestación. No utilizaba ironía alguna al decirle q borrase el mensaje, y por lo mismo, no había queja sobre si responde o no a sus comentaristas. Sencillamente, dando por sentado q leerá los comentarios, le indicaba q no tenía interés en q nadie, salvo usía, lo leyese. Para q usía decidiese si podía haber errado en algo, o bien se reafirmase en lo expuesto. por ello le vuelvo a indicar q puede borrar tó esto. es más, le animaría a ello. de coraÇao.
otra cosita sin importancia: es q como hace mucho q no firmaba algo con ese seudónimo, pos mequivoqué yo mismo con mi mismidad. tenía q poner elqnotedije. jeje. no se ni quién soy.
pacabá: sigo sin ver muchas diferencias (de intención final; o de principio; es q esto de lo cíclico me trae loco). pq, como usté en el recuento señala, lo importante son esas cositas: la identidad y su forja (el origen de toda maldad). por eso, ver esas cositas y asustarme es todo uno. eso sí, faltaría más, he de reconocerle q existe distancia. lo de la cursilería, por supuesto. tiene usted razón.
yacabo: sus gotitas de mala leche, dentro de su entrañable tono en la réplica, sí q aparecen: ¡castigarme otra vez con el masivamente votado texto! ¡dios! ¿tan gran mal le he hecho?
con simpatía,
elqnotedije
pd: venga, anímese y borre todo esto, q una vez leído por nosotros, pues como q pa qué (¿a quién le va'importá?).
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