Debilidad
El presidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que sigue en una tournée de despedida, dio ayer en el clavo de lo que está ocurriendo en España. Asegura Ibarra que la situación de la Justicia es insostenible, que no es posible que uno de los pilares del Estado de Derecho, el Tribunal Constitucional, esté herido de muerte como ahora, por culpa de la debilidad del liderazgo español frente a los barones regionales.
Como Joaquín Leguina hace unos días, o Alfonso Guerra, el verano pasado, cuando equiparó la situación española a la desmembración de la Unión Soviética, lo dicho ahora por Ibarra es probable que lo suscriba cualquiera en España. Todos aplaudirían si no fuera por el matiz final: Según el presidente extremeño el liderazgo débil es el de Rajoy y los barones insaciables que han provocado la crisis del Tribunal Constitucional son Arenas y Piqué.
En fin, que este enredo ibarreño, este giro retorcido, es reseñable porque sintetiza bien lo que nos ocurre en España, este sectarismo de partido que ciega cualquier razón en política. Así vamos.
Porque es verdad que la debilidad en el liderazgo en España –el de un presidente obligado a apoyarse en nacionalistas para gobernar– es una de las causas fundamentales de esta alocada carrera reformas de estatutos y es verdad también que no puede concebirse un Estado de Derecho en el que la pugna política vaya y venga del Parlamento a los tribunales sin que se note la diferencia. Sólo por la ceguera anterior de la trifulca política puede un país caminar tranquilamente sobre estas brasas ardientes; el modelo territorial y la Justicia tambaleándose a diario.
En eso, además, que nadie piense que las reformas estatutarias servirán para serenar o clarificar este panorama tan convulso. Cuando se hayan aprobado todas las reformas de estatuto q ue se tramitan, en España seguirán existiendo los mismos problemas territoriales de hace doscientos años y los mismos favores económicos con los que se han acallado siempre esas protestas nacionalistas.
Tampoco habrá una Justicia mejor, sino un alejamiento progresivo del principio constitucional básico de igualdad de todos ante la ley y uniformidad en la aplicación de las leyes. ¿Recuerdan aquello que decían en la Junta de sentencias con «idiosincracia» andaluza... Pues para llegar a esa barbaridad, tanto en el Estatuto andaluz como en el catalán, ya se han puesto los primeros peldaños.
Etiquetas: Andalucía., Autonomías, Ibarra, Justicia
1 Comments:
Si es que siempre se nos olvida que las palabras están al servicio de la política y no al revés. ¿Qué más dará un modelo territorial, o de justicia, que otro? Son sólo palabras. Además, ésto, con un poquito de cintura se arregla la mar de bien. ¿O no?
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