El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

23 febrero 2011

Los prejubilados



La chirigota se anticipó a los tiempos. “Prejubilao, prejubilao, y de Cádiz, qué mas quiero, carajo”. Fue en el 2007 y el tipo de la chirigota era la de “trabajadores felizmente prejubilados”. La prejubilación como el estado ideal del hombre, el súmmum. La quintaesencia del Estado del Bienestar. "De repente una mañana en mi empresa... Cuatro kilos de momento y cobrando el cien por cien. No me lo pensé dos veces: dime donde hay que firmar... Recurrí a los temblores y empecé a hacerme el cojo; con el ruido del pecho y estando un poquito sordo no iba a haber problema. ¡Ya no me interesa trabajar, hasta aquí hemos llegado! ¡Qué feliz y que contento voy a estar prejubilao! Sólo quiero disfrutar y vivir la buena vida. ¡Qué feliz y que contento voy a estar prejubilao!"

Lo que no sabíamos entonces es que los prejubilaos, en realidad, no eran sólo una chirigota; que no, que los prejubilados eran una cofradía o una legión. Los prejubilados eran el mayor negocio en la tierra del paro, que pocas actividades habrá que hayan generado setecientos millones de euros en siete años. Los prejubilados eran una realidad, picaresca fuera de concurso, el chollo de la segunda modernización; la bicoca del sueldo vitalicio sin haber trabajado jamás; el sueldazo orientado a los amigos, a los colegas del partido, a los familiares. Si aquí se le canta al pelotazo de la prejubilación, cómo iba a extrañarse nadie de que la administración pusiera todo su esfuerzo en buscar empresas para venderles expedientes de regulación de empleo. Como el otro día, cuando en el periódico llamaron a uno de los intrusos de esa trama, y el tipo, ufano, no le encontraba sentido alguno a la polémica. “¿Sabe usted que está incluido en el ERE de Saldauto?” “Sí, y qué”, responde el tipo. “Bueno, a parte de que usted nunca ha trabajado en esa empresa, nada más”. Y el intruso, con la mayor naturalidad, comienza a relatar entonces que como no pudo beneficiarse del ERE en la empresa en la que estaba de sindicalista, la Junta lo metió en otro distinto. “¿Y qué?”. Pues eso. “¡Qué feliz y que contento voy a estar prejubilao!"

Esla prejubilación como destino, como futuro, como hace unos días en Linares: se presenta un plan de 790 prejubilaciones y la Junta hace propaganda en la zona con un cartel significativo: “Linares futuro”. ¿Cómo Linares futuro? ¿A qué puede aspirar una sociedad que celebra las prejubilaciones? No hay lunes al sol porque no hay espera, ni ambición, todos los días es sábado por la tarde, dos mostos en el casino, unos cacahuetes en la barra, y déjate de política, que todos son iguales. “Linares futuro” se llama el plan masivo de prejubilaciones, y hasta tres consejeros acudieron a celebrarlo con esa ciudad que, hasta ahora, no tenía otra esperanza, otro motor, que la continuidad de Santana. ¡Por fin se ha cerrado la empresa, todos a cobrar de las prejubilaciones!

Qué pena que este año, que están de moda las falsas prejubilaciones, en el Carnaval de Cádiz no le dediquen un repertorio entero al escándalo. Claro que, a lo mejor, hay muchos que no le ven ni el sarcasmo ni la novedad por ningún lado. Para qué irritarse con lo que todo dios ansía. “Prejubilao, prejubilao, y sin haber trabajao, qué más quiero carajo”.

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