El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

06 abril 2006

Couldina


El otro día, qué susto, los periódicos publicaban que la gran revelación de las elecciones de Israel había sido un partido nuevo: el GIL. Qué sobresalto, oigan. Menos mal que el Gil de allí no tiene nada que ver con el que conocemos, porque esas siglas en hebreo se corresponde con el Partido de los Pensionistas, que se ha colado con siete escaños en el Parlamento y, con toda probabilidad, llegue incluso al Gobierno.
Lo más llamativo, sin embargo, es que la ascención de ese partido se corresponde con una circunstancia política que sí es equiparable a la de Marbella. Los pensionistas han logrado su éxito porque un amplio sector de jóvenes desencantados, descreídos y decepcionados de las fórmulas políticas tradicionales, decidieron a última hora que, en vez de abstenerse, que es lo que pensaban hacer, irían a votar a ese partido, algo estrambótico, presidido por un tipo, ex agente del servicio secreto, que cazaba nazis tras la Guerra y que sólo pedía un aumento de las pensiones. El desencanto, la decepción; esa fue la clave de las victorias sucesivas de Jesús Gil en Marbella.
Sabía Gil que el sistema político en Marbella estaba corrompido, entre otras cosas porque él mismo le pagaba comisiones al PSOE para que le recalificaran sus parcelas. Corrupción política y desastre municipal, por una gestión pésima. Su fórmula de éxito consistió en ofrecer una ciudad limpia y segura, y puestos de trabajo en las constructoras. Y nadie le preguntó a costa de qué. Todavía hoy, las televisiones que acercan a Marbella, se sorprenden.

En una tele, ayer mismo, decían: «Cuando llegó Gil, Marbella cambió espectacularmente. ¿La corrupción? Los otros también la tenían. Y si son todos corruptos, prefiero un alcalde que haga las cosas bien y mire por la ciudad a otro que sea un desastre», decía una joven de un barrio periférico. Otros muchos vecinos lo ratificaban. Y un camarero, sin parar de cortar jamón, añadía: «Si volviera Gil, volvería a votarlo. Aun conociendo todo lo que se sabe ahora». En fin, que ésa es la situación, ése es el reto de la política. Allí están acostumbrados a ver dos comportamientos políticos, corrupción municipal y desidia de la Junta de Andalucía.

Ahora dice Chaves, que ayer se paseó por las calles de Marbella como quien entra en una ciudadela recién conquistada, que va a visitar la ciudad una vez al mes. Dieciséis años gobernando y se entera ahora de donde está Marbella en el mapa. Nueve años tardó el Gobierno de Chaves en publicar el PGOU del 86. Los años del desastre. Pero es que todavía no ha aprobado el Plan de la Costa del Sol. Y va ahora, porque el PSOE ya se ha asegurado con la gestora el control del Ayuntamiento hasta las elecciones. Y llega ahora. El general y su coronel.

En fin. Que dan ganas de decir lo que la todavía alcaldesa, cuando la portavoz del PP, María Angeles Muñoz, le pedía en los plenos que disolviera el Ayuntamiento: «Disolución, disolución... ¿Es que parezco yo una couldina?».

2 Comments:

At 07 abril, 2006 10:15, Anonymous Anónimo said...

Estoy de acuerdo con el comentario anterior, pues ahora lo habitual en los politicos sera echarle las culpas al pueblo y no se dan cuenta de que cuando la gente llega a la conclusion de que todos son unos mangantes lo que buscan es su propio interes ciudadanos, que las ciudades esten limpias sean seguras. ¿No nos acribillan a diario a impuestos? Pues por lo menos que las calles esten limpias y ordenadas. El desprestigio de la politica sale en todas las encuestas, despues de sorprenden....

 
At 07 abril, 2006 17:46, Anonymous Anónimo said...

Muy bien lo de Guadalpín. Pero no sé si te regañarán, dado que Aifos pone publi casi todos los días en El Mundo de Málaga. Por lo menos es un gusto saber que no tienes que preguntar a nadie antes de escribir algo así.

 

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