Ojalá
Hay que leerlo varias veces, porque uno piensa que está equivocado. Que no puede ser. Uno de los artículos de opinión de la progresía, después de la muerte de seis militares españoles en el Líbano: «Ojalá hubiera sido una mina israelí». Nunca se puede llegar a imaginar que el odio ciegue tanto, que el sectarismo vomite estas bilis.
«Ojalá hubiera sido una mina israelí». Claro, que así no hay quiebras en el discurso antiamericano. Por eso ‘ojalá’, porque el problema es digerir y reconvertir que haya sido Al Qaeda y que los muertos sean soldados del país de la Alianza de las Civilizaciones; el problema es que Fatah al Islam pueda relacionar el coche bomba con el juicio del 11-M o con la recuperación de Al Andalus; el problema es que hayan muerto los soldados españoles en una de las ciudades desde las que Hizbolá lanzaba cohetes Katyusha a Israel y que, ahora, nos hayan colocado en el mismo papel, frente al mismo agresor.
«Ojalá hubiera sido Israel». Y, como no ha sido, surge el argumento retorcido del secretario de organización del PSOE. Todo lo que ocurre en Oriente Medio es fruto de la ocupación de Irak, de la Guerra de Irak. De Bush, Aznar y Blair, el trío de las Azores, que desestabilizaron la zona y por eso le colocan un coche bomba al ejército español. Como el 11-M. La explicación vuelve a su cauce.
Han muerto seis soldados españoles por una bomba de Al Qaeda y lo aconsejable, en esta selva podrida, es detenerse sólo en las palabras de los militares, de los familiares. He visto a una mujer que ha esperado el cadáver de su marido envuelta en la bandera de España en la explanada del aeropuerto; he visto a los padres que, llorando, se sienten orgullosos de sus hijos; he oído a los hermanos que recuerdan la última conversación, las palabras de consuelo, de tranquilidad. He oído a los paracaidistas, a los compañeros, orgullosos en su soledad. Y con miedo. Porque han aprendido que las misiones de paz sólo se despliegan en países que están en guerra. Que no hay paz si no se gana la guerra. Ellos no se engañan. «Corremos riesgos, es nuestro trabajo y hay que asumirlo. No llevamos margaritas, llevamos fusiles. Nos enfrentamos a terroristas».
Ojalá. Nunca un término ha expresado tanto. Porque ojalá viene del árabe wa sa allah (Que Alá lo quiera). Los andalusíes forjaron la palabra y la quiso prohibir después la Iglesia católica. Intento inútil, porque Al Andalus, el poso de aquella dominación, forma parte de la sociedad española, de la sociedad andaluza. Y esa es la única alianza de civilizaciones. No es ésta que invoca, inconsciente, a alá para poder mantener el discurso. «Ojalá fuera una mina de Israel». Pero no es así; es al revés, porque han colocado la bomba unos fanáticos que invocan a Alá.
«No deben morir ni por una mina israelí ni por cualquiera de los otros rencores enquistados. Pero ojalá hubiera sido una mina israelí. Un incidente aislado». Maruja Torres. De dónde les viene ese odio. A dónde nos conduce.
Etiquetas: Europa, Islamismo, Progresía, Terrorismo
4 Comments:
Javier: Aunque le des publicidad, es importante enlazar el artículo para qu elo lectores se hagan una idea más clara del mismo: Morir en Jiam
Javier, el odio les viene de su ignorancia, de su incompetencia, de su pasado franquista, de su incapacidad para progresar en el conocimiento.
Maruja Torres es el prototipo del progre.
Esta tipa,eleva y sublima su antiamericanismo y odio a Israel,hasta el punto de arrojarse en los brazos de los que no dudarían en cortarle el cuello y el clítoris,y lapidarla por quitame allá esos "burkhas".
Maruja,con su look de lider de la Asociación de Lesbianas Rústicas,es la misma que jaleaba e incitaba desde las ondas de la SER,al asalto de las sedes del PP los dias 12 y 13 de Marzo de 2004.
La misma,que llamaba "asesinos" a Aznar y a Acebes.
Una joya,la ninfa.
No hay por dónde cogerla. En la más benevolente de las interpretaciones (Ojalá haya sido una mina israelí por que entonces se trataría de un accidente aislado), llevaría implícito el reconocimiento de que de los israelíes se puede esperar mejor voluntad que de los islamistas. Pero conociendo el percal se puede descartar esta interpretación.
¿Y dónde me dejan a la otra que se despachó con lo de fusilar cada mañana unos pocos fachas?
¡Jo, qué tropa!
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