El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

19 febrero 2010

Semejanza fatal



Existe un paralelismo tormentoso entre los últimos años del Gobierno de Felipe González y el ocaso que ya se anuncia en el Gobierno de Zapatero. En los dos finales de ciclo, separados por casi quince años, rugen dos escándalos gemelos: la lucha contra ETA por métodos al margen de la legalidad y el susto de la quiebra de la Seguridad Social. La coincidencia es tan notable que, por la diferencia abismal que existe entre González y Zapatero, por la distancia que se adivina entre el PSOE de entonces y el de ahora, esa semejanza puede conducir incluso a preguntarnos si, en realidad, no se trata de una mera coincidencia sino que forma parte de su esencia como partido político; como si la tendencia natural del PSOE cuando gobierna fuera conducir al desastre la lucha contra el terrorismo y arruinar las arcas de las pensiones, de la misma forma que, por genética, es capaz de impulsar indudables avances sociales.

En lo referente a las pensiones, el paralelismo es casi idéntico. Aunque el debate planteado por el Gobierno De Zapatero estos días parece nuevo, también entonces, la legislatura del 93 al 96, año en el que el PSOE perdió las elecciones (“la dulce derrota”), las alertas del entonces ministro de Economía, Pedro Solbes, eran las mismas: El descenso de las cotizaciones y el incremento de los gastos del sistema por el envejecimiento de la población ponían en duda la estabilidad del sistema. Aquello culminó con la firma del Pacto de Toledo, en abril de 1995. La aplicación efectiva del Pacto de Toledo corrió a cargo del Gobierno entrante de Aznar y, si damos por ciertas las reiteradas declaraciones de Javier Arenas, ministro de Trabajo del 96, lo que se encontraron al llegar fue una Seguridad Social al borde de la quiebra. Si miramos hacia atrás, el debate sobre el futuro de las pensiones había desaparecido de la crónica política hasta estos días. Y otra vez la solución se remite al pacto de Toledo en un momento en el que las encuestas aseguran que el PSOE perderá las próximas elecciones.

Más preocupante es el segundo mimetismo, la lucha contra ETA por métodos al margen de la Ley. Lo que tienen en común el GAL y el proceso de Paz es justamente eso, el desprecio a la ley. El atajo, la trampa, las cañerías. ¿O es que lo ocurrido en el triste episodio del Bar Faisán no dicta justamente eso, la burla a la legalidad, la ocultación y el engaño? Un ministro del Interior acabó en la cárcel por el GAL y un ministro del Interior está ahora en la picota por el Bar Faisán. Con el mismo objetivo, acabar con la banda terrorista ETA, la guerra sucia del Gal y el aparente buenismo del Proceso de Paz, acaban enfangados en el desprecio del Estado de Derecho. Como recuerda la Audiencia ahora con una frase sobre el escándalo del Bar Faisán que seguro que se contiene igual en algunos sumarios del GAL: presuntos delitos que, de ser ciertos, "adquieren una gravedad sin precedentes en la historia de la lucha contra el terrorismo en España".

Otrosí: El desprecio a las formas, la ignorancia de la separación de poderes es, en su justa proporción, lo que acaba de ocurrir ahora con la declaración del presidente del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Augusto Méndez de Lugo, como hijo predilecto de Andalucía. Tal y como se realiza en Andalucía, la declaración de hijos predilectos y una buena parte de las medallas tiene que ver más con los premios y castigos del PSOE gobernantes que con la selección neutral y ponderada da de méritos de los condecorados. Tan grave es que el Gobierno andaluz proponga a Méndez de Lugo como que éste acepte el nombramiento.

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