El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

22 agosto 2006

Binstock


Carmen Rigalt anda buscando a Binstock como quien busca supervivientes después de un naufragio. «Tu lo conocías… Cuándo lo viste por última vez», dice ella, con olfato de sabueso que rastrea las aceras sin levantar el hocico del suelo. «Bueno –se disculpa el otro–, en fin, verás, más que conocerlo sólo tuve un par de colisones con él y alguna que otra amenaza…» «¿Te parece poco?» irrumpe ella, como si hubiera encontrado un rastro, una pista que seguir.

Carmen Rigalt, y tras ella muchos otros, ha llegado a esta Marbella de 2006, arrasada y mortecina, devastada por los saqueos municipales, y de repente ha debido sentir un silencio de cementerio, un vacío de titulares. También los horteras y los chorizos, los mangantes y los conspiradores, dejan un hueco cuando se van o cuando los disipan, que es lo que ha ocurrido este verano en Marbella. Pero todos esos son ocasionales, sustituibles e intercambiables, hamacas de playa, y no se les encuentra este verano, o se les ve menos, porque una ausencia mayor ha cavado un pozo de incertidumbres y de miedos.

Ese vacío mayor ni siquiera lo llenan tipos como Roca o Julián Muñoz, que no han sido sino capataces aventajados de aquel cortijo. Ese hueco, esa oscuridad de agujero negro de incógnitas, sólo son capaces de producirlas aquellos que han acabado forjando una leyenda. Y en Marbella, de esos, sólo hay dos: Jesús Gil y Judah Binstock. Así que Carmen Rigalt sabe bien lo que pregunta: ¿Dónde está Judah Binstock?

Porque Gil se murió y, aunque su leyenda sigue viva –los rumores, en Marbella, son ratas de alcantarilla que corren por las aceras contando que alguien ha visto embarcar a su caballo ‘Imperioso’, rumbo a Sudamérica–, todas las miradas buscan ahora a Binstock, sin saber siquiera cómo era. «La identidad oculta forma parte del guión, de la leyenda. Por eso, apenas existen fotos de Binstock. La última vez que apareció en público fue en Sevilla, en marzo o así. Cuando inauguró el Casino que después los tribunales le han anulado. Pero no hay fotos de él, porque le prohibió a los periodistas que lo fotografiaran».

Binstock desapareció poco después, antes de que estallara la ‘operación Malaya’. Dicen que es el mayor propietario de terrenos de Marbella. Que fue él quien ‘apadrinó’ la moción de censura contra Julián Muñoz. Dicen que se mueve en un plano superior a todos los demás, constructores y políticos, y que, por eso, nunca aparecerá en esas conversaciones telefónicas chuscas en las que Roca pedía comisiones a cambio de alguna recalificación. Binstock es otra cosa, multimillonario y misterioso. «Se entendía bien con Carlos Fernández, el concejal andalucista... ¿No te parece curioso que ahora los dos están desaparecidos... Y el resto, en la cárcel». Habrá que seguir la pista de Carmen Rigalt. Porque en este naufragio, es verdad, hay supervivientes.