El Blog de Javier Caraballo

Javier Caraballo es periodista de EL MUNDO. Es redactor Jefe de Andalucía y autor, de lunes a viernes, de una columna de opinión, el Matacán, sobre la actualidad política y social. También participa en las tertulias nacionales de Onda Cero, "Herrera en la Onda" y "La Brújula".

15 octubre 2007

Excelencia


El profesor Francisco Sosa Wagner sostiene con sorna en su reconocido libro sobre “El mito de la autonomía universitaria” que, de todos los males que aquejan a la universidad en el mundo, al menos los españoles contamos con la ventaja de que, a diferencia de otros países, el diagnóstico aquí es más fácil de establecer. “El camino a seguir –sostiene Sosa Wagner- es bien fácil para nosotros: justo el contrario del observado hasta ahora, que ha sido el de las reformas repentinas, veraniegas y aplicadas por igual y a la vez a todas las universidades, grandes o pequeñas, añejas o noveles, del sur o del norte, técnicas o humanísticas”.

En otros apartados del libro, Sosa Wagner destapa las muchas falacias que se esconden bajo del mítico enunciado de la autonomía universitaria y que, sin embargo, sólo han servido de excusas para que las universidades se conviertan en centros cada vez más endogámicos, dominados por clanes, en los que la calidad del profesorado y del alumnado se deteriora de forma irreversible. Por eso, muchas veces, reformar supone regresar. Y cuando Sosa Wagner habla de emprender el camino contrario, está abogando por devolver a la Universidad algunos conceptos esenciales como el del mérito y la excelencia. “Regada y abonada la planta trepadora de la igualdad, la medianía tiene a apoderarse y a enseñorearse del edificio en su conjunto taponando todos sus respiraderos. Se instaura así la dictadura de la mediocridad. Todos los estudiantes son iguales, también todos los profesores y todos los centros. Es indiferente estudiar aquí o estudiar allá, es indiferente ser un profesor reconocido por sus publicaciones o descubrimientos, que un quídam rutinario o entregado a actividades burocráticas”.

Lo curioso del deterioro de la enseñanza en España es que, se pregunte a quien se pregunte, entre los catedráticos de mayor prestigio no existen dudas sobre cuáles son los males. Al leer estos días a Sosa Wagner recordé una entrevista a Manuel Olivencia, en octubre de 2005, en la que también alertaba de la pérdida “del sentido elitista que toda educación debe tener”. Y añadía: “La igualdad en la educación es la igualdad en el punto de salida, como los atletas. Igualdad en el derecho de la Educación y en las oportunidades. Pero la educación, por definición, tiene que ser una selección de los mejores, no puede consistir en cortar la cabeza de los que sobresalgan".

Se ha sabido ahora que la Universidad de Sevilla le ha mandado a Olivencia un escrito denigrante en el que, de dos patadas, le comunica el “cese automático” como profesor emérito. La Universidad de Sevilla se excusa con la aplicación de decretos ministeriales y formalidades laborales. No se enteran. Que quien pierde es la Universidad, su prestigio, no Olivencia ni ningún otro emérito como él. Pierde la calidad, pierden los alumnos. Otro hachazo al árbol de la excelencia. No se enteran, no.

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