El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

10 noviembre 2010

Agujeros negros



Hay pocas cosas en la vida tan inquietantes como la dulce contemplación del universo en una noche estrellada. Una terraza en silencio, el humo de un cigarro, la inmensidad del cielo… y, zas, de pronto la calma se transforma en desasosiego; la serenidad del universo se convierte en angustia frente a lo desconocido; como soñar que nos caemos de un barco en alta mar, de noche, y nos quedamos allí flotando, un puntito entre olas, perdidos. Comenzamos, primero, con la absurda intención de imaginar qué se esconde detrás del universo, qué lo envuelve, y acabamos pensando en la noticia aquella que leímos sobre la existencia de los cientos de agujeros negros que se desplazan por la Vía Láctea a cuatro mil kilómetros por segundo, engullendo a su paso planetas, estrellas o, incluso sistemas solares. ¿Cientos de agujeros negros? ¿A cuatro mil kilómetros por segundo? ¿Devorando todo lo que encuentra a su paso? ¿Y yo aquí, sentado en la terraza, tan campante, uniendo una y otra vez los puntitos del dichoso carro?

Reconozcamos, en cualquier caso, que pocos descubrimientos del universo tienen nombres tan apropiados como éste de los ‘agujeros negros’ porque, además de inquietante y siniestro, nos traslada directamente a un viejo concepto de la especie humana: aquello que es incapaz de satisfacerse. De hecho, antes que en el Universo el concepto tendría que haberse aplicado a la política, a las redes burocráticas que lo engullen todo. La contemplación de los gráficos que se publican sobre las redes burocráticas de las administraciones públicas ha comenzado a producir en mí la misma sensación de asfixia, de angustia. Agujero negro, que es la imagen gráfica con la que representaríamos un pozo sin fondo.

Ahora, con la tiesura, se ha vuelto a plantear la evidencia de que el modelo de Estado que se ha construido en España está pendiente de revisión. Quien primero lo dijo fue el presidente de Extremadura (“Igual no tiene sentido que las 17 autonomías tengamos 17 de todo") y más recientemente lo ha planteado el mandamás del Santander y el presidente del PP, Mariano Rajoy. Lo curioso es que, pese al origen diverso de la tesis, la corriente que ya ha comenzado a imponerse en el PSOE es la de que la revisión del Estado de las Autonomías es un concepto de derecha. En breve, el PSOE comenzará a difundir por todas las instituciones mociones de apoyo al actual sistema. Dicen que “el actual modelo autonómico de Andalucía se resume en 30 años prósperos" y que, gracias a eso, “Andalucía se ha convertido en modelo a seguir por los demás territorios”. Con esos argumentos, que son los de siempre, ya se puede dar por finalizado el debate. A partir de ahora, la mera propuesta del debate, del análisis, será tachada de involución, cualquier crítica será reaccionaria y centralista. El agujero negro ha vuelto a imponerse. Esta vez se va a tragar el debate entero.

El vértigo de la inmensidad del mar, del universo, de todo lo inagotable que nos hace sentirnos pequeños, diminutos. Qué inquietante es la contemplación de lo inabarcable. Hasta Zucchero nos advirtió de la existencia de ese vértigo en unos simples ojos negros. “Un viaggio in fondo ai tuoi occhi”. Aunque quizá sea éste el único desconcierto admisible.

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