Miedos
Llevaba en la bulla una hora. Casi inmóvil, allí, en la plaza, esperando la llegada del trono de Jesús. Cuando oyó a lo lejos el toque de campana del mayordomo, se emocionó y, sin que ella misma lo esperase, desparramó a su alrededor una sentencia que hizo que varias personas se volvieran a mirarla sorprendidos: «Disfrutemos del trono, que puede ser el último año. Nos van a quitar hasta la Semana Santa». Todos se quedaron mirándola, buscando alguna explicación al exabrupto. Pero no dijo más que aquella frase que sonaba a profecía maléfica. «Ya lo veréis».
Si todo el mundo se quedó mirándola, aguardando alguna explicación, es porque la conocían de otros años. En las bullas de la Semana Santa el rito primero que cumplimos es el de volvernos a encontrar con los ojos de otros años, con otras sonrisas y otras lágrimas. La misma gente en los mismos rincones de siempre. Bajo la misma luna. Somos paisaje de Semana Santa, y nos buscamos como señales del camino.
Se quedó en silencio, a pesar de que todos la miraban y, sólo al rato, se decidió a hablar. «Nadie se está dando cuenta, pero nos están invadiendo. Los moros, los chinos, los rumanos... Este año, en el colegio de mis hijos, que es un colegio religioso concertado, le han dado prioridad a dos chinos y a tres marroquíes, y los hijos de mis vecinas se han quedado fuera. Como resulta que aquí se cuidan más los derechos de los inmigrantes que los de los españoles, en unos años nos quedamos sin Semana Santa».
Varios de su alrededor dejaron de mirarla casi de inmediato, giraron la cabeza de un golpe hacia el centro de la plaza en un gesto de desaprobación. Seguí mirándola, sin entender demasiado. ¿Racismo? La insignificancia de aquel incidente del colegio, el absurdo de su comentario y de las conclusiones, podría despacharse con un carpetazo de olvido. Pero en la espera del trono recordé la polémica desatada en Francia el otoño pasado cuando, también por una insignificancia, por un grupo de jóvenes inmigrantes que salió huyendo de la Policía que pretendía identificarlos cuando jugaban al baloncesto, se originó una oleada de protestas que puso en jaque al país. Ardió Francia y nadie se explica aún ni qué pasó ni cuándo volverá a ocurrir. «Es un problema de identidad», dijeron.
En aquellos días de desolación, un filósofo francés, Alain Finkielkraut, señaló con su dedo a toda Europa. «No sabemos qué hacer. Europa está paralizada por la culpa y por el miedo: la culpa le dicta no hacer nada que pueda alimentar el racismo que no cesa de incubar en su seno, el miedo le dicta no hacer nada que pueda ensanchar la zanja con la comunidad musulmana. La culpabilidad sumada al miedo conduce a esconder la realidad bajo la alfombra».
Llegó el trono del Cristo, envuelto en incienso, y los aplausos apagaron la incertidumbre. Aquella mujer se perdió en la muchedumbre dejando sus miedos esparcidos por la acera.
4 Comments:
La Semana Santa no va a desaparecer puesto que se ha convertido en un espectaculo de luz y sonido, que atrae a muchos turistas y es un negocio muy rentable para hoteles y restaurantes.
Pero por eso que acabo de decir ha dejado de ser Semana Santa, para convertirse en un espectaculo al aire libre.
Por otro lado esta el laicismo que es la nueva ideologia de cierta progresia. Y asi la cadena SER ya no retransmite la Semana Santa como lo hacia en otra época. Incluso el Jueves Santo, un locutor de esa emisora decia: "Hoy es Jueves Santo. Uy que antiguo. Hoy es Jueves y ya esta".
El tema de como la inmigracion va modificando los habitos de los paises en los que llega, y no sólo los habitos sino muchas más cosas es otro problema de enorme complejidad, y que aqui en lugar de reflexionar sobre ello, cualquiera que hace un comentario sobre la misma, se le llama "fascista" y a otra cosa. Pero a mi ese exabrupto, como tantos otros, me recuerdan el "muera la inteligencia". Asi de simple y asi de claro
Señor Caton, muy divertida la referencia que hace usted al comentario de un locutor de la cadena Ser, pues yo creo que complementa el articulo del señor Caraballo. Lo que no he entendido bien y me gustaria que me aclarase es que quiere decir usted al final de su comentario. ¿Si consisera que las referencias a la inmigracion son un exabrupto, como dice despues que le recuerdan el muera la inteligencias de Millan Astray? No le entiendo, señor Caton.
La inteligencia muere con gente como usted Sr. Caraballo. Con su doble lenguaje. Sus complejos y su paralelismo con Losantos.
No mande dardos envenenados contra la inmigración y asuma su condición de derechísta, mediocre y xenófobo.
Ayer, sábado 15 de Abril murió mucha inteligencia en Andalucía, mucha lucidez. Murió un hombre bueno y honesto, sabio y divertido, murió Félix Bayón. A partir de hoy vamos a estar un poco más huérfanos al faltarnos sus maravillosas columnas del "Diario de Sevilla". Amigo descansa en paz, muchos te vamos a recordar mucho tiempo, todo el tiempo.
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