El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

17 enero 2012

Prueba de cargo


Cada proceso judicial es igual y distinto al anterior. Son distintos porque, como todas las acciones protagonizadas por el ser humano, no existen en esta vida dos acontecimientos exactamente iguales, idénticos, sino que cada uno de impregna de las características propias de la persona o personas que lo protagonizan. Pero, a la vez, todos los casos judiciales pueden acabar parciéndose porque, ciertamente, todos ellos se tienen que resolver con la aplicación, casi aritmética, de las mismas leyes. Es decir, las reglas del juego en un Estado de Derecho son las mismas para todos y,por esa razón, incluso dos asuntos que nada tienen que ver entre sí pueden acabar presentando numerosas similitudes. Pensemos, por ejemplo, en la sentencia reciente del asesinato de Marta del Castillo y en la investigación judicial de los falsos ERE, el fraude masivo de las ayudas de Empleo en la Junta de Andalucía. ¿Qué tiene que ver uno y otro caso? Nada, ciertamente, pero sí que se pueden comparar en la investigación, en la instrucción del caso, y acabaran pareciéndonos dos gotas de agua.

La sentencia del Marta del Castillo que tanta escandalera demagógica ha levantado no se explica sin la investigación judicial, sin la instrucción del proceso. Los fallos de entonces, la impotencia de entonces al no poder demostrar fehacientemente lo que había ocurrido con Marta del Castillo, se trasladan directamente hasta la sala del juicio y acaban plasmándose en la sentencia. Las condenas equivalen a lo que durante la instrucción de un proceso, o posteriormente en la vista oral, se puede demostrar. “Para condenar hace falta la certeza de la culpabilidad obtenido de la valoración de la prueba. Compo es la inocencia la que se presume cierta, si el juez no tiene ‘certeza de la autoría’ debe absorver, porque sólo ñla certezz desvirtúa la presunción de inocencia. Sólo desde el convecimiento firme se puede condenar”, dice la sentencie de Marta del Castillo en uno de sus mejores párrafos. Sobre los compinches del asesino sólo pesaban sus declaraciones ante la Policía, todo lo demás podía perderse en especulaciones e hipótesis contradictorias. Y resulta que la declaración de un acusado ante la Poilicía no tiene carácter de prueba en un juicio, con lo cual, toda la acusación se desvanecía.


Una de las anomalías más llamativas del fraude de los ERE, subrayada aquí en otras ocasiones, es que, a pesar del tiempo transcurrido desde que se inciaron las investigaciones y, a pesar, sobre todo, del volumen que ha alcanzado ya el caso, el principal imputado de esa trama, el ex director general de Empleo, todavía no ha sido llamado a declarar ante la jueza. Todo lo que ha dicho ante la Policía se desvanecerá mañana si lo niega cuando se persone ante el juez. Que es, exactamente, lo que hicieron los compinches del asesino de Marta del Castillo. Por fortuna, el fraude de los ERE no se sustenta sólo en las declaraciones del ex director general de Empleo, aquellas en las que admitía la existencia de ‘fondo de reptiles’, pero no puede parecernos normal que ni un solo responsable político de esa trama haya comparecido aún en una sede judicial, acompañados de las garantías que les otorga un Estado de Derecho. Los defectos de la instrucción serán impotencia y frustración en la sentencia. Conviene saberlo hoy, para no lamentarlo mañana con aspavientos.

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