Siesta
Ahora que sabemos que Winston Churchill era un incondicional de la siesta y que, gracias a las cabezadas, pudo vencer a Hitler. Ahora que no hay dudas de que Leonardo da Vinci estableció que existe una relación directa entre la siesta y la lucidez. Ahora que en Inglaterra la siesta se ha puesto de moda, que en el Levante español las grandes fábricas de calzado se diseñan con salones enormes, en penumbra, para que los trabajadores echen un sueñecito después de comer.
Ahora que Bill Clinton confiesa que, a esa hora, le gusta más una siesta que un buen recital de saxo. Ahora que conocemos que Albert Einstein descubrió antes los misterios de la siesta que los de la relatividad. Ahora que la NASA ha elaborado un informe sobre los efectos positivos de la siesta, que si disminuye el riesgo de infarto, que si aumenta la productividad, que si combate la depresión. Ahora que resulta que los médicos aseguran que la siesta ayuda hasta a adelgazar, ahora, en este mismo instante, que no venga la Junta de Andalucía a estropearlo.
Ahora que el Parlamento de Westminster ha debatido la protesta de un diputado a favor de que la estafeta de correos cierre una hora todos los días después de comer; ahora que hasta las universidades parisinas, la Sorbona, defiende científicamente los beneficios de la siesta en el mundo laboral, que 20 minutos de reposo reduce el riesgo de accidentes y aumenta un 34% el rendimiento del trabajador. Ahora que en el Reino Unido se ha elaborado hasta un manual para dormir la siestas: «Encontrar un lugar tranquilo y sin ruido, tumbarse lo más plano posible, desconectar el móvil y el ordenador, apagar la luz, correr las cortinas y abrir la ventana si hace calor». Ahora, en fin, que el mundo ha descubierto la obviedad, que no venga la Junta de Andalucía a estropearlo.
Que la siesta, la hora sexta, la tenemos de herencia de la cultura romana, como el Derecho Romano, como otros grandes logros de la civilización. Y en estos tiempos, además, la siesta ya se duerme lo mismo en Madrid que en Córdoba, en Japón que en Estados Unidos, pero en el abanico de tópicos de España parece que la siesta forma parte de la identidad de los andaluces, la vagancia andaluza. Porque está en las entrañas de la sociedad española que el andaluz duerme la siesta, que el catalán ahorra, que el vasco o el navarro son trabajadores concienzudos y que el madrileño es de Madrid. O sea.
Por eso, ahora que la siesta se ha asociado a la inteligencia, a la productividad y a la eficacia, que no venga la Junta de Andalucía a estropearlo, como ahora en China, ofreciendo esta tierra como una Jauja de manjares y modorra. Que éstos son capaces de modificar el Estatuto para incorporar la siesta como hecho diferencial y declararla, además, competencia exclusiva. Sin saber que en China, la siesta se llama ‘xiu-xi’, y es un derecho protegido por la Constitución. Cosas de pueblos milenarios.
Etiquetas: Junta de Andalucía, Sociedad, Varios
5 Comments:
Maravilloso artículo. Me ha encantado. Me parece de lo mejor que has escrito, Javier. Enhorabuena. Esta tarde me echaré una siesta a tu salud.
"...que no venga la Junta de Andalucía a estropearlo, como ahora en China, ofreciendo esta tierra como una Jauja de manjares y modorra".
Vamos!!!, como lo lleven a cabo la Junta de Andalucía me parece que le hace falta una buena siesta, por aquello de que la siesta se ha asociado a la inteligencia.
Saludos y enhorabuena por el blog.
...Ahora que Bill Clinton confiesa que, a esa hora, le gusta más una siesta que un buen recital de saxo.
A menos que se lo interprete la la Lewinsky (o como se escriba), claro.
A Chaves no le inquieta el origen de la siesta como no le inquieta el origen ni los principios del socialismo.
A Chaves lo que le preocupa es que no le perturben el sueño.
...y se dan cuenta ahora, les llevamos años luz de ventaja en disfrutar de grandes placeres dela vida.
Despues de la familia,los amigos, unos gintonises con mucho limon.......... por favor una buena siesta de dos horitas (y en invierno con pijama).
EL articulo un 10.
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