El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

27 agosto 2010

Trasbaraka



Al final de una cena, mientras los demás se han levantado a la cocina a buscar los postres, el comensal de mi izquierda, me da un leve tirón de la camisa, y se acerca a mi oído: «Estoy preocupado, ¿sabes?; mi mujer cada vez odia más a Zapatero. No es normal, o sea, porque ella es muy razonable y siempre le ha tirado más la izquierda, se cabrea cuando ve algunas cosas pero sin sacar las cosas de quicio. Y lo que le está ocurriendo con Zapatero no es normal; es que lo escucha en la radio, y baja el sonido, sale en la televisión, y cambia el canal… ¿A ti qué te parece?»

Volvieron los demás de la cocina y la pregunta se quedó ahí, en el aire. Me encogí de hombros y sólo pude susurrarle que, como fenómeno sociológico, como fenómeno político, su mujer no es ninguna extraña, porque el presidente Zapatero ha experimentado en los últimos años una conversión política que le ha llevado a simbolizar el extremo opuesto de lo que antes representaba. Cuando se le ha preguntado al personal directamente, como hizo el Magazine de EL MUNDO a principios de mes, la gente coloca a Zapatero y a varias de sus proyecciones políticas (Leire Pajín, Bibiana Aído), entre las diez personas más odiadas de España, junto a los zutanos y perenganos de la telebasura. Y cuando el Centro de Investigaciones Sociológicas o el Instituto de Estadística de Andalucía ha preguntado por la valoración del gobierno, lo que se mantiene inalterable es el porcentaje en aumento de los que rechazan la labor del gobierno de la nación.

Tanto es así que, en Andalucía, después de treinta años de hegemonía socialista, ninguna de las encuestas que le dan la mayoría al Partido Popular se pueden explicar si no se atiende al sesenta o setenta por ciento de electores que afirman que están en contra del Gobierno de Zapatero. Por sí solo, el cansancio del electorado andaluz por tantas décadas de gobierno del PSOE no es suficiente para desbancar a los socialistas del triunfo electoral. Así ha sucedido, de hecho, hasta ahora: cuando se le preguntaba a la gente si consideraba bueno un cambio político en Andalucía, contestaba afirmativamente la mayoría, pero el Partido Popular no era capaz de aglutinar ese desencanto. Hasta ahora. Ayer, al ver la foto de Zapatero y Griñán en La Moncloa pensaba que el rechazo a Zapatero unido a la irrelevancia electoral de Griñán es el mayor problema al que se ha enfrentado nunca el PSOE.

¿Qué es lo contrario de la baraka? Sabemos que la palabra procede del árabe y sirve para designar la virtud o el don divino que se atribuye a los jerifes, descendientes del profeta Mahoma, y que esa virtud la transmiten con su bendición. Cuando Felipe González la incorporó al lenguaje político español, aplicada a Rodríguez Zapatero, el don divino de la baraka era, en realidad, un don electoral, y la virtud profética que se le atribuía era la de sortear y salvar con piruetas inimaginables las situaciones más complicadas. Baraka es en político sinónimo de ganar en las circunstancias más adversas porque, de repente, todo se pone de cara. Lo contrario, pues, de la baraka sería el gafe, pero el gafe tiene unas connotaciones peyorativas y personales que hacen indeseable el uso de la palabra. Concluyamos, pues, que Zapatero, como ahora representa lo contrario de lo que significaba, se ha instalado en la trasbaraka. Y no sabe salir de ahí.

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