Visionarios
Hasta hace muy poco, los andaluces arrastrábamos por el mundo una penitencia que nos unía como hermanos de sangre. Todo era pisar un metro más allá de Despeñaperros, y nada más reconocer el acento andaluz, el personal se quedaba esperando un chiste, una exageración o un ‘ozú, mi arma’ para batir las mandíbulas con una carcajada. Es así, siempre ha sido así y. lo que es peor, siempre ha habido andaluces dispuestos a alimentar ese tópico. Con lo cual, qué le vamos a hacer; si no eres gracioso, si no vas de gracioso, parece que no eres andaluz. Incluso es peor: si eres andaluz y no sabes contar un chiste, te conviertes directamente en un sieso, un desagradable, un desaborido. Y como la humanidad se divide en dos, aquellos que recuerdan los chistes que les cuentan y aquellos a los que se nos olvidan siempre, si has tenido la desgracia de caer en el segundo grupo y, además, eres andaluz, ya no habrá remedio para tu desgracia social. Eres un andaluz sospechoso.
Pero eso, ya digo, era hasta ahora. Desde hace unos meses, sorprendentemente, lo primero que le piden a un andaluz fuera de Andalucía ya no es que cuente un chiste sino que diga qué va a ocurrir en las elecciones andaluzas. Sí, es así. Por otra parte es normal: esta es la primera vez en treinta años que las noticias políticas de Andalucía abren periódicos nacionales con lo que, para muchos, es como un descubrimiento, un hallazgo, el elefante que parecía dormido, eternamente dormido, de pronto se ha levantado. «¿Qué va a pasar en las elecciones, va a ganar Arenas?» Hacen la pregunta y, por mucho que cueste creerlo, al menos el que suscribe prefiere contar un chiste: «No tengo ni puñetera idea», respondo siempre, con lo que la sospecha de andaluz desabrido se acrecienta irremediablemente, ahora con tintes de profundo desconocimiento de la realidad política.
De poco sirve esbozar una teoría del desconcierto grande que existe por aquí, de la imposibilidad de prever lo que puede ocurrir cuando, hace tan sólo tres años, el PSOE volvió a ganar por mayoría absoluta y a cualquiera que hubiera sugerido que el PP se colocaría en la mayoría absoluta en las encuestas (lo que significa que el PSOE cae veinte puntos en los sondeos desde las últimas elecciones) lo hubieran tomado por un pirado.
Entre otras cosas porque, en Andalucía ya se han dado situaciones similares a las de estos días. Hace veinte años, la realidad política se parecía mucho a la de ahora: división interna en el PSOE y grandes escándalos de corrupción en su entorno. Al unísono, estalló en Andalucía el ‘caso Juan Guerra’ y a Borbolla lo apearon de la presidencia de la Junta. ¿Y qué ocurrió? Pues que el electorado premió al nuevo candidato socialista, Manuel Chaves, sin vinculación alguna con Andalucía, con su primera mayoría absoluta. Ahora, vuelve a repetirse la historia: botan al presidente de la Junta, se genera una fuerte división interna en el PSOE por el enfrentamiento entre sectores y todo ello se envuelve en una espiral de escándalos, nepotismo y corrupción. ¿Volverá a ganar el PSOE otra vez? La respuesta es compleja porque existe un factor nuevo, inédito en la política andaluza: la descomposición evidente del PSOE como organización. Y ante ese fenómeno nuevo, desconcertante, cualquier vaticinio es mera especulación. Nadie sabe dónde acaba el hundimiento del PSOE, ni si ese trasatlántico puede salir a flote.
Antes, a los andaluces, nos pedían un chiste y ahora nos exigen una predicción de las elecciones. Chistosos y visionarios. Joder, qué difícil es ser andaluz…
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