Vencejos
Estas tardes de primavera, los vencejos danzan alocados para acompañar el crepúsculo azul y anaranjando de Sevilla. Dicen en esta ciudad, donde el tiempo se mide por los silencios de una tarde de toros y los sobresaltos de azahar por las aceras, que el graznido de los vencejos marca el inicio de la primavera. Ayer, tras varios días de lluvia, revoloteaban alocados. Como de anuncio, sí.
La envidia era la constatación de que la vida sigue su curso, se renueva, mientras que en el pesado artilugio de poder los anuncios se atascan en su propio barrizal. Que nunca es primavera en política, o sea. Tener que oír, por ejemplo, de nuevo, que Andalucía «lidera la investigación con células madre», que es el «referente europeo» y, lo que es peor, «que ha abierto una puerta a la esperanza a muchos enfermos de patologías incurables». La demagogia debería tentarse la ropa cuando crea expectativas falsas en quien padece enfermedades incurables, terminales. Pero ya ven, ni eso. Zapatero y Chaves se pusieron hace unas semanas la bata verde de las simplezas. «Nada puede ser más moral que preservar la salud, curar la enfermedad, evitar el sufrimiento y el dolor», decía Zapatero, como si caminara, salvador, entre leprosos. Se trata de «un salto sin precedentes», dijo el presidente Chaves, con el añadido de los dos huevos duros del anfitrión.
Cuando los dirigentes políticos dicen estas cosas, lo que se espera es que, a continuación, alguien más serio, que no esté metido en la harina de la propaganda, ponga las cosas en su sitio, que atenúe la euforia con la dureza de la investigación, con días y noches de avances y frustraciones. Pero no. A Bernat Soria, el director del centro andaluz de biología molecular, inaugurado recientemente, parecía que le acababan de dar el Premio Nobel de Medicina. «Es la hora de la ciencia, es la hora de Andalucía», dijo el científico. Inefable.
No debe haber un científico en el mundo que se anuncie más que Bernat Soria. Aunque sólo fuera por pudor científico, por su propio prestigio, debería sonrojarse al decir esas cosas. «Es la hora de la ciencia», dice, como si nadie hasta ahora hubiera investigado con células madre. Por reseñar sólo la «referencia europea», Gran Bretaña lleva ya cuatro o cinco años con avances significativos en esta investigación. Y sus científicos, cuando comparecen para informar de sus hallazgos, lo más que alcanzan a decir es que están orgullosos y esperanzados. Pero es que en España, éste de Sevilla es uno de los cuatro centros autorizados para investigar con células madre embrionarias.
En fin, que son éstas tardes de vencejos alborotados. Dicen que estos pájaros tienen tan débiles las patas que, cuando caen al suelo, son incapaces de remontar el vuelo. Porque se alimentan en el aire. Por eso, jamás se posan en la tierra. Ayer, revoloteaban hasta que un cielo rojizo espantó los graznidos. Parecía que se los hubiera llevado el viento frío del anochecer.
3 Comments:
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