Vagos
Como el economista Francisco Ferraro tiene la gran ventaja de que no lo van a crucificar por lo que diga, el pasado domingo dejó en una entrevista con EL MUNDO algunas reflexiones que, en boca de otros, ya hubieran desparramado un tonel de tinta inflamada de ira, una tormenta furiosa de babas. ¿Qué escándalo hubiera montado el PSOE si alguien distinto a Ferraro, que es la cuota de independencia que permite el régimen andaluz, le da por decir que ya está bien de seguir financiado a vagos en las universidades andaluzas? Vagos, eso dijo. Y añadió: «Es la demagogia del gratis total».
Porque Ferraro no hablaba de estudiantes esforzados, de jóvenes de clases deprimidas que alternan la universidad con un trabajo. No hablaba de una sociedad humilde y trabajadora, que lucha por salir del subdesarrollo y mantiene la Educación en un pedestal de consideración y de respeto. No hablaba de una universidad pujante, de la que brotan generaciones de profesionales cualificados. «De nuestras universidades no emana una capa dirigente, una elite». Ferraro hablaba de una sociedad pervertida por las subvenciones y de una administración atrofiada: más funcionarios que la media española para gestionar unos servicios públicos que, sin embargo, no son mejores que en otras regiones. Y en ese contexto, la Universidad andaluza.
Dice Ferraro que es partidario de establecer un sistema de copago en las universidades para acabar con el despropósito de esos tipos que se pasan seis o siete años para acabar una carrera. «Aquí y ahora pagamos a vagos en las universidades subvencionadas». Niños de papá, clases medias adineradas, que no tienen otro horizonte en su agenda más allá de la próxima barrilada. La paradoja que destaca es reveladora: Estudiantes vagos que se eternizan en la universidad gracias a que los financia con sus impuestos un obrero con su mono de Fasa Renault. «Es absolutamente impresentable».
Cuando una sociedad suprime el esfuerzo de su escala de valores, cuando anula el principio de autoridad desde la escuela y margina el mérito en el sistema educativo, lo normal es que el fruto inmediato sea éste. Vagos viviendo del presupuesto universitario mientras escasean las becas y se racanea con los proyectos de investigación. Y si sucede todo ello no es por la mala gestión de las universidades, sino porque ese estado de cosas forma parte del sistema. Cuando se habla de clientelismo en Andalucía, de dependencia, el error está en pensar que lo fundamental son los subsidios y las ayudas públicas. Es peor esta dependencia. «Este tipo de ignorantes, todos ellos con derecho a voto, se opondrán probablemente a las reformas necesarias que impliquen algún sacrificio y secundarán a los demagogos paraísos gratuitos o la revancha brutal de sus frustraciones a costa de cualquier chivo expiatorio». Lo escribió Fernando Savater en su libro sobre ‘El valor de elegir’. Los vagos encajan en el sistema justamente por eso, porque en su ideario nunca estará la inquietud de mejorar ni la duda que surge de la comparación. Comodidad.
Etiquetas: Andalucía, Economía, Universidad
6 Comments:
Pues yo creo Javier que, sin contradecir lo que escribes ni lo que dice el Prof. Ferraro, a los políticos les es muy cómodo dejar hacer en la Universidad con la excusa de la Autonomía. El Sr. Zapatero lo ha aprendido muy bien, que los Rectores hagan lo que les de la gana, él no se mete, que recuerda como le fue a la Ministra del Castillo. Es muy recomendable la lectura del libro del Prof. Sosa Wagner, El Mito de la Autonomía Universitaria, para entender mejor la "peligrosísima" situación en que se encuentra la Universidad en España.
De acuerdo con el artículo, pero el problema viene de antes. La Universidad se ha convertido en un Instituto-bis donde están aparcados muchos alumnos que creen tener derecho a un título, eso sí, sin esfuerzo de ningún tipo, ni económico ni académico: igual que como han accedido a ella. No son conscientes del coste de su educación, del mismo modo que los usuarios de la sanidad pública y tantos otros servicios tampoco lo son.
Hola Sr. Caraballo.
Yo soy uno de esos vagos que tardó seis años en hacer una carrera de cinco. Es más, antes de licenciarme por primera vez lo intenté en una titulación distinta y fracasé. Sí, fracasé. Pero ese nefasto sistema me dió otra oportunidad y supe aprovecharla.
Jamás en mi vida saqué un 10. Aquéllos con los que estudiaba y lo conseguían despertaban en mí una mezcla equimolecular de envidia y admiración. Mi frustración llegó a tales cotas que terminé por preguntarle a mi profesor de Analítica de la Facultad de Química de Sevilla qué había que hacer para llegar a la perfección académica. Gustavo, que así se llamaba, me miró condescendiente y me dijo: "tranquilo, Ángel, el futuro es de los mediocres".
Tenía dos opciones, tomármelo como un insulto o como un mensaje de ánimo. Y como siempre me ha gustado pensar que las botellas por la mitad están medio llenas, me quedé con la segunda. Pasados unos cuantos años he comprobado personalmente que no le faltaba razón a aquel profesor que fue el primero en demostrarme que la química puede ser divertida (y eso tiene mérito, créame). A medida que he ido avanzando en mi carrera profesional he visto a muchos compañeros que son auténticos portentos de inteligencia natural, pero que cuando llega la hora de transmitir esos conocimientos y hacerlos asequibles a chavales de quince años muerden el polvo del fracaso.
Hace tres años, el destino quiso brindarme la posibilidad de volver a la Universidad para estudiar lo que siempre quise: periodismo. Y gracias a ese horroroso sistema subvencionador de las administraciones pude hacerlo con el único coste de mi esfuerzo y el tiempo que tuve que robarle a mi familia.
Sí, según el profesor Ferraro fui uno de esos "tipos" que, en su primera juventud, tuvo dudas, acusó el cambio que supuso salir de casa cada domingo con las maletas llenas de fiambreras con comida para toda la semana y soportó mal la presión de no defraudar a unos padres casi analfabetos que lo apostaron todo por la educación de sus hijos.
Pero, afortunadamente, como le digo ahora a muchos de mis alumnos, las cosas no son como empiezan, sino como terminan.
Estoy de acuerdo con que habría que mejorar muchos aspectos de la Universidad española. Y sí, he visto a algunos de esos vagos a los que ser refiere Ferraro, vagos que, por cierto, tienen que pagar el doble o el triple por sus matrículas cuando repiten asignatura y que pierden el derecho a ser becados. Pero vagos a los que, como a mí, quizas el sistema público universitario pueda proporcinarles una segunda oportunidad.
Un saludo.
Ángel Ceballos
http://sanlucarenladistancia.blogspot.com
http://laprimeraenlafrente.blogspot.com
P.D. Si tiene oportunidad, salude al Sr. Herrera y a D. Pepe Fernández de parte de un sanluqueño que aprendió mucho de ellos. Gracias.
La matrícula de un alumno universitario no llega a pagar el 20% del coste de su enseñanza, menos aún en las carreras de ciencias. Súmele becas y otras ayudas. Habría que ser más selectivo en la admisión y permanencia en la universidad.
No he oido a nadie quejarse por que no le admitan en un centro de alto rendimiento deportivo.
El señor Curro Ferraro, que fue, por cierto, Secretario de Economía de la Junta, es un parásito de la teoría y más amigo de la subvención y la mamella de lo que deja ver en sus palabras. Es de esa subespecie que los economistas de verdad llamas 'tontoporciento'. Siempre me he hecho gracia que vaya de enfant terrible pero no me creo ni media palabra. Si lo dijera otro... todavía, pero diciéndolo él... ¡¡por Dios!!
Este articulo parece estar escrito a botepronto y sin reflexion.
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