Retórica
El fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Jesús García Calderón, (ese tipo que «lee y hasta escribe», como lo definió alguno de sus colegas para destacar su rareza) ha organizado y celebrado en Granada un ‘Curso de Retórica para Fiscales’ que ha atravesado la actualidad envuelto en un clamor de indiferencia, desapercibido entre el silencio abrumador de lo que no le importa a nadie. Ni cuenta, o sea. Pero es precisamente por esa intrascendencia, por la insignificancia con la que lo ha acogido la actualidad, por lo que tenemos que pensar que el curso era necesario. Que es España, en realidad, la que necesita esa terapia, una reflexión global sobre la retórica.
Sabemos –ya lo apuntó Francisco Ayala– que cada época tiene su retórica, de forma que las palabras acaban dibujando los tiempos de una manera más precisa que cualquier otro registro oral o visual, acaso porque nos transmiten formas y modos, además de contenidos. La educación, la crispación, la vulgaridad... Podrían escrutarse, como arqueólogos de palabras, las hojas de un periódico, las actas del Congreso o las sentencias judiciales para recomponer un tiempo pasado en toda su amplitud, sin recurrir a otras fuentes.
Pues bien, atendiendo a ese concepto grande de la retórica, García Calderón ha reunido a los suyos en la Chancillería, quizá para trasladarles una inquietud, convencido de que no es la mesura ni el rigor el signo de estos días tan revueltos, de estas jornadas de tanta tensión. De ahí que se haya decidido a incluir un curso específico de retórica en los planes de formación de los fiscales, que es como decirles, ‘si usted quiere ser fiscal, lo primero que tiene que hacer es aprender a hablar’. Genial, vamos.
Quienes visiten el blog que este fiscal tiene en internet, ya tendrían noticias de este curso de retórica, porque lo anticipó allí. Contó entonces que lo estaba organizando con el poeta granadino Antonio Carvajal (sigan sumando rarezas) ya que, «ahora mas que nunca, parece necesaria en la sociedad española una retórica para la imparcialidad». Y añadía: «Ha sido Saramago quien ha calificado a este tiempo como la edad de la mentira y tiene mucha razón porque es necesario acudir a una dimensión casi titánica para calificar lo que nos ocurre. Podríamos hablar también, quizá otra tarde, de esta era de los cínicos, una encrucijada de permanente parcialidad que sólo puede conducirnos hacia una ciénaga de fracasos (...) Se trata de una malicia sencilla, formidable y elemental, tan demoledora como el olvido».
Quienes visiten el blog que este fiscal tiene en internet, ya tendrían noticias de este curso de retórica, porque lo anticipó allí. Contó entonces que lo estaba organizando con el poeta granadino Antonio Carvajal (sigan sumando rarezas) ya que, «ahora mas que nunca, parece necesaria en la sociedad española una retórica para la imparcialidad». Y añadía: «Ha sido Saramago quien ha calificado a este tiempo como la edad de la mentira y tiene mucha razón porque es necesario acudir a una dimensión casi titánica para calificar lo que nos ocurre. Podríamos hablar también, quizá otra tarde, de esta era de los cínicos, una encrucijada de permanente parcialidad que sólo puede conducirnos hacia una ciénaga de fracasos (...) Se trata de una malicia sencilla, formidable y elemental, tan demoledora como el olvido».
«Una retórica para la imparcialidad». Será importante hacerse con el texto de la conferencia de este fiscal. Aprenderemos todos y, seguro también, que todos saldremos escaldados. Sólo quienes viven de la retórica se considerarán a salvo, porque ésa es la paradoja de estos tiempos de soberbia. Que la ‘retórica de la imparcialidad’ es un deseo y el deseo, como dice Carvajal, es un agua.
3 Comments:
Muy bonito lo del 'fiscal-poeta', pero al primero que tendría que mandarle García Calderón la conferencia sobre la retórica de la imparcialidad es a dos compañeros suyos, el fiscal general del Estado y ese abencerraje sectario que ahora ocupa el cargo de ministro de Justicia.
Resulta muy loable eso de dar cursos, y de culturizar a la administracion de justicia. Pero abria que ver que el contenido de ese curso porque tal vez sea una retorica ya conocida y tan cara al gobierno: jovenes y jovenas, operadores juridicos o espacio ludico por recreo.
De otra parte dificilmente en el ministerio fiscal cabe la imparcialidad. Es una estructura de poder piramidal, vertical y de obediencia debida y a la cuspide de la piramide, lease fiscal general del Estado lo nombre el gobierno.
Un poner, un periodista Pedro J. Ramirez, director de EL Mundo, estuvo a punto de ser entrullado por el ministerio fiscal, por "revelacion de secretos oficiales", porque publicó aspectos contradictorios del sumario del 11 -M, al mismo tiempo, dos periodicos "de los nuestros". ABC y El Pais, publicaban parte del sumario y no se les molestó a sus respectivos directores.
Vamos, que la imparcialidad del ministerio fiscal hoy dia, es eso, pura retorica.
Enhorabuena por el artículo. Un cordial -y pacífico- saludo.
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