Absurdo
La política española oscila entre la crispación y el absurdo. Parece que no existe punto medio, y ayer mismo se le escapó en el Congreso al líder del PP, Mariano Rajoy, cuando, sin percatarse de que tenía el micrófono abierto, le confesó a Zaplana que la pregunta que iba a hacerle al presidente Zapatero era, sencillamente, absurda. «Pues anda que yo», le contestó el otro.
Es una anécdota, ya se sabe, y también que la legislatura está agotada políticamente, pero en otro momento, tan sólo tres días antes, el debate del Congreso se hubiera contaminado, como otras veces, de una atmósfera agria y tensa, una niebla de bronca y funeral, una guerra cruel en la que no se hacen prisioneros. Y de repente, chas, desaparece la tensión, se aligeran los discursos y se rellena el tiempo con el absurdo. Conversaciones para el ascensor. Que ya está empezando a hacer mucho calor.
Este cambio absoluto, en sólo tres días es, precisamente, lo que otorga a la anécdota de ayer un mayor valor, la que la hace trascender de la mera broma entre dos colegas de partido antes de comenzar una rueda de prensa. La política tiene siempre un elevado porcentaje de impostura, de interpretación, pero es imprescindible que las formas no suplanten al contenido. Y de un tiempo a esta parte, los actores de la política española están sobreactuados. Nada de lo que ha trascendido de la reunión entre Zapatero y Rajoy de hace tres días justifica un cambio así. También lo podemos mirar del revés, si ahora ha sido posible la distensión completa de los discursos, por qué era imposible hace tres días cualquier acercamiento. Entre la tensión y el absurdo debe haber un punto medio, ésa es la cuestión. Y lo que demandaba la política antiterrorista era el acuerdo. Que sigue faltando.
Quizá porque seguimos pendientes de la revolución definitiva que necesita la política española, que es el entendimiento, el acuerdo, el consenso. Aquello que ya advirtió Fernando de los Ríos en las Cortes de la Segunda República: «Reparad, señores diputados, que en España lo revolucionario es el respeto».
Que no todos los asuntos pueden ser objeto de trifulca, porque no sucede así en ninguna democracia asentada. Existe un mínimo común de entendimiento que no puede entrar en la trituradora del partidismo, del interés electoral. La educación, la Defensa, la lucha contra el terror... Sentido común, interés de Estado.
Zapatero y Rajoy han pasado en tres días de la confrontación al absurdo. Y lo que es difícil establecer es qué le hace más daño a la política, si la tensión o la nadería. Son las dos caras de una misma moneda, de una forma de hacer política que tiene que ver más con la apariencia que con los contenidos. Entre la crispación y el absurdo, existe un campo inexplorado. Ésa es la condena.
Etiquetas: Política, Proceso de Paz, Terrorismo
2 Comments:
Yo tampoco entiendo muy bien ha querido popularizar que estamos cerca de una Guerra Civil, eso es una mentira enorme. Ahora parece que por arte de magia llega la distensión, pero es que tampoco antes se iban a comer entre los políticos.
Por lo demás, a mí me parece bastante simpático comentar que la pregunta es absurda... cosas mías.
Saludos.
Esto....Javier, me estas plagiando??.
Jajajaja, es broma. Sin embargo tu articulo y el mio se parecen bastante aunque con 3 dias de dilación, se ve que tu cerebro es algo mas lento...Jajajaja (otra vez broma). Saludos.
http://salvador-el-alcala.blogspot.com/2007/06/ver-para-creer-o-no-creer.html
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