El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

13 diciembre 2011

El conde necio



El coraje del necio siempre tiene que nacer de su osadía inconsciente. Se es necio porque se es osado, o al revés, porque el caso es que de esa Babia brotan, sin mesura, sandeces y provocaciones que, para colmo, se acaban ofreciendo como muestras inequívocas de un gran coraje. Lo que le ha ocurrido ahora Cayetano Luis Martínez de Irujo y Fitz-James Stuar, Conde de Salvatierra, es justamente eso, que le habrán hecho creer que sólo él es capaz de cantar las cuarenta, de desvelar aquello que nadie es capaz de denunciar; que ha tenido que venir un follonero catalán a su finca para que todo el mundo se entere de lo que ocurre en Andalucía. Es la osadía del necio, del cínico, utilizada en su beneficio por la insufrible displicencia catalana de superioridad. Y ni unos ni otros saben de qué están hablando, acaso porque tampoco les importa.

Por principios, un conde no pueden dar lecciones de justicia social. Entre otras cosas por su propio bien, para evitarle el patetismo cruel en el que acaba sucumbiendo. Si Cayetano se convirtió ayer en el líder indiscutible de las redes sociales (fue ‘trending topics’ en twitter) no fue por valentía, fue líder porque el personal se tenía que restregar los ojos cuando lo veía allí, en su sofá, con su cara de pijo, su acento de pijo, su casa de pijo, dando lecciones de trabajo, de esfuerzo, de dedicación. «A nadie le regalan nada», decía en su entrevista Cayetano Martínez de Irujo, propietario por herencia de varias decenas de miles de hectáreas, y la inclinación natural era la de propinarle un codazo al que estuviera al lado para que no se pierda el espectáculo del conde metido a filósofo y consejero.

Es tan bobo e inconsciente el discurso del conde, que resulta que, de los casi ocho millones de habitantes que pululan por Andalucía, quizá no se puedan contar con los dedos de una mano los que tienen más motivos para callarse que Cayetano Martínez de Irujo. Un solo dato: con la crisis, desde Bruselas se ha comenzado a deslizar que en el futuro tendrán que limitarse las ayudas agrarias que se aprueban cada año. El objetivo expresado es que se establezca un tope y que ningún propietario pueda cobrar ni un céntimo por encima de esa cantidad. La cifra que se quiere establecer de tope son trescientos mil euros. ¿Y saben qué? Pues que esa cantidad, trescientos mil euros, es la décima parte de lo que recibe la Casa de Alba anualmente de ayudas de la Unión Europea. ¿Cómo puede el conde pontificar sobre la cultura de la subvención cuando la Casa de Alba se arruinaría directamente si se suprimieran esas ayudas?

La Casa de Alba le aporta a Andalucía y a España cultura, historia y patrimonio. Discutirlo o cuestionarlo es un síntoma de idiotez. Pero, que se sepa, de lo que nunca han sido referentes los miembros de la Casa de Alba es de promover, con las infinitas posibilidades que les ha dado la cuna, la cultura emprendedora, la innovación, el desarrollo. La Casa de Alba es una institución respetable, aunque sus moradores se despeñen por la frivolidad. Y la cultura de la subvención es una realidad lacerante que, por desgracia, no sólo afecta en Europa al campo andaluz. Es un debate largo y complejo que no se resuelve con el trazo grueso del PER. Eso es una osadía propia de necios. Tan fácil, tan banal, como retratar a este conde con aquellos versos de Machado que hablaban de un señorito andaluz, «diestro en manejar el caballo y un maestro en refrescar manzanilla».

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