Conquista de ortigas
Primero fue una bandera que cuando ondeaba dibujaba en el aire sueños de igualdad. Era un símbolo que los hombres y las mujeres enarbolaban, lo agitaban sobre sus cabezas con los dientes apretados por la rabia saturada de decenios de postración. Primero fue un grito que cuando estallaba en las calles se rompía en miles de bocas que pedían autonomía y libertad. Y aquel grito de todos tronaba como un eco eterno, que no pensaba extinguirse más, porque decían que Andalucía, por fin, iba a salir del subdesarrollo, del olvido, del tópico. Que los andaluces, al fin, iban a escapar de la gracia y el salero, del espíritu burlón y del alma quieta, que se pondrían en pie para exigir lo que la historia les había arrebatado: la igualdad de trato con respecto a otras regiones de España. Aquella bandera de reivindicaciones, aquella promesa de igualdad, fue la que movilizó a la sociedad andaluza; la que convenció a los andaluces de que lucharan por su autonomía. La bandera era el anuncio de un agravio reparado, satisfecho. La bandera que nos convenció de la autonomía era, por encima de todo, la reparación de una ‘deuda histórica’.
Quien no contemple ahora, treinta años después, el final de la ‘deuda histórica’ desde esa perspectiva, quizá no entienda nada; quien no repare en lo esencial, en el sueño del que nació la deuda histórica, no podrá descifrar el simbolismo que encierra este epílogo triste y miserable de solares a cambio del sueño de una reparación histórica. Gracias al simbolismo, a lo etéreo, nació la autonomía andaluza. El engaño, el oportunismo, la falsedad y el olvido, que es cuanto hemos vivido durante todos estos años cada vez que se hablaba de deuda histórica, equivale a la mayor estafa que se pueda cometer ante un pueblo.
Y no porque, treinta años después, tenga sentido ponerse a evaluar ahora cuál es el déficit hospitalario o educativo de Andalucía con respecto a la media española, y exigir una cuantificación acorde con esa diferencia. No, si en Andalucía existen hoy menos camas que en Cataluña o en el País Vasco, si existen menos carreteras, menos centros de investigación, si tenemos escuelas en ruinas o teatros que languidecen ya no es por culpa de decenios de postración en beneficio de otras regiones de España. Si todo eso ocurre la causa principal ya no es la historia sino el presente; la culpa del atraso andaluz ya no es de la postración histórica sino del despilfarro actual. Cientos de miles de millones de euros que han servido para crear una enorme burocracia política, un régimen político soberbio y apalancado, una inmensa maquinaria propagandística que sólo trabaja para la conquista del poder, para la victoria en las elecciones.
La ofensa no se produce porque alguien diga que la ‘deuda histórica’ ya no tiene sentido. Porque eso es verdad, treinta años después, treinta presupuestos autonómicos después, ya no tiene sentido. No, la ofensa no se produce por decir que la deuda histórica es un concepto caduco, la ofensa se produce cuando, como estos días, como hace poco en el Parlamento andaluz, alguien afirma que el PSOE ha cumplido con la ambición de entonces, de cuando las banderas dibujaban en el aire sueños de igualdad. Solares, terrenos baldíos, conquista de ortigas y jaramagos, cementerios de sueños en los que se pudren aquellas promesas que nos hicieron creer en la autonomía.
Etiquetas: Andalucía, Autonomías
2 Comments:
Cierto. Y lo triste es que la alternativa que hay para sustituir a estos apalancados es un partido que no cree en la autonomía andaluza más allá del tópico, de la gracia, el salero, del espíritu burlón y del alma quieta, del rociero del siempre así, el capillita que pierde el culo para ir y llevarse ganancias a Madrid.
Unos se creen "la Junta" y otros lo que quieren es cerrarla por derribo y nonaino.
Mientras los andaluces están perdiendo la oportunidad de gobernarse a si mismos. Eso sí pan y circo, subvenciones y polémicas anticatalanas, y el pueblo callaito.
PD. ¿Qué pinta el Parlamento andaluz opinando sobre lo que legisla su homólogo catalán?
Oportunidad perdida.
Se han perdido muchas oportunidades de ordenación de territorio en estos años.
Andalucía sigue manteniendo las mismas desigualdades con respecto a otras autonomías, yo diría todo el Sur... y en Castilla salvo las capitales de provincia, el resto es un desierto o acabará siéndolo.
Yo tampoco creo que los que puedan venir lo arreglen mientras lo que importe es conseguir votos a costa de...
Con ese sistema siempre ganan los mismos, las mismas Autonomías de siempre.
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