El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

20 febrero 2008

Suspense



La colección que se anuncia en EL MUNDO sobre Alfred Hitchcock incluye en su promoción la famosa definición del director de Psicosis sobre el suspense. «Imagine un hombre sentado en el sofá favorito de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de estallar. Él lo ignora, pero el público lo sabe. Esto es el suspense». Es muy probable que lo que se está viviendo estos días en muchos despachos de Cajasol se parezca bastante a esta sensación. Todo el mundo sabe que hay una bomba bajo el sofá del ex presidente de El Monte José María Bueno Lidón, y todo el mundo la observa. Pero el suspense del que hablaba Hitchcock no está ahí sino en la sospecha de que otros que ahora están mirando a Bueno Lidón, acusando a Bueno Lidón, también están sentados en sus despachos sobre una bomba y no lo saben todavía.

Que no es Bueno Lidón el único protagonista de este escándalo de El Monte. De ahí que existan tantas dudas. La primera, desde luego, es por qué se vende a bajo precio. ¿Es una decisión consciente e interesada, acordada con el beneficiario, o se trata de una mera torpeza, una negligencia? La respuesta es crucial. Mala gestión o corrupción. No existen más alternativas. Es verdad, como muchos soplan al oído, que una mala operación, es torpeza o mala suerte, pero es muy difícil explicar tantas operaciones de venta a bajo precio. Es verdad, pero el camino judicial de la corrupción es tan contundente como simple. Exige pruebas. Y nada de eso existe. De momento.

Ocurre, además, que en el caso de que la Fiscalía Anticorrupción decida actuar y este asunto llegue a los tribunales, el ex presidente de El Monte, al que todo el mundo observa sentado sobre la bomba, no es quien adopta las decisiones, que todas se aprueban en un consejo de administración. Ayer, un tipo se hacía la siguiente pregunta. «¿Algún consejero de El Monte ha hecho constar en las actas su desaprobación con esas operaciones?». No, claro. Ya sé, como apuntan estos días algunos consejeros, que aprobaban las operaciones con la información engañosa y manipulada que les hacían llegar. Sí, de acuerdo, pero, una tras otra, cómo es que nadie sospechara nada.

Les ocurre como a Griñán, el consejero de Economía: Si no existiera, el resultado sería el mismo. Como de vacaciones, pero en el despacho. Y dice que la Junta no podía actuar. ¿De verdad que no existía ningún resquicio legal para actuar? ¿Para qué se dotó la Junta de una Ley de Cajas, con un amplio régimen sancionador? ¿De verdad que ni una sola de las sanciones que se contemplan en esa ley y cuya ejecución es obligación de la Junta de Andalucía son aplicables a este escándalo? ¿Ni siquiera cuando se vulnera de forma reiterada el deber de veracidad, contemplado en la ley andaluza?

Estos días todos miran la cara de Bueno Lidón en el periódico. Tiempos felices en El Monte. Sonriente, relajado en su sillón, sin saber que la bomba estaba debajo. Pero ése ya no es el suspense. Si seguimos a Hitchcock, otros muchos deberían de mirar esta misma mañana debajo de su sillón.

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