El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

26 octubre 2009

Sin fotos



No hay fotos de detenidos. La diferencia exclusiva entre el caso de corrupción destapado en El Ejido y todos los precedentes consiste en que en esta ocasión no hay fotos de detenidos a la salida del ayuntamiento, con la cara desencajada y un grupo de vecinos escupiéndoles insultos. “Chorizos, sinvergüenzas”. No, esa foto no existe. No hay imágenes en internet de los detenidos haciendo el paseíllo desde el furgón de policía hasta los juzgados, intentando ocultar las esposas con una carpeta o con la cara envuelta en una rebeca mientras los periodistas lanzan sus preguntas a la cara, como dardos. “¿Piensa dimitir?” No, esas imágenes no existen. Veinte personas han sido detenidas en El Ejido, muchas de ellas han acabado en la cárcel y otras tantas están en libertad bajo fianza, y no se ha publicado ni una sola foto. Ni una. ¿No les resulta extraño?

Si quieren, puede compararse lo sucedido en El Ejido con lo que pasó a mediados de agosto, cuando la policía detuvo a cinco concejales del Partido Popular de Baleares y les paseó esposados de dos en dos, bien a la vista de todos. “Los han tratado como animales (…) un trato humillante y vejatorio”, dijeron de aquel los propios sindicatos policiales. El ministro Rubalcaba, que no es de pedir disculpas, dijo entonces que la orden era justo la contraria, que no se esposara a los detenidos y que alguien, por su cuenta, decidió hacer lo contario. Acabó dimitiendo un comisario, uno de los últimos peldaños de la cadena de mando, mientras que en los cuarteles algunos policías se encogían de hombros y hacían sus cuentas de la vieja, ‘como era fin de semana, y la cosa está muy mal de personal, pues sólo había tres policías: tres policías, con tres grilletes y cinco detenidos… ¿Qué hacer? Pues nada, se esposa a los detenidos por la mano derecha y santas pascuas, problema resuelto…’ Esta vez, todo lo contrario. Los policías llegaron en varios furgones y acordonaron la puerta del Ayuntamiento; sellaron la entrada con su cadena de brazos cruzados y gesto serio, y ésa ha sido la única imagen que se tiene de la corrupción de El Ejido. Ni detenidos ni grilletes. Nada. Sólo un cordón policial. ¿Qué ha pasado esta vez?

Para explicar lo sucedido, habrá quien anteponga una razón política (“los detenidos eran socios del PSOE”), una intriga oculta (“el alcalde de El Ejido es un tipo con mucho poder y, sobre todo, con mucha información de mucha gente”) o un agravio elocuente (“si fueran concejales del PP, seguro que los habríamos visto esposados”). En el claroscuro del contraste enorme que existe entre las detenciones de El Ejido y todas las anteriores, caben siempre todas las interpretaciones. Por una vez, sin embargo, creo que la única verdad, la única explicación a la ausencia de fotos de detenidos en El Ejido es que el bochorno de las detenciones anteriores ha calado hondo en las fiscalías, en las jefaturas de policía y en los juzgados. Y por una vez, por primera vez, se ha reparado en que la norma no escrita de un Estado de Derecho es que la detención de los delincuentes debe realizarse, salvo cuando las circunstancias lo impidan, de la forma menos aparatosa, menos escandalosa y menos gravosa para los detenidos. Es eso que dijo ayer la madre del pirata detenido por España: “Sé que mi hijo es un bandido, un pirata, pero España no puede actuar como un estado pirata”. Esa evidencia, o sea, es la que se había olvidado aquí.

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