Proyecto vital
Soñó que se colaba en el Palacio de la Moncloa. Y delante del presidente, le decía sin pensarlo: “Presidente, que se me ha jodido el proyecto vital”. Y a Zapatero, entonces, se le saltan dos lágrimas.
Llegó al Palacio una de estas tardes diminutas, aprovechando que el crepúsculo creaba un laberinto de sombras en el camino que conduce hasta la casa del presidente. Recorrió el sigiloso el paseo en el que los árboles han unido sus copas, como dándose las manos, formando una bóveda de ramas y hojas secas hasta llegar casi a la puerta de la casa del Presidente. La puerta estaba abierta y nadie vigilando. “Así de confiado es el presidente”, pensó. Y se coló hasta el salón de las visitas, de pie delante de la puerta, con el bolso colgado del brazo, el pelo recogido en una cola, los labios levemente pintados, unos vaqueros y una camisa blanca. Zapatero estaba sentado el brazo de uno de los sillones laterales, Chaves estaba semihundido en el sofá blanco del centro, con un puñado de papeles al lado, y Blanco se perdía a través de la ventana con un jardinero que podaba un seto de enebros, que al él debió parecerle una metáfora del partido, por la igualación y el corte implacable de las ramas que sobresalen. Jardineros del poder.
“Presidente, que se me ha jodido el proyecto vital”. No fue una frase cualquiera; yo sabía, de hecho, que el presidente iba a llorar a moco suelto en cuanto lo oyera. Esa sensibilidad la tiene Zapatero desde pequeñito. Antes, sus amigos se burlaban de él, pero ahora que ha llegado a presidente hasta lo cuenta en las entrevistas. “Lloré cuando se aprobó la Constitución y cundo ganó Felipe en 1982 y una de las cosas por las que lloré fue porque pensé que en este país ya no volvería a haber más mujeres que tuvieran el destino vital de mi madre. ¿Cómo es posible que hayamos vivido en un país en el que se condenaba hasta hace poco a las mujeres a prácticamente no tener derechos sociales, a no poder abrir ni una cuenta corriente?”. Y Zapatero lloró. Cuando la Constitución del 78, él acababa de cumplir los 18 años, pero ya tenía esa sensibilidad de gobernante comprometido. “Progresista, claro”, como dice él.
Fue así, con esas dos lágrimas recorriéndoles las mejillas, como pudo seguir el sueño. “Mi proyecto vital se ha ido al carajo porque ha subido de golpe el pan, la leche, el pollo, las pastas, las verduras y los huevos. Han subido las tres comidas que hace una. Hasta la latita de mejillones del piquislabis. Y una que ya andaba estrecha para llegar a fin de mes con la subida de la gasolina y de las hipotecas, qué quiere que le diga, presidente, pues que llevo dos letras de atraso y me han embargado la cuenta corriente. Por eso me he acordado de su madre, por lo de la cuenta corriente. Que no hay derecho. ¿Y qué pasa ahora con mi proyecto vital?”
Desayunando en el bar, le contó a un camarero su sueño. “Anda, Carmen, anda, qué ocurrencias tienes, si esos no saben ni lo que cuesta un café…”
Llegó al Palacio una de estas tardes diminutas, aprovechando que el crepúsculo creaba un laberinto de sombras en el camino que conduce hasta la casa del presidente. Recorrió el sigiloso el paseo en el que los árboles han unido sus copas, como dándose las manos, formando una bóveda de ramas y hojas secas hasta llegar casi a la puerta de la casa del Presidente. La puerta estaba abierta y nadie vigilando. “Así de confiado es el presidente”, pensó. Y se coló hasta el salón de las visitas, de pie delante de la puerta, con el bolso colgado del brazo, el pelo recogido en una cola, los labios levemente pintados, unos vaqueros y una camisa blanca. Zapatero estaba sentado el brazo de uno de los sillones laterales, Chaves estaba semihundido en el sofá blanco del centro, con un puñado de papeles al lado, y Blanco se perdía a través de la ventana con un jardinero que podaba un seto de enebros, que al él debió parecerle una metáfora del partido, por la igualación y el corte implacable de las ramas que sobresalen. Jardineros del poder.
“Presidente, que se me ha jodido el proyecto vital”. No fue una frase cualquiera; yo sabía, de hecho, que el presidente iba a llorar a moco suelto en cuanto lo oyera. Esa sensibilidad la tiene Zapatero desde pequeñito. Antes, sus amigos se burlaban de él, pero ahora que ha llegado a presidente hasta lo cuenta en las entrevistas. “Lloré cuando se aprobó la Constitución y cundo ganó Felipe en 1982 y una de las cosas por las que lloré fue porque pensé que en este país ya no volvería a haber más mujeres que tuvieran el destino vital de mi madre. ¿Cómo es posible que hayamos vivido en un país en el que se condenaba hasta hace poco a las mujeres a prácticamente no tener derechos sociales, a no poder abrir ni una cuenta corriente?”. Y Zapatero lloró. Cuando la Constitución del 78, él acababa de cumplir los 18 años, pero ya tenía esa sensibilidad de gobernante comprometido. “Progresista, claro”, como dice él.
Fue así, con esas dos lágrimas recorriéndoles las mejillas, como pudo seguir el sueño. “Mi proyecto vital se ha ido al carajo porque ha subido de golpe el pan, la leche, el pollo, las pastas, las verduras y los huevos. Han subido las tres comidas que hace una. Hasta la latita de mejillones del piquislabis. Y una que ya andaba estrecha para llegar a fin de mes con la subida de la gasolina y de las hipotecas, qué quiere que le diga, presidente, pues que llevo dos letras de atraso y me han embargado la cuenta corriente. Por eso me he acordado de su madre, por lo de la cuenta corriente. Que no hay derecho. ¿Y qué pasa ahora con mi proyecto vital?”
Desayunando en el bar, le contó a un camarero su sueño. “Anda, Carmen, anda, qué ocurrencias tienes, si esos no saben ni lo que cuesta un café…”
5 Comments:
0 comentarios....por algo será Javier, por algo será. Quizá sea, digo yo, que te volviste un poco cansino.
Salvador he visitado tu Blog, para ver cuantos comentarios y visitas tenias tu. Sin comentarios.
Bueno, un solo comentario: Creo que para dar lecciones a los demas hay que tener como respaldo algo más que las descalificaciones. Y me he dado cuenta de que cada vez que entras en este blog es para descalificarnos a quienes opinamos o al autor del Blog.
En mi opinión, y siempre al amparo de la libertad de expresión, entiendo que este periodista carece de la profesionalidad y dignidad necesarias para ser considerado como tal. Sus inestables y politizados criterios hacen de sus publicaciones dignas merecedoras de ser ignoradas. Además, en la mayoría de los casos, además de carentes de fundamentos, sus noticias carecen de sustento por falta de investigación. En definitiva, resulta cansinas, aburridas e ilusorias.
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