El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

20 diciembre 2005

Eurobartola


La plácida trayectoria de expansión de la Unión Europea planeada por los dirigentes políticos ha comenzado a descarrilar este año de 2005, a pesar de último acuerdo presupuestario in extremis, por el choque de trenes de dos egoísmos encontrados. El de los ricos euro-escépticos, como el Reino Unido, y el de los ricos-subvencionados, como Francia. Y se ofrecen análisis variados sobre la responsabilidad de ambos en la crisis y sobre sus pugnas de liderazgo, pero lo que se echa de menos aquí es un debate sobre nosotros mismos. ¿Dónde estamos y qué queremos de Europa, más allá de las proclamas huecas?

Por lo que llevamos visto, España juega en Europa un papel secundario que a uno le recuerda mucho al que se le asigna a Andalucía dentro del propio territorio español. Quiere decirse que la posición española es tan previsible como carente de principios teóricos o ideológicos, porque de lo que se trata, a lo que se reduce todo, es a intentar mantener las ayudas durante el máximo tiempo posible.
Y después de 20 años recibiendo subvenciones, lo que nadie puede pretender sin, al menos, sonrojarse un poco es que se eternice aquí el status de hermano pobre. Por ejemplo: ¿Puede seguir Andalucía con ese cartel de subdesarrollo mientras en las carreteras de Huelva el arcén se llena cada mediodía de las inmigrantes polacas que acuden a los campos de fresas?

Desde el principio de esta historia, se vio claro que el gran peligro que tienen las subvenciones europeas, acrecentado en Andalucía por el proteccionismo de la Política Agraria Común que tanto defiende Francia, es que la sociedad, en vez de progresar, se acomode en la cultura de la subvención. Para qué cultivar, para qué esforzarse, si es más rentable tramitar sólo la subvención.El problema está en las consecuencias. ¿Cuánto de artificial tiene el desarrollo andaluz? ¿Ha crecido el tejido productivo gracias a los fondos de desarrollo regional? ¿Qué impacto puede tener en la economía andaluza el recorte de las ayudas en 2007?

El Gobierno de la nación ya elaboró hace meses un informe, que elevó a Bruselas, en el que alertaba del impacto que supondrá en España, y lo cifraba en cientos de miles de puestos de trabajo.Y La Caixa estimó que el PIB caerá un dos por ciento.
¿Ha previsto alguien qué puede ocurrir aquí? No, claro, porque de lo que se trata, sencillamente, es de lograr que nada cambie.Hay un anuncio de la Caja San Fernando que sintetiza bien esa conciencia y el daño social de esta cultura de la subvención.El anuncio en cuestión ofrece a los agricultores la posibilidad de tramitar a través de esta caja las ayudas agrícolas de la Unión Europea. «Presente su solicitud, domicilie su ayuda, y no se preocupe de nada más», enfatiza el texto. Y sobre la leyenda, una foto: Un agricultor tumbado a la bartola sobre un campo verde, mientras contempla cómo le llueven del cielo tarjetas de crédito.Ay, si Blair lo tuviera en sus manos. La 'eurobartola', qué cosas.

9 Comments:

At 20 diciembre, 2005 20:26, Anonymous Anónimo said...

Es muy buena esa comparación que haces , porque yo siempre me he sentido como la hermana pobre de la familia por vivir en Andalucía, no te cuento como se deben sentir los extremeños. Pero lo que más me asombra de todo esto es que ZP salga y diga que el acuerdo ha sido un éxito porque los que no están informados lo van a creer por ejemplo todos esas personas que tenemos en Andalucía y que sólo tienen la TV para informarse y que ven por ejemplo Canal sur¿ cómo les dices que están mintiendo descaradamente? Es muy difícil. No es un tonto solemne es un mentiroso de solemnidad.

 
At 21 diciembre, 2005 12:16, Anonymous Anónimo said...

"Niña que riega la albahaca" no te agobies mucho por lo que sientan los extremeños que ayer leí en "El Mundo" que tienen el parámetro de convergencia con Europa, superior al de los andaluces, no es muy superior, pero lo es.
Es curioso lo que está ocurriendo en Europa. mientras la actividad económica mundial, actividad que significa progreso y bienestar social, se está moviendo del eje atlántico al eje del pacífico, los europeos estamos haciendo los "deberes" rematadamente mal. ¿Habrá una mano negra que nos está estropeando las posiblidades de seguir progresando? (y me repito, aumentando el bienestar social). ¿ O serán varias manos negras?. Proponen una Constitución europea que sabían que NO iba a ser aceptada en algunos paises, ¿o es que no lo sabían?, tan tontos son los que nos gobiernan, ¿o sí?. Introducen en un país, España, que empezaba a progresar más o menos adecuadamente, la cizaña de las nacionalidades y perculiaridades (?) de sus territorios, cuando los españoles habiamos conseguido, eso sí con dificultades, montarnos en el tren del progreso de las sociedades occidentales,
consiguen (¿las manos negras?) que la clase política dirigente sea la más inculta e ignorante de nustra historia reciente, vease el caso de D. José Blanco, pero hay muchos más. Esta clase política prescinde de forma sistemática de las mejores cabezas, para que al menos puedan asesorarles, por miedo a que se les vean demasiado las verguenzas que provienen de su ignorancia. En fin que como dice con frecuencia nuestro anfitrión, puaf, que país, y que me atrevo a ampliar, puaf, que continente.

 
At 21 diciembre, 2005 18:58, Anonymous Anónimo said...

La agricultura europea no es competitiva y tiene que estar subvencionada para subsistir. Las ayudas vienen de Bruselas y las cuantias se fijan en rondas negociadoras, en las que lo importante es la habilidad para negociar y el peso politico del pais. Pero, efectivamente el discurso politico regional ha pervertido este hecho y asi, las ayudas "las da la Junta" y el recorte de las mismas, no es responsabilidad de la mala negociacion del Ministerio de Agricultura del gobierno amigo, es de la Union Europea.
Uno va a un mitin para que le expliquen como queda Andalucia en el nuevo presupuesto comunitario, y lo que escucha es una diatriba de insultos contra el PP. Bueno, pues a ver si algun grupo parlamentario, pide en el Parlamento Andaluz un pleno monografico sobre esa cuestion, y a ver si en los Ayuntamientos de los pueblos que tanto dependen de la agricultura se debate en los plenos.

 
At 21 diciembre, 2005 19:43, Anonymous Anónimo said...

Las subvenciones europeas han pervertido el sistema, esa es la verdad, pero la culpa no la tiene sólo el PSOE por gobernar en Andalucia. Esa es la critica fácil, pero se olvida en ese caso que las ayudas millonarias de los olivares no las cobran los jornaleros sino los propietarios, y esos son todos del PP. ¿Ha protestado alguien del Partido Popular por esa agricultura subvencionada? Contesten a esa pregunta, porque quiza en la respuesta se encuentren una parte de porque los socialistas siguen gobernando en Andalucia. Sus intereses, al final, son los de todos.

 
At 22 diciembre, 2005 07:37, Anonymous Anónimo said...

Querido anonimo: Decir que los intereses del PSOE en Andalucia son los de todos, me parece muy fuerte.
Ni todos los propietarios son del PP, ni todos los trabajadores son del PSOE, eso me parece una simplificacion y la vida esta llena de matices.

 
At 22 diciembre, 2005 12:59, Anonymous Anónimo said...

Además de lo que dice Catón, que es evidente, sucede que, en mi opinión, precisamente lo peor que le ha podido pasar a los andaluces es tener tantas subvenciones.

Si no fuera porque no estamos ante la desaparición total de la maléfica PAC y de todos los aranceles, ayudas y trabas al libre comercio mundial sino sólo ante el desplazamiento del dinero incautado coactivamente al contribuyente europeo de unos grupos de presión (los preceptores de subvenciones europeas en España) a otros (los de los países de la ampliación y –cómo no- los chicos de José Bové) estaríamos ante una magnífica noticia.

De todas formas, para Andalucía esto de perder por fin las subvenciones europeas puede ser una bendición. Si se sabe aprovechar, claro. Pero para aprovecharlo es necesario tener unos políticos que crean en la libertad y estén dispuestos a dejar de ser un obstáculo permanente para que la propia sociedad andaluza se desarrolle, como lleva sucediendo los últimos veinticinco años.

Porque, que nadie se equivoque: los andaluces lo que necesitan no es cambiar de carcelero sino que le quiten de una vez las caenas.

Miren ustedes, el desarrollo no lo hacen los gobiernos ni el estado: lo hacen las personas. Ellas para sobrevivir, reproducirse, realizarse y progresar en la vida trabajan, ahorran, crean e intercambian en los mercados, donde aprovechan la especialización y la división del trabajo, aumentando la productividad y los ingresos, a partir de la información que dan los precios. Los precios resumen gustos, tecnologías, modos de producción y sus constantes cambios. Se trata de pura información que resulta del conocimiento de la gente y sus preferencias.

Si el Estado interfiere en el mecanismo de formación de los precios, fijándolos o alterándolos a base de cuotas, tributos, aranceles, monopolios y regulaciones, dicha información y conocimiento se pierden o se distorsionan. Si eso ocurre, los recursos siempre escasos de capital físico y humano se usarán mal y se producirá menos que lo óptimo y de inferior calidad. La comunidad afectada se desarrollará poco y se mantendrá detrás de las otras. Es lo que muestra la Historia: cuando los gobiernos son austeros y se limitan a sus asuntos, las sociedades son prósperas; las economías libres crecen, mientras que las planificadas, controladas, protegidas o reguladas se van quedando atrás; los subsidios no ayudan a la gente, sino al revés: son un dogal que les impide preguntarse qué pueden hacer ellos para crecer por sí mismos.

Por principio, todo subsidio es malo, como también lo es que el gobierno trate de mantener artificialmente industrias ineficientes –léase Isla Mágica- porque, aunque los socialistas de todos los partidos tiendan a creer lo contrario, ni ellos ni nadie somos omniscientes. Cuando subvencionan una actividad sus decisiones son necesariamente antieconómicas porque ellos ni tienen ni pueden tener la información suficiente para tomarlas ni se están jugando su propio dinero, sino el nuestro. Lo que hacen es trasladar recursos de quienes verdaderamente pueden sacarle partido (la gente, los contribuyentes) a quienes se limitarán a vivir del esfuerzo ajeno. Con estos manejos, lo que realmente se redistribuye es la capacidad de decisión, que pasa de los ciudadanos a los políticos. Es decir, de quien necesita no equivocarse para prosperar a quien sólo busca votos y clientelas.

Los subsidios y, en general, todas las ayudas estatales distorsionan el sistema de incentivos que tiene la gente a la hora de concurrir al mercado. El actor económico subvencionado dejará de preguntarse qué es lo que puede hacer él para satisfacer las demandas de los otros –que es la forma de prosperar en el libre mercado- para centrarse en encontrar la forma de no perder la subvención, aunque sea a base de fraudes. Su perspicacia empresarial, su capacidad para descubrir nuevos fines y medios, quedará atrofiada por unas “ayudas” que, lejos de ayudarle, lo condenan a la servidumbre y el parasitismo. La subvención se convertirá en un fin en sí mismo y, de ahí, en la más perniciosa trampa que puede tendernos el poder para que seamos sumisos y no nos demos cuenta de que nuestra prosperidad de quien realmente depende es de nosotros mismos y de nuestro esfuerzo.

Así que pienso que los políticos andaluces, en vez de tanto dedicarse a hacer tancredismo o victimismo según quien esté en la Moncloa, y en vez de tanto quejarse de supuestos agravios –que parece mentira que lo hagan en una región que, gracias al socialismo, lleva años quedándose, para malgastarlo, con mucho más de lo que aporta a la caja común- tal vez lo que deberían hacer es echarle un vistazo al caso de Irlanda (http://www.elcato.org/publicaciones/ensayos/ens-2003-09-12.html ), un país que ha sabido crecer no gracias a las subvenciones, sino a pesar de ellas. Eso y estudiar un poco de economía, más que nada para que se den cuenta del daño que hacen a la gente a la que dicen querer ayudar con su ignaro paternalismo. La demagogia y el intervencionismo puede que den votos pero desde luego no sirven para arreglar los problemas de la gente. Al revés, los perpetúan y agravan. El caso andaluz es un magnífico ejemplo.

Decía Bastiat que el estado es esa ficción mediante la cual todos pretenden vivir a costa de los demás. Hasta ahora, Europa se ha venido sustentando en esa ficción, razón por la cual se ha venido poblando de burócratas metomentodo, incapaces de entender cómo funciona una economía. Que no existe ninguna suma cero. Que no hay tal tarta que repartir sino recetas políticas que permiten que esa tarta siga creciendo y otras –las suyas, las de los socialistas de todos los partidos- que paralizan ese crecimiento.
Esperemos que, después de tantos años de ficción y de embeleco, a Europa por fin le esté llegando la hora de aterrizar en la realidad. Ojalá. Nada sería mejor para los europeos y, dentro de ellos, muy especialmente para los andaluces.

A lo mejor mi explicación le ha parecido larga a alguien, pero estas cosas abstrusas de la economía es difícil explicarlas en menos espacio. Además, como en Andalucía parece que no hay nadie dispuesto a decirlas, modestamente he querido hacerlo yo, no sé si con mayor o menor claridad, pero sí pretendiendo aportar algo nuevo al debate. Por si a alguien le sirve.

 
At 22 diciembre, 2005 15:34, Anonymous Anónimo said...

Afirmar como hace Mónica que, por principio, todo subsidio es malo, es no tener ni puñetera idea de lo que se estña hablando. Los subsidios son consustanciales a una economía de mercado como la actual,una mezcla bastante proporcional del modelo capitalista y el modelo socialista. La resultante, por eso es una pamplina que PP y PSOE pretendan escenificar diferencias económicas que no existen entre ellos, es esta economia en la que junto al libre mercado, el Estado se reserva una cierta intervención de los mercados, así como alguna planificación. En ese contexto, las subvenciones no son ni buenas ni malas, sin parte del sistema. No seamos tan simples de reducir las ayudas públicas a un debate tan elemental. Otra cosa es que la clase política utilice las ayudas para crear una red clientelar.Pero eso, queridos, no tiene nada que ver con la economía. Eso es política.

Saludos a todos y a todas.

Honorato.

 
At 22 diciembre, 2005 16:24, Anonymous Anónimo said...

Eso es que siempre dicen los que se han especializado en partir y repartir desde arriba. Y los que se lo llevan crudo a base del esfuerzo y la ingenuidad de otros.

Así que, señores políticos, menos quedarse con el personal, menos atracar a la gente a base de impuestos y trabas para luego fingir que se la ayuda con su propio dinero; menos subvenciones y más dejar de impedir desde el poder que la gente se espabile y aprenda a nadar.

Eso no sé si será política o economía. A mí me parece que más bien es sentido común.

 
At 24 diciembre, 2005 02:34, Anonymous Anónimo said...

Afirmar como hace Mónica que, por principio, todo subsidio es malo, es no tener ni puñetera idea de lo que se estña hablando.

¿Me puedes decir dónde está el error del razonamiento de Mónica? Porque para no tener ni puñetera idea ella ha aportado argumentos (precios, preferencias de los consumidores, disponibilidad de los recursos, avances tecnológicos), pero en tu caso no hay ninguno.

Los subsidios son consustanciales a una economía de mercado como la actual,una mezcla bastante proporcional del modelo capitalista y el modelo socialista

¿Qué ventaja tiene el modelo socialista? Aún no conozco ninguna economía que no haya sido destrozada por la arrogancia del planificador, que cree conocer mejor que los propios ciudadanos lo que le conviene. Y si vas a mencionar el famoso modelo sueco quizás te interesaría estudiar su PIB per cápita y su crecimiento a lo largo del tiempo: crecimiento espectacular a principios del siglo XX, anquilosamiento con el socialismo, y resurgimiento en cuanto se ha liberalizado la enseñanza, la sanidad y otros sectores.

La resultante, por eso es una pamplina que PP y PSOE pretendan escenificar diferencias económicas que no existen entre ellos, es esta economia en la que junto al libre mercado, el Estado se reserva una cierta intervención de los mercados, así como alguna planificación

Existen diferencias económicas importantes. Aunque el PP guarde ciertas dosis de intervencionismo importantes, operaciones políticas como la OPA de Gas Natural sobre Endesa, el intento de toma al asalto de Telefónica o BBVA, el asalto con éxito a Repsol que acabó con la imposición del comisario político, el intervencionismo en el mercado de la vivienda, y demás sucesos sólo tiene como consecuencia que el consumidor se vea perjudicado con bienes y servicios más caros, y que dicha carestía vaya a parar a los ricos, que pueden sobornar al político. El intervencionismo, y por ende el modelo socialista, en la economía sólo sirve para enriquecer a los que ya son ricos a costa de los que no lo son, a la vez que impide el desarrollo de los pobres. No es casualidad que las regiones más pobres de España sean las gobernadas por el PSOE, y es que su modelo no sirve.

En ese contexto, las subvenciones no son ni buenas ni malas, sin parte del sistema. No seamos tan simples de reducir las ayudas públicas a un debate tan elemental.

Desgraciadamente para los políticos la realidad es simple y se tienen que inventar excusas complejas para disimular que lo hacen mal. Toda subvención es un gasto público y como tal tiene que salir de los impuestos. Los impuestos detraen recursos de los ciudadanos que no pueden gastarlos e invertirlos según sus preferencias. Las subvenciones se otorgan según las preferencias de los políticos que no pueden coincidir con la de cada uno de los ciudadanos por lo que está disminuyendo la satisfacción de los ciudadanos. Si el impuesto se aplica a empresas extrae recursos de las empresas más eficientes (es decir que son preferidas por los consumidores) para otorgarlas a ineficientes (que si no lo son es porque no son preferidas por los ciudadanos). En resumen las subvenciones disminuyen la satisfacción del consumidor.

 

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