El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

01 marzo 2012

Otra mentalidad


La principal ventaja de la protesta contra la Reforma Laboral del Gobierno es, curiosamente, su principal inconveniente. Es decir, la protesta se sintetiza en axiomas tan sencillos y contundentes, verdades tan aplastantes, que al final provocan el efecto contrario al que buscan, la desconfianza. Por ejemplo, esto que se repite a diario: «Si en España hay ya cinco millones de parados, se demuestra que el problema del mercado laboral aquí no es el despido, porque se despide a diario y por miles». ¿Cómo no recelar de una Reforma Laboral que abarate más los despidos cuando ya se despide a los trabajadores aún teniendo que pagarles el doble de lo que se le va a pagar a partir de ahora de indemnización? Ciertamente, si las respuestas hay que construirlas sobre esa lógica, no hay otra conclusión que a la que ya han llegado los sindicatos: la reforma laboral sólo servirá para que los trabajadores pierdan derechos, pero no para crear empleo.

Ocurre, sin embargo, que la realidad es mucho más compleja. Para empezar, el mismo axioma vuelto del revés, nos hará comprender que el único camino que no se debe tomar es el que ya ha fracasado. Es decir, con las reformas laborales precedentes, los índices de desempleo en España siempre han estado muy por encima de sus vecinos comunitarios, incluso en las épocas de mayor bonanza económica. Más paro que en el resto de Europa cuando se crearon cuatro millones de empleos (del 2000 al 2007) y una diferencia temeraria cuando, como acaba de ocurrir, se han destruido casi tres millones de empleos en los últimos cuatro años. Parece evidente, pues, que existe aquí una anomalía en el mercado laboral que no se da en los demás países. ¿Cómo se va a culpar de ese desastre a lo que no se ha experimentado aún?

El segundo problema que tiene el discurso sindical es la población a la que se dirige. Con un treinta por ciento de paro y en un mercado laboral en el que, según la propia UGT, nueve de cada diez contratos que se firman son temporales, de qué pérdida de derechos se va a hablar, si ya se han perdido los más elementales. Para un trabajador, además, el principal problema será siempre el alto índice de paro, no la legislación laboral. Por una sencilla razón, porque también el mercado laboral se guía por las leyes de oferta y demanda. Si el dilema de un trabajador consiste en tener que elegir entre el trabajo que tiene y el paro, el problema lo tiene el trabajador porque el empresario siempre podrá reducirle el sueldo con la certeza de que no se va a marchar. Pero si el dilema del trabajador es tener que elegir entre dos puestos de trabajo, quien tiene un problema es el empresario porque querrá conservar en su plantilla a los mejores trabajadores en las mejores condiciones.

Quiere decirse, en fin, con todo esto que ninguna Reforma Laboral será efectiva en España sin un cambio de mentalidad, en la sociedad y en la clase política. Pensemos, por ejemplo, en aquello de lo que nunca hablarán los sindicatos: Con un sistema más flexible de contratación y de despidos también tendrían que desaparecer, por ejemplo, los altos índices de absentismo laboral que se dan en España y que, sencillamente, son inexplicables. ¿Y la diferencia entre el sector público y el privado, sobre todo las empresas públicas? Que no, que no, que cuando se convierten los problemas en consignas, la tendencia siempre debe ser la de comenzar a sospechar.

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