El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

08 febrero 2011

Más que pillos



Saber engañarse bien es la primera cualidad del político. Pessoa lo sabía bien porque mantenía una displicente distancia de la política y, sobre todo, porque su reino, que era el de los poetas y el de los filósofos, se había adentrado tanto en la crudeza de la vida, que es la crudeza de la sencillez y del desgarro, de lo simple y de lo inextricable, que seguro que le fue muy fácil comprender la vacuidad de la política. Lo que ya no se sabe bien es si la primera cualidad es el autoengaño o si, por el contrario, el político llega al autoengaño por obligación, por sometimiento. Eso que llaman disciplina de partido.

Observarán al respecto que en todos los escándalos políticos que han surgido en Andalucía, la clase política gobernante ha reaccionado siempre de la misma forma: “esto es cosa de tres o cuatro pillos”. Nadie sabía nada, nadie conocía nada, nadie sospechó lo más mínimo porque sólo se trataba de “tres o cuatro pillos” (aquí, por cierto, se vuelve a entroncar con la condescendencia que se le tiene a la picaresca, el tratamiento liviano de los ladrones). Puede ocurrir, incluso, que en determinadas denuncias, la corrupción, aún a sabiendas de que no es cierto, pueda camuflarse de esa forma porque, en realidad, la trama sólo afecta a unas pocas personas. Pero no es el caso, no. Lo primero que se olvida con facilidad es que las prejubilaciones falsas son sólo una parte del escándalo, pero de ninguna manera la fundamental. Lo esencial es que todo un Gobierno, esquivando cualquier legalidad, decide ocultar al control público los fondos destinados a sanear empresas mediante prejubilaciones. Ese proceder, el ‘fondo de reptiles’ de setecientos millones de euros, es el escándalo político ante el que estamos. Lo sabemos bien cuando es el actual consejero de Empleo el que afirma que “desde que llegó al cargo todo se ha hecho conforme a la legalidad”. Exacto, pues justamente lo de antes es lo que hay que investigar: la ilegalidad de 700 millones de euros empleados de forma arbitraria y discrecional, fuera de la ley.

En éste, como en otros escándalos precedentes de cobro de comisiones ilegales, lo primero es la creación de una red organizada por la que transita el dinero público sin control. Ese es el fondo de reptiles. Lo que viene luego, como una degeneración del propio sistema corrupto, es que tres o cuatro tipos, de los que trabajan en esas alcantarillas, decidan un día comenzar a desviar a sus propios bolsillos una parte del dinero que fluye entre sus manos. Esos son “los tres o cuatro pillos”. En este escándalo interesan los unos y los otros. Y las explicaciones que ya debería haber comenzado a ofrecer el presidente de la Junta de Andalucía es por qué, con él en el Gobierno, primero en el control del presupuesto y luego como presidente de la Junta, se ha ideado un sistema para escamotear con control público setecientos millones de euros. De poco le servirá esta vez el autoengaño

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