El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

04 abril 2011

Tralará



“Ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras. Tralará. Por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas”. Y Zapatero no ha renunciado a ser candidato porque la presión de las encuestas lo haya vapuleado, ni porque la baraka que lo aupó se haya transformado en badana que le zurra. Zapatero, que corre por el mar como las liebres, ha renunciado a presentarse a candidato por tercera vez porque ya lo tenía pensado. Hace años que lo tenía pensado, desde que llegó a la presidencia lo sabía. Y se lo había callado. Renuncia porque quiere darnos a todos una lección de democracia. Con ocho basta. Se va por un sentimiento profundo de renovación, de modestia, de saberse prescindible como todos los demás. Cualquiera puede ser presidente, Sonsoles, y cualquiera puede dimitir en un fin de semana de abril. Tralará.

“Ahora que vamos despacio, vamos a contar mentiras. Me encontré con un ciruelo, cargadito de manzanas. Tralará”. Y Zapatero no se va porque los suyos lo hayan presionado, porque los candidatos se hayan hartado de que en los mítines les invoquen el desastre de Zetapé con más fulgor que la foto de las Azores, porque su imagen se haya transformado en un remedo de la inutilidad, del engaño, de la torpeza, de la impostura. Zapatero no se va porque sea un lastre para los suyos, que ahora le aplauden a rabiar a los mítines a los que acude porque saben que ya se ha ido, y en España no hay nada que guste más que aplaudirle a un muerto camino del cementerio. En la política es igual. Como si en cada palmetada esbozaran un suspiro por el susto que han pasado de pensar que seguiría de candidato. No, Zapatero se va por un sentimiento profundo de deber con España, porque es lo mejor para el país, porque sólo un patriota como él es capaz de inmolarse con las reformas que nadie se atrevería en beneficio del futuro de su país. Porque sólo un estadista como él sabe que la estabilidad final de la economía la otorga un sacrificio en plena plaza pública. Tralará.

“Me encontré con un ciruelo, empecé a tirarle piedras, y caían avellanas. Tralará.” Que Zapatero no se va porque del zapaterismo ya no quede nada, porque aquel castillo de naipes se haya derrumbado con el primer soplo de los problemas económicos; de los problemas sociales. Zapatero, tralará, se marcha porque España necesitaba ofrecerle al mundo un ejercicio completo de democracia, de primarias. Cualquiera que analice un país en crisis diría lo mismo, que lo importante es que el Gobierno se descabece, que permanezca un año sin liderazgo y que se abra en canal ante la sociedad con un debate de elecciones primarias. Ese es lo que conviene, ése es el final de Zapatero, un adiós anticipado y un futuro incierto. Lo mejor para combatir la crisis que nunca existió. Tralará.

“Niño, no tires piedras, que no es mío el melonar, que es de una señora viuda que se acaba de casar.Tralará.” Porque se va Zapatero y en Andalucía ya todo se ha solucionado, que el escándalo de los Eres ya encuentra su final. Que el problema era el presidente de la baraka, el que ya se ha ido. Ahora que se ha quitado ese tapón, ya todo irá mejor; ya todo se olvidará. Lo de los Eres lo dicen su conjugación, es pasado; tampoco las prejubilaciones amañadas ni los sindicatos cobrando su comisión. Que ahora Griñán podrá subirse tranquilo a un ciruelo a coger manzanas. Tralará.

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