El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

06 enero 2012

Riesgo asumido


Existen, claro que existen. Tú quizás creías que los Reyes Magos sólo existen de verdad, con intensidad, en la niñez, pero que luego toda esa magia se desvanece, desaparece de la vida a medida que la realidad crece a nuestro alrededor; se agigantan las certezas y las limitaciones, y en la balanza se va quedando abrumada, empequeñecida, la inocencia. En eso tienes razón, todos lo hemos pensado alguna vez, que la niñez es la única patria de la felicidad, de la felicidad total, porque sólo entonces, en ese periodo de la vida, el ser humano se deja guiar exclusivamente por esa combinación perfecta de credulidad y de inconsciencia que conocemos como inocencia. Cuando eso sucede, cuando es la inocencia la que nos despierta cada mañana, se despliega un universo de imaginación en el que todo es posible; cualquier cosa se hace realidad ante tus ojos porque en las películas el malo siempre sale derrotado, porque el horizonte del día es el patio del colegio, porque no existen los sinsabores, ni las frustraciones, ni el desamor. En la niñez no existe el pasado, sólo el presente; ni siquiera inquieta el futuro porque en la mente de un niño esos cálculos no alcanzan y porque los planes del mañana están tan lejos que se pierden en el infinito de una vida por andar.

La felicidad se acaba cuando se convierte en un sentimiento incompleto, cuando ya no es posible abstraerse en un instante de satisfacción sin pensar en lo que hemos perdido, en lo que se ha truncado, en lo que se ha roto y nunca más podrá volverse a componer. Por eso, porque todos sabemos que la felicidad tiene su tiempo ceñido a la niñez, lo que ocurre en un día como hoy, este estado de ilusión colectiva, acaba demostrándonos que los Reyes Magos sí existen. Sólo hoy, sólo por unas horas, todo el mundo vuelve a mirar a través de los ojos de un niño. Sólo por la madrugada que acabas de vivir, sólo por el despertar de esta mañana, que no existe ningún sobresalto igual. Fíjate, por ejemplo, en la sentencia que hace unas semanas dictó un juez de Huelva, el magistrado Javier Pérez Minaya, y vas a comprobar lo que te digo. Una mujer había demandado al Rey Baltasar por el caramelazo que recibió durante la Cabalgata y el juez, en su sentencia, decidió sobreseer el caso. Y eso que, nada más comenzar a redactar la sentencia, el juez admitía que no podía ser objetivo en el proceso ya que entre él y el Rey Baltasar «existe una relación de amistad íntima». De hecho, Baltasar, el denunciado, «con el concurso del Rey Melchor y del Rey Gaspar, han venido ofreciéndome anhelados presentes cada seis de enero». Aún así, el juez de Huelva tiró de argumentos jurídicos y absolvió al Rey Baltasar por la sencilla razón de que cuando cada uno de nosotros decide acudir a una cabalgata de Reyes Magos ya sabe que habrá carrozas desde la que se lanzarán caramelos. «Y un caramelazo, como un balonazo en un partido de fútbol, o una cornada en San Fermín, es un riesgo asumido», acababa argumentando el juez en su sentencia.

Dime tú, ahora, después de haber conocido esta sentencia, si no podemos zanjar ya de una vez el debate sobre la existencia de los Reyes Magos, si hasta contamos ya con documentos oficiales que los citan como personas físicas. Y más allá de eso, dime tú ahora, con el erial de sinsabores que estamos atravesando, si este periodo expansivo de ilusión colectiva no es la prueba definitiva de su existencia. Es aquello de Unamuno: «De razones vive un hombre; de sueños sobrevive». Sólo hoy, sólo por unas horas; ese es el verdadero riesgo asumido por todos, volver a la inocencia, a la inconsciencia. Que mañana ya amanecerá otro día más.

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