El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

11 enero 2010

A dos manos



“Que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha”. Es curioso cómo la evolución de algunas expresiones a lo largo de la historia las llevan a tomar un significado diametralmente contrario al original. En nuestros días, lo habitual es que esta frase se refiera siempre a la actividad política y, sobre todo, al ejercicio del poder. Y cuando la pronunciamos la empleamos como sinónimo del pragmatismo maquiavélico, ocultación e hipocresía porque el fin siempre justifica los medios; la siniestra interpretación de un lado oscuro del gobierno, las cañerías del poder. Sin embargo, cuando el Evangelio de San Mateo, que es de donde procede la cita, se refiere a esta expresión de Jesús lo hace en el sentido justamente contrario, lo hace como metáfora de discreción y de humildad. Que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda, dice el texto evangélico, cuando se refiere a la hipocresía de dar limosnas y exhibirse como ejemplo de bondad; “cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres (…) Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha”.

¿Qué puede llevar a una degeneración tan radical de una expresión? De la discreción a la ocultación, de la humildad de una limosna anónima a la soberbia vanidosa del poder. Pero más allá, lo más relevante es que, pese a la deformación del sentido inicial, la transformación no ha provocado que la expresión adquiera un carácter peyorativo; no cuando alguien la expresa lo hace como sinónimo de buen gobernante, habilidoso y experimentado. Se dice “que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha” y la cita se emplea con la misma intención con la que Maquiavelo le escribió un tratado a su príncipe. Consejos para gobernar porque Maquiavelo no es un tipo malvado, siniestro, sino un fiel y leal consejero del poder. Como aquella vez que le hablaba al príncipe de sus posibles adversarios. “Una regla general que nunca o casi nunca falla: quien favorece el poder de otro, labra su propia ruina”, escribía Maquiavelo. Otra máxima que sigue de actualidad: el sectarismo.

Acaba de empezar el año y, frente a la invocación de lo efímero que imponen los días que van pasando, los casos de corrupción que arrastramos van y vienen en la agenda, sin desaparecer. Revolotean en torno al poder porque en todos ellos imaginamos una responsabilidad que se oculta, que no conocemos. Sabemos de la mano izquierda, conocemos su responsabilidad por los sumarios judiciales, pero se intuye que también existe una mano derecha que, por acción o por omisión, conocía la comisión ilegal que se cobraba, las facturas falsas que se emitían, las subvenciones irregulares que se otorgaban. La mano izquierda llega al juzgado sin la mano derecha, fieles a la instrucción de la cita bíblica que divide en dos un solo cuerpo, una sola mente. Y luego, cuando la mano izquierda sea condenada, siempre le quedará el consuelo de que la mano derecha, agradecida, saldrá a rescatarla, a compensarla. A dos manos. Así funciona esto. En todos los sentidos.


Imagen: James Coignard

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2 Comments:

At 11 enero, 2010 13:28, Blogger Liz said...

Me gustan reflexiones.

Gracias.

 
At 14 mayo, 2010 04:23, Blogger Amurpo said...

no soy religioso pero me gusta la frase

 

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