El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

08 abril 2006

DIARIO DE LA TREGUA. Bono rompe su alto el fuego.


Dimisión a larga distancia. Podría ser ésta la denominación, sí. Porque si las características habituales de toda dimisión es que van precedidas o seguidas de una intensa tormenta de polémica, en el caso de la dimisión del ministro de Defensa, José Bono, los efectos habrá que buscarlos en un tiempo futuro, indeterminado aún. Pero se equivoca quien piense que Bono le dice adiós a la política con su salida del Gobierno. Como se equivoca igualmente quien espere que la salida vaya acompañada de críticas a la política del Gobierno. No, todo lo que está sucediendo se antoja mucho más sutil. Este es una dimisión para leer entre líneas. Vayamos hilando pasado, presente y futuro.

Bono, aunque ya apenas se recuerde, dejó dicho antes de la campaña electoral de las elecciones de 2004 que no pensaba entrar en el Gobierno de Rodríguez Zapatero. Por aquel entonces, nadie apostaba por una victoria del candidato socialista y José Bono, presidente de Castilla La Mancha, aprovechaba cada intervención suya en Madrid para marcar distancias con Zapatero. Incluso cuando ZP le designó para el ‘comité de notables’, junto a Rodríguez Ibarra y otros, Bono seguía afirmando que no sería ministro de un gobierno socialista, que su sitio estaba en Castilla La Mancha. Tras la enorme conmoción del atentado el once de marzo y la posterior victoria socialista, las condiciones políticas variaron sustancialmente y, por tanto, el planteamiento que venía haciendo Bono. En ese momento, cualquier disidencia con Zapatero hubiera estado condenada al fracaso. Tras estos dos años de Gobierno, ya nadie le puede acusar de no haber colaborado con Zapatero, de ser leal a su partido y al secretario general que le ganó por un puñado de votos.


La ambición de Bono, además, su aspiración, no es convertirse en un ilustre disidente del PSOE. Subrayemos esto porque es una de las claves que explican todos sus pasos. Bono, digamos, no es Rosa Díez. Su objetivo es dirigir el PSOE y ser presidente de España, no crear una corriente crítica. "Mi lealtad al Gobierno socialista y mi amor a España está por encima de cualquier discrepancia política", ha dicho al salir.

Es esencial tener en cuenta lo anterior porque de ahí podremos deducir que Bono aguardará siempre al mejor momento para dar el salto a la primera línea. Su jugada de ahora es la definitiva. Todo o nada. Si el presidente Zapatero consigue controlar y encauzar las reformas del estado de las autonomías y si logra que banda terrorista ETA entregue las armas, nadie podrá hacerle la más leve sombra. Zapatero, en esas circunstancias, será invencible dentro y fuera del PSOE. Pero si no es así, si el Estatuto de Cataluña degenera en un caos autonómico imposible de cuadrar y en una crisis interna del Partido Socialista de Cataluña; si ETA no entrega las armas y el precio político que se exige para una paz definitiva es inasumible para el Gobierno; si todo le sale mal a Zapatero, en fin, entonces es muy probable que el PSOE, y buena parte del electorado socialista, vuelva la cabeza hacia Bono.

Este análisis de futuro, que todo el mundo puede compartir, explica bien la dimisión de Bono. Pensemos que Bono hubiera decidido mantenerse en el Gobierno. Si a Zapatero le salen las cosas bien, ya está dicho que ni Bono ni nadie podrá hacerle sombra. Esa perspectiva merece poco análisis, si Bono hubiera seguido en el Gobierno y Zapatero logra sus dos grandes objetivos (Cataluña y Euskadi), el ministro tenía ante sí un callejón sin salida. Y dentro de dos años, al final de la legislatura, se despediría como uno mas. Puff. Nada comparado con esta gloria de que, en vez de estar esperando que llegue el motorista con la dimisión, que sea uno mismo el que le mande el motorista al presidente. Mucho mejor, si.

En el otro caso, ¿qué hubiera pasado si Bono sigue en el Gobierno y al presidente Zapatero comienzan a torcérsele las cosas? Dentro del Gobierno, Bono se vería comprometido a diario con la obligación de guardar silencio ante una política que no comparte. Y, al contrario, hablar y tensar la cuerda contra el presidente lo hubiera llevado al borde del precipicio. Aparecería ante su partido como el disidente que no quiere ser. Además, aunque no fuera así, ¿alguien duda, después de lo que llevamos visto, que Zapatero se hubiera cobrado su cabeza con el mayor placer y la mejor sonrisa?
No, no. Si a Zapatero le van mal las cosas, sólo estando fuera del Gobierno se puede capitalizar todo el desgaste del presidente.

La única posibilidad -remota o no, eso nunca se sabe- de que Bono pueda sustituir a Zapatero será fuera del Gobierno. Esa es la carta que ha jugado Bono con la dimisión. Es el tercer intento. El primero, lo fruistró un puñado de votos en el Congreso que ganó Zapatero. El segundo intento, cuando le hacía oposición a ZP desde Castilla La Mancha, lo frustró la inesperada victoria electoral del catorce de marzo. Ha sido dos años ministro de Defensa (ahora se entiende mejor por qué eligió ese ministerio y, sobre todo, por qué rechazo el de Interior) y ahora sale del Gobierno por decision propia. En su lucha por el liderazgo del PSOE, el ‘alto el fuego’ que él mismo se marcó tras la victoria electoral de los socialistas el catorce de marzo se ha agotado. Bono vuelve a las trincheras. A esperar.




NOTAS A PIE DE PAGINA.

Frases para conservar.

Sobre el estatuto de Cataluña: “Por las noticias que tengo, ni en el articulado ni en el preámbulo se va a decir que Cataluña sea una nación. El reconocimiento jurídico a Cataluña como nación está en contra de lo que establece nuestra Constitución”. Esto lo dijo el ministro de Defensa el 19 de enero de 2006. Después, ya saben, ha ocurrido lo que ha ocurrido. No parece que Bono tuviera buenas fuentes de información.

Más interesantes son sus diferencias sobre las negociaciones con ETA y sobre Arnaldo Otegi:

-Esto es lo que piensa Bono: “Otegi es un dirigente de una organización declarada ilegal, un cómplice de la banda terrorista ETA, un experto en secuestros y en delincuencia. Si los lobos y los roedores hablaran, les prestaría la misma atención que a este individuo" (Diciembre de 2005).
- Esto es lo que piensa Zapatero: “Otegi es líder de la izquierda abertzale y ha tenido un discurso por la paz y por abrir una etapa política distinta en Euskadi, palabras que ahora requieren hechos en la misma dirección”