Regreso
Cuando se acercaba el año 2000, invitaron a Saramago a participar, junto a otros nueve intelectuales de todo el mundo, en un encuentro del que tendrían que salir diez grandes ideas para el nuevo milenio. Saramago aceptó participar pese a su incredulidad. ¿Qué ingenuo podía pensar que aquellas ideas iban a servir para mil años, cómo si la vida, con sus problemas y sus esperanzas de siempre, no cambiase a velocidad de vértigo?
El caso es que aquellos escritores y filósofos se sentaron a pensar. Cada uno de ellos iba aportando una idea, un proyecto, como dientes del engranaje del tiempo futuro. Todos recurrieron a las grandes palabras, menos Saramago: «Yo, más consciente de mis limitaciones, propuse regresar a esa cosa tan sencilla, tan estupenda, tan magnífica, tan deslumbrante como es el pensamiento».
Si como admitía el propio Saramago, que tantas otras veces se presta a los fetichismos progres, vivimos en un «desierto de ideas», lo deseable, en efecto, sería volver a los principios básicos, la razón, la ética, el pensamiento. Para los grandes asuntos y para los pequeños, regresemos a lo elemental.
Por ejemplo, para un debate pantanoso en España: la ética en la vida pública, la manga ancha que le aplicamos a todo. Es verdad, como se suele repetir, que «la clase política es espejo de la sociedad de la que emana» y que por aquí cargamos con el peso de una antigua inclinación, la picaresca. La cosa es que nos hemos acostumbrado a que los abusos, grandes y pequeños, formen parte de la política, y no es éste el camino.
Estos días, por ejemplo, se ha conocido un hecho en apariencia intrascendente. La presidenta del Parlamento andaluz decidió hace dos años ahorrarse el dinero del garaje y guardar su pequeño Panda en el aparcamiento de coches oficiales. A nadie se le pasa siquiera por la imaginación, no que la presidenta tuviera que dimitir, ni siquiera que deba dar explicaciones.
Esa es nuestra lógica. Pero tenemos que saber que esto sólo ocurre aquí. Estos días, por ejemplo, en el Reino Unido se ha conocido que la ex ministra de Educación, ahora en otro departamento del Gobierno de Blair, ha llevado a su hijo, que tiene alguna deficiencia, a un colegio privado. Todo el Parlamento, incluidos los laboristas, han reprobado a la ministra: Nadie entiende que quien defiende el sistema público lleve a sus hijos al sistema privado. ¿Cuántos pasarían ese filtro aquí?
En Suecia, en octubre pasado, también se vio abocada a la dimisión la ministra de Cultura porque no pagaba el canon de la televisión pública y otra ministra alemana se marchó, envuelta en el escándalo, porque un día, de compras, pagó en el supermercado los pañales con la visa del Gobierno.
Regresemos, sí, regresemos, aunque quizá en España se trate, más bien, de un viaje inaugural. Como decía mi añorado Felix Bayón, aspiremos a una Dinamarca con buganvillas y jazmines.
Ilustración: Marta Corcho Tarifa Title: Pensamiento
3 Comments:
Que pena de su muerte!. Con la falta que hace gente libre en Andalucía, va y se nos murió uno de los mejores espíritus libres.
Además era un hombre bueno.
Y aunque sea sin buganvillas ni jazmines.
(Total para tener el cardo borriquero como flor nacional...)
Hola Javier!, como no he encontrado ningun contacto e-mail en tu página, pues te escribo un comentario aqui....Es para mi un honor aparecer con una de mis obras en tu blog. He topado por casualidad con tu página y me ha hecho mucha ilusión ver mi obra.
Así que me he dicho hay que ser agradecida y decírselo.
También darte mi página web es: www.martacorcho.com y tengo también un blog donde pongo las novedades y entrevistas:http://www.retazosdeglamour.blogspot.com/
Por si te gustara ver...
Bueno un saludo muy grande y GRACIAS!
MARTA
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