Casino
Dijeron que todo era mentira. Dijeron que EL MUNDO estaba difamando, inventándose irregularidades que no existían. Dijeron que todo era legal y que con el paso del tiempo se demostraría que detrás de las acusaciones de este periódico se escondían oscuros intereses. Dijeron que lo saludable era no leer estas páginas, que nada era cierto. Sacaron pecho, henchidos y burlones. «Mucha denuncia de corrupción y luego, nada de nada». Dijeron que en el concurso del Casino de Sevilla todo era legal y ahora, nueve años después, cuando los tribunales han anulado el concurso aquel, ni siquiera piden disculpas.
Siguen, henchidos y burlones, sacando pecho. Y ya están preparando el camino para volver a adjudicarle el Casino a la misma empresa que ganó el concurso amañado. «Después de esa nueva adjudicación, a los demandantes sólo les quedará el derecho al pataleo», dicen. Cinismo para negar y mentir, cinismo de desprecio para pasar de todo. ‘Que pataleen’. Habráse visto.
Ni siquiera la oposición parece que le haya cogido interés a este escándalo. La portavoz del PP, Esperanza Oña, eso sí, ha pedido una comisión de investigación en el Parlamento. ¿Una comisión de investigación, ahora, tantos años después, cuando todo está ya sentenciado? Muchas veces, en el vaivén parlamentario, parece como si gobierno y oposición estuvieran atravesados por el mal de lo previsible. Los discursos están escritos previamente. Siempre igual. Sin embargo, puede que, esta vez, la propuesta de Oña sea la más acertada.
Hasta el momento, las comisiones de investigación no han encontrado acomodo en el sistema parlamentario español. Se suelen constituir nada más conocerse los escándalos y, en ese momento inicial, los gobiernos se limitan a desmentir todas las acusaciones y se remiten a los tribunales. Tras la anulación definitiva del concurso, es ahora cuando tiene sentido una comisión de investigación. Ahora ya todo es distinto. Se parte de una certeza fundamental: Sabemos por una sentencia judicial que el casino se adjudicó mediante un concurso irregular.
Estaría bien que el Parlamento conociera qué ocurrió. Que comparezca Manuel Domínguez, el empresario al que el gerente de Filesa señaló como uno de los principales comisionistas del PSOE andaluz, y que era accionista de la sociedad agraciada con el Casino. Que comparezca Judah Binstock, el accionista mayoritario, una de las grandes fortunas de Marbella. Que comparezcan Zarrías y Viera, y aclaren aquellas extrañas inversiones en Jaén de un casino de Sevilla. Que comparezca Carmen Hermosín y Antonio Rivas, que era alcalde de Camas. Y los empresarios de las ofertas burladas...
Sí, es verdad, es ahora cuando tiene sentido la comisión de investigación. Aunque ya no recordaba que Chaves se quitó de las investigaciones hace diez años. Casi la par que cuando adjudicó el casino.
Etiquetas: Andalucia, Corrupción, Junta de Andalucía
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