Meteoritos
El personal vuelve de las vacaciones incendiado, como meteoritos entrando en la atsmósfera. Y no puede ser esta aceleración, que así nos va luego. Lo que nos pasa, esa mala leche de todos los cursos políticos y sociales, cuyo inicio hemos establecido en septiembre por mera convención, tiene mucho que ver con el regreso de las vacaciones. Como hoy. O como ayer. Despertarse una mañana empapado en sudor, con este calor pagajoso de septiembre, y comprobar que el despertador no ha sonado. Salir a la calle, con la bulla, y abrirse paso entre los trastos de un tipo que se ha instalado con su órgano en el portal de tu casa, tocando pasadobles. Tan temprano. Y luego la hora punta, y el retraso, que ni un café, y esa euforia laboral exasperante de septiembre, que los jefes llegan como si se hubieran declarado en huelga, pero a la japonesa. Y más calor, ¿lo he dicho ya?, que no hay quien soporte el calor menbrillero de septiembre. Meteoritos, sí, incendiados.
Ya lo explicó hace unos días una investigadora andaluza, Humbelina Robles Ortega, del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada. El 35 por ciento de los trabajadores sufrirá estos días el ‘síndrome post-vacacional’, cuyos síntomas son «el cansancio, la falta de apetito y concentración, irritabilidad, ansiedad, tristeza y pasotismo».
En fin, que la vuelta de las vacaciones no tendría que ser así, que después no hay quien nos entienda como sociedad. En esa charca de angustia cotidiana a la que volvemos, es donde nace el germen de la agresividad que vemos luego en la sociedad y en la política. En vez de palabras, en vez de razones; en vez de diálogo y principios, se imponen, revestidos de agresividad, los discursos al dictado y el sectarismo. ¿Y quién está en condiciones de pararse a pensar en nada?
Contaba una vez Carlos Fuentes que su esposa, la periodista Silvia Lemus, entrevistó al presidente de Venezuela y le preguntó por su libro de cabecera, ya que la lectura diaria del presidente del México era Maquiavelo. El venezolano contestó mejor sería leer El Principito, en vez de El Príncipe.
No es mal consejo. Porque El Principito, en su viaje por los asteroides de la galaxia, deja lecciones para todos. Miren que bien viene, como vacuna de principio de curso, esta visita del Principio al planeta del farolero.
«Cuando llegó al planeta saludó respetuosamente al farolero:
– ¡Buenos días! ¿Por qué acabas de apagar tu farol?
– Es la consigna -respondió el farolero-. ¡Buenos días!
– ¿Y qué es la consigna?
– Apagar mi farol. ¡Buenas noches! Y encendió el farol.
– ¿Y por qué acabas de volver a encenderlo?
– Es la consigna.
– No lo comprendo.
–No hay nada que comprender -dijo el farolero-. La consigna es la consigna. ¡Buenos días!»
2 Comments:
Llegan de vacaciones y entre que se ponen al día y no, pues qué quieres, algo tienen que decir y tiran de manual. Un par de semanas, calculo.
Yo las cojo la semana que viene. (Se siente doña Humbelina)
Javier:
Acaba ya las vacaciones y vuelve con algo de más enjundia. Necesitamos tus comentarios de actualidad política.
Ciudadano
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