El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

28 junio 2007

Kieto


El presidente Chaves planteó ayer en sus intervenciones del debate sobre el Estado de la Comunidad la gran pregunta de la política andaluza: «Si dicen que la democracia es alternancia, ¿por qué no se da esa posibilidad en Andalucía? ¿Por qué no existe una alternativa en Andalucía?». El presidente empleó la cita con distancia, «si dicen», porque él, según confesó, no cree que la alternancia sea un pilar esencial de la democracia, ni que la defina. Chaves prefiere algo más elemental: democracia es lo que decida el pueblo. Pero es verdad, de todas formas, que ésa es la gran cuestión de la autonomía.

Que sea, además, Chaves el que haga la pregunta le aporta un interés añadido al enigma, porque se ha convertido en el presidente más longevo de la región la persona a la que menos le ha interesado siempre la autonomía y la política andaluza. Un bucle más de incertidumbre, pues. Se convierte en virrey absoluto de Andalucía un tipo que ni luchó por la autonomía, ni controlaba el partido que le puso en la Junta, ni ha tenido jamás un proyecto de gobierno para esta comunidad, como acaso se apuntaba con Rafael Escuredo y, en menor medida, con Borbolla.

Chaves ha sido un fiel funcionario de su partido y, al ritmo cansino de sus discursos, lleva 17 años de presidente. Y ahora nos pregunta: «¿Por qué gano todas las elecciones?». Si la política fuera una ciencia exacta, la respuesta no tendría demasiada complicación, desde luego: Chaves no estaría de presidente ni el PSOE llevaría 25 años gobernando aquí. Y no porque Andalucía no haya progresado, que eso es evidente y hasta inevitable en una región destinatarias de ayudas preferentes de la Unión Europea; no hubiera gobernado de forma ininterrumpida porque ninguna de las mejoras que se han producido en los últimos 25 años son equiparables a las de otras regiones españolas o europeas que han contado con los mismos recursos, pero con distintos gobernantes.

Por mucho que se empeñe el presidente Chaves, la permanencia del PSOE en el Gobierno andaluz durante un cuarto de siglo no se explica por los proyectos desarrollados, por las autopistas construidas, por los puertos remodelados, por los ferrocarriles renovados, por los hospitales construidos, por los avances científicos de las universidades ni por la calidad de los colegios y juzgados. No. La única explicación es la enorme eficacia con la que el PSOE ha logrado dormir la política andaluza, acomodar a la sociedad y amordazar a los sectores críticos. Es verdad que la oposición nunca ha consolidado liderazgos ni proyectos sólidos en Andalucía, pero no debe ser ésta la razón del estancamiento cuando, como se decía antes, Chaves se ha convertido en el presidente más longevo a pesar de haber llegado con el cartel de ‘candidato a palos’.

La quietud de la autonomía es la clave de todo. Ya lo dijo Chaves en la sesión plenaria del Parlamento andaluz en una de sus reveladoras y divertidas equivocaciones. Dijo que él es un firme partidario del «Protocolo de Kieto».

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