Regresión
Nada más inútil y generalizado que la formulación de hipótesis a partir de acontecimientos que ya pasaron. Cuántas energías no habrá derrochado el hombre, a lo largo de la historia, en ese ejercicio estéril que consiste en mirar atrás y, a partir de esa mirada, empezar a calcular qué habría sucedido si en vez de decir o hacer lo que hizo, hubiera dicho o hecho lo contrario. Nos ocurre a todos, se instala en nosotros como un mecanismo mental inevitable que nos lleva siempre de vuelta a lo que pudo haber sido, quizá porque nunca hemos llegado a comprender bien aquello que dijo el poeta, que el pasado no es más que un prólogo. O quizá, simplemente, porque nos gusta abrazarnos a la nostalgia, que es el único sentimiento dulce que nos reserva el pasado. Todo lo demás, es inútil regresión.
Ahora, por ejemplo, entre muchos socialistas andaluces se ha instalado esa constante histórica de elaborar hipótesis sobre lo que estaría ocurriendo si hace dos años, en una primavera como ésta, el presidente Zapatero no decide quitar a Chaves de la presidencia de la Junta de Andalucía. Lo dicen porque el valor político generalizado que todo el mundo le concede a Chaves en el Partido Socialista es el de haber sabido armar un sistema proporcional, de intereses y ambiciones, con el que la estructura orgánica del partido se sentía a gusto, equilibrada, pacificada. A Chaves se le concedió, tras el agrio enfrentamiento de guerristas y renovadores, el papel de árbitro y éste lo ejecutó con tanta precisión milimétrica que los secretarios provinciales era, de hecho, quienes ponían y quitaban consejeros en el Gobierno. Un sistema de cuotas como otro cualquiera en el que Chaves era otra cuota más que, además, armaba el puzle de cada congreso, de cada gobierno. Con Chaves, piensan, se fue el equilibrio; la estructura se desmoronó como una tienda de campaña a la que se le quita la varilla central.
Todo lo anterior, claro, es evidente. Pero si la regresión es un ejercicio inútil es porque la conclusión de todo ello no alcanza a decir que si Chaves siguiera al frente de la Junta de Andalucía, nada de lo que ocurre estaría pasando. En primero lugar porque se olvida que en las últimas elecciones, el deterioro electoral del PSOE comenzó a ser algo muy evidente, por mucho que se añoren ahora las mayorías absolutas. El declive comenzó con Chaves y se precipitó con Griñán. Sí, es verdad que Griñán es el menos habilidoso, el menos experimentado, el más débil, para contener las tormentas, pero la tormenta ya estaba ahí. Este aguacero de escándalos, desde el primero hasta el último, vienen de atrás; este nido de serpientes dislocadas se ha criado en treinta años de soberbia y hegemonía. Como esa leyenda popular que habla de la culebra que, de noche, mamaba de la teta de una mujer dormida y metía el rabo en la boca del bebé para que no llorase, para que se conformara con el engaño de aquel chupete frío de la cola de la serpiente. Pues ocurre ahora que se han bebido la leche y muchos lo han descubierto al despertar.
Ningún esfuerzo más inútil que este ejercicio de querer explicarnos el presente con remordimientos del pasado. Hay un proverbio árabe que dice: “Cuatro cosas hay que nunca vuelven más: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada”. Las cuatro cosas forman parte del pasado del PSOE de Andalucía y, al contemplarlas ahora, sólo constituyen el prólogo de lo que está pasando. Habrá más.
Etiquetas: Andalucía, Junta de Andalucía, Política, PSOE
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