Maletines
Un detallado trabajo de la profesora de la Universidad de Florencia Donatella della Porta sobre la corrupción italiana establece una relación directa entre la existencia de corrupción en política y la implantación progresiva de los políticos profesionales. Debe entenderse, claro, que se refiere a los fenómenos de corrupción más comunes de la actualidad; que ya sabemos que la corrupción de almas y conciencias ha existido desde el principio de los tiempos, que se esconde en los recodos más oscuros del alma humana, como la ambición de poder, el ansia de enriquecimiento o la mera vanidad.
Sobre ese sustento de podredumbre, lo que esta profesora establece es que «la difusión de la corrupción está en interacción con la emergencia de una nueva clase política, los políticos de negocios (...) que pertenecen a los que, según la conocida definición de Weber (1919), ‘viven de la política’ (...) son ‘políticos de profesión’, sobre todo en una acepción del término: políticos que ven en la política un medio de subir en la escala social». Por los casos que se han conocido en España, parece evidente que un porcentaje muy elevado de la corrupción que se ha descubierto aquí tiene su origen en esa nueva clase de políticos profesionales.
No se trata de extender la sospecha sobre todos los políticos que llevan años ocupando un cargo público, sin otra profesión anterior ni perspectiva alguna de volver a la vida privada, pero parece evidente que cuando se comienza viendo la política como un medio eficaz de progresar socialmente, no es raro que alguien piense, además, que la política, el gobierno, le ofrece la posibilidad inmediata de ascender económicamente.
El defecto principal es de concepto; el origen de todo consiste en olvidar que la política es un servicio público, no una profesión. A partir de esa perversión inicial, todo lo demás se explica.
Tanto las ambiciones personales como esa otra forma de corrupción política que tantas veces se ha intentado justificar en Andalucía, las comisiones ilegales que se cobran para el partido.
Sobre las cenizas de Marbella, el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, ha dicho este fin de semana que «se acabaron los maletines y la corrupción». Estas afirmaciones son propias de los excesos habituales de los mítines, en los que este personal parece que le habla a seres de otro planeta, sin el menor conocimiento del paño, con lo que no habría que prestarles demasiada atención.
Ocurre, sin embargo, que cuando esto lo dice un presidente de Gobierno, como Chaves, que ha sido la máxima autoridad urbanística en Andalucía antes, durante y después del desfalco de Marbella, el exceso se convierte en sarcasmo. Y da la sensación, entonces, que en realidad, no se quiere acabar con la corrupción política.
Para acabar con los maletines, primero hay que devolverle a la política su sentido primero, la dignidad que pierde con los ‘políticos de profesión’. Y no parece que sea éste el objetivo.
4 Comments:
¡Mira que son fachas el Weber ese y la Donatella!.
¿Hay datos de cuánto nos cuesta la clase política y asimilados?
Sólo por curiosidad.
Bueno, panduro, datos datos no hay por ahora (a ver si los del Juan de Mariana se animan) pero para que nos vayamos haciendo una idea date cuenta que sólo la campaña del bodrio estatutario andaluz son seis millones de euros del ala. Imagínate qué es lo que nosotros, la gente interactuando, osea el mercado, podríamos hacer con todo ese dinero. Y luego los tíos todavía pedirán más, como si el dinero lo fabricase un fulano en Madrid o algo ... en vez de proceder -como procede- del saqueo a cada uno de nosotros, los ciudadanos, que somos los que realmente producimos la riqueza que los gobernantes dilapidan.
Fin del pilla-pilla presupuestario. Con una buena poda de chiringuitos -quien quiera disminuir la corrupción, lo primero que tiene que disminuir es la regulación y los chiringuitos públicos- y una reforma fiscal en condiciones, esto iba a ir como una bala.
Diario El Pais del 13.01.2007.
Los Maletines de Luis García Montero.
"...Es verdad, tercia otro maletin que quiere pertenecer a un concejal honrado, de los que no se llevan el dinero a su casa, sino que lo ingresan en las arcas del partido."
Para mi, un concejal honrado, jamás cogerá un maletín, ni para el partido ni para nadie.
Aceptar la sola existencia es un fraude al pueblo. Los maletines no pueden , ni deben existir.
¡Dios, que desfachatez!
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