Generación Brackets
Eres como aquella canción de Hilario Camacho, ‘Cuerpo de Ola’, sólo que ya han cambiado los tiempos, por mucho que entonces, cuando se murió el dictador, a todos nos parecía que los veinte años abrían la puerta de la adolescencia y descorrían las cortinas de la madurez. “Tienes ya veinte años, cuerpo de ola/ y tu padre no quiere que salgas sola”, cantaba Hilario Camacho y, ya ves, ahora suena hasta ridículo, trasnochado, que un padre pueda decirle a su hija de veinte años que no quiere que salga sola, que “te cortejan hombres por los senderos/ y tu padre no quiere que hables con ellos”. Suena de otro tiempo, de otra era, aunque entonces aquel cantautor formaba parte de la apertura, de lo nuevo, de lo que habría de venir, y ahora ni está Hilario Camacho en este mundo ni las chicas de dieciséis o diecisiete años permiten que sus padres le digan nada cuando salen de botellona.
La frontera de la adolescencia y de la madurez ya no está en los veinte años, no, y ese cambio impuesto por las costumbres, que no sabemos si está bien o está mal, habremos de asumirlo como ley de vida o como una batalla perdida con el tiempo. Con tus dieciséis o tus diecisiete años, hoy vas de nuevo al instituto, revuelo de faldas y mochilas en las aceras que conducen al centro. Y mientras todos relatan sus aventuras del verano, vas pensando en la tortura de la clase, en la pesadilla del año pasado, en el infierno de voces en las clases de matemáticas, en la insoportable grosería de las clases de filosofía, cuando el grupo de alumnos de siempre se burlaba del profesor. Te decían tus profesores que aguantaras, que ninguno de aquellos alumnos resistiría un año más en el bachillerato; que se irían y dejarían la clase en paz. Pero luego, al final de curso, has visto cómo les aprobaban las asignaturas, con un trabajo, con un examen de preguntas conocidas, anunciadas, y temes que, otra vez, otro año más, el infierno vuelva a repetirse.
Vas camino del instituto, cuerpo de ola, y siento que hay mucha gente que puede verse atrapada en la inconsistencia de estos tiempos que adelantan la madurez y relajan la educación; entre la vulgaridad de este sistema educativo y el desapego vertiginoso de la obediencia familiar; entre la falta de educación y la indisciplina. Sí, es verdad. Pero lo más injusto de todo es considerar a todo el mundo igual. Hoy vas camino del instituto, con los brackets y los libros, y he pensado en esa injusticia de generalizar. Porque no todos los jóvenes son de una generación perdida, que estáis muy lejos de ser nada en el futuro que ahora se os abre. La ‘generación ni ni’ no pertenece a tu universo. Sois minoría, como los brackets, un veinte por ciento de la adolescencia dicen que los lleva, y sólo con el sacrificio de soportar esa tortura dental, podéis inaugurar una generación nueva. La más formada, la más fuerte, la más responsable, la más libre. Contra viento y marea, la ‘generación brackets’.
2 Comments:
Javier, anula -o activa- el corrector automático del Word: "de lo que abría de venir".
Hola, me ha encantado esa mirada a un pasado cuya huella Hilario dejó en Cuerpo de Ola.
Con tu permiso, llevo el enlace a la página POR UNA CALLE EN MADRID PARA HILARIO CAMACHO a la que espero que vengas también y suscribas el Manifiesto y que desde tu blog convoques a todos esos entrañables amigos de Hilario.
http://www.facebook.com/group.php?gid=101382023256423
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