Partido Gitano
En ningún lado como en España se exploran más caminos para avanzar en la evolución histórica del socialismo. Sólo que lo de aquí es pintoresco antes que ideológico, absurdo y disparatado antes que razonable, ocurrente antes que intelectual. La vinculación del socialismo con el nacionalismo, por ejemplo, puede ya pasar a la historia de la carambola ideológica porque se ha logrado unir, sin más, dos conceptos antitéticos, tan opuestos entre sí como son el localismo y el internacionalismo, el terruño y la universalidad. Por primera vez en la historia de la ciencia política se demuestra que soplar y sorber a la vez es posible. Ahí está para ratificarlo el socialismo convertido el catalanismo, la defensa de privilegios para un territorio, en una seña de identidad del progresismo. Y el incremento de fondos públicos para las rentas más altas, en un síntoma inequívoco de la solidaridad. Y la obediencia ciega, acrítica, es la demostración fehaciente de pertenencia a la izquierda porque con el silencio se logra «no hacerle el juego a la derecha», con lo que se cierra el círculo ya que el nacionalismo catalán es, ha sido siempre, un movimiento de derechas, oscilando entre conservadores apacibles y reaccionarios desaforados.
Tras la cabriola catalana, ahora se anuncia en Andalucía una interesante pirueta, experimental, marginal si quieren, pero digna de estudio: un partido socialista gitano. Nacerá en Jerez de la Frontera, lo han anunciado estos días, y como en la ciudad hay mucha agitación cuando llega diciembre, siempre nos quedará la imagen de un partido nacido al calor de las zambombas, del anís y los peroles, en un ambiente de Navidad, de anuncio, de llegada. Dice el portavoz del nuevo partido, que su objetivo es que los gitanos estén representados en el Ayuntamiento para convertirse en «altavoz» de los problemas del colectivo y que su espectro ideológico se resume en «el socialismo de patio de vecinos». La definición, desde luego, es antológica.
Si el gran desafío del socialismo moderno ha sido adaptar su discurso a la transformación de la clase obrera en clase media, los gitanos de Jerez ofrecen una salida sencilla: socialismo de patio de vecino. Porque aunque el patio de vecinos ya no existe, aunque las comunidades de propietarios son frías e impersonales, se mantiene el concepto. Y un socialismo de patio de vecinos debe ser un socialismo elemental, nada sofisticado. A su modo, es lo que ya planteó el PSOE andaluz cuando presentó su ‘laboratorio de ideas’ y advirtió que huirían de los debates para «sesudos intelectuales». Se alumbra, por tanto, un socialismo campechano, que supera las contradicciones sobre la inexistente lucha de clases y que se sobrepone incluso a la sofisticación del mensaje, con lo que se conecta a la perfección con el imperio de la mercadotecnia en la política actual.
A partir de ahí, el Partido socialista Gitano no tendrá que preocuparse de resolver otros debates internos. Para qué. Como la persistente discriminación de la mujer en el mundo gitano; que ya veremos hasta la consagración de la boda gitana, con su pañuelo manchado de sangre de virginidad, como un exponente cultural. Sólo hay que extrapolar la sentencia reciente del Tribunal de Estrasburgo que otorga el cobro de la pensión de viudedad a una mujer que se casó por el rito gitano, para reivindicar el como derecho. O la postergación de las comunidades gitanas en el extrarradio de las ciudades como una respetable forma de vida, su incapacidad pertinaz para la integración, como una seña de identidad, una tradición histórica que debemos respetar.
Etiquetas: Política, PSOE, socialismo
1 Comments:
querido primo lo del pañuelo manchado de sangre bajo mi punto de vista "sobra"
Publicar un comentario
<< Home