El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

29 noviembre 2011

Derecho arbitrario



«Ningún hombre es él solo. Cada uno de nosotros somos con otros». Es la primera frase del libro de Derecho Romano de Juan Iglesias que se estudia en las universidades y, para despertar en los alumnos la admiración por el Derecho, quizá no haya mejor expresión que esta invocación a la certeza primera que tiene el hombre: que no está sólo en este mundo, que vive en sociedad y que, a diferencia del resto seres vivos, la convivencia está regulada por un conjunto de normas. «El Derecho hace posible la sociedad, la vida en común, la con-vida, al disciplinar los sentimientos, los quereres, los impulsos de los sujetos». El derecho regula la convivencia y el Estado de Derecho nos garantiza que nadie podrá situarse por encima de las leyes, que el poder supremo de una democracia radica en esa garantía: todos los ciudadanos son iguales ante la Ley.

A veces es preciso rescatar los pilares en los que se asienta nuestra convivencia para, sin imposturas ni exageraciones, concederle a algunos de los episodios de la actualidad la trascendencia real que tienen o que deberían tener. El indulto del banquero Alfredo Sáez y al ‘trato de favor’ a un sobrino de Chaves, condenado por abuso de menores, son dos noticias sobrecogedoras. Primero, por la gravedad de las informaciones en sí y, en segundo lugar, por la digestión inmediata que se hace de ellas, como si tal cosa. ¿Pero cómo vamos a aceptar, sin más, que un Gobierno en funciones indulte a un banquero que, en compañía de un juez corrupto, presentó a sabiendas una denuncia falsa contra unos tipos inocentes, que fueron encarcelados? ¿Por ese delito, una multa? ¿Como si se le hubiera olvidado meter el importe de una conferencia en la declaración de la renta? No, claro que no; como han resaltado las asociaciones judiciales, se trata de un exceso inasumible del Gobierno, que pisotea al Tribunal Supremo y que nos insulta a todos los ciudadanos; a todos los que formamos parte de esta sociedad, a todos lo que queremos vivir en una sociedad en la que nadie está por encima de la ley. Si el Derecho hace posible la sociedad, la arbitrariedad y el trato de favor, la parcialidad en la ejecución de las sentencias, destroza la idea misma de esa sociedad civilizada porque la devuelve a la ‘ley de la selva’, el imperio del más fuerte, del más poderoso. Y la sociedad española, y la clase política, ha digerido ese engrudo con la mayor tranquilidad: ya nadie habla de Alfredo Sáez.

El mismo manto de silencio que ha sucedido a las revelaciones sobre el sobrino de Manuel Chaves, beneficiado misteriosamente por un trato de favor que es probable que nunca, jamás, se le haya concedido a un recluso de sus características. ¿Con una condena firme de cárcel por abuso de menores y el precedente de una condena anterior por exhibicionismo se le concede el tercer grado penitenciario nada más solicitarlo? ¿Y sin haber abonado, si quiera, la sanción económica que se le impuso? No, que no, que no se trata de una forma de proceder normal por la sencilla razón de que en las cárceles debe haber cientos de presos con delitos menores a éste que llevan meses y meses tramitando el tercer grado.

«Pura monstruosidad es un Derecho abstracto, dirigido a hombres también abstractos. Desdibujados quedan el Derecho, el hombre y su vida en las hinchadas y coloristas formulaciones de laboratorio», añadió Juan Iglesias. Una monstruosidad mayor debe ser un Derecho arbitrario.

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