Islamofobia
Como el ministro Moratinos se aventuró a anticipar que las conclusiones de la ‘Conferencia sobre Intolerancia y Discriminación hacia los musulmanes’, celebrada en Córdoba, serían tolerantes y positivas, cuando finalmente llegó el comunicado, a nadie debió sorprender que la Declaración final incluyera la firme defensa de los derechos y libertades... en los países democráticos que acogen a colonias de inmigrantes musulmanes. De lo que no se dice nada es de la necesidad de defender esos principios en los países islámicos, en las dictaduras teocráticas islámicas y en las democracias como Marruecos que siguen vulnerando derechos fundamentales del ser humano.
«Diálogo intercultural e interreligioso, respeto y entendimiento mutuos, defensa de los derechos humanos y de libertades fundamentales», pero en este lado; defensa de la democracia en los países que son los únicos garantes de esta democracia, imperfecta e insustituible. Ésa es la paradoja, la lógica retorcida de la Alianza de Civilizaciones, la de pensar que las reticencias a la cultura islámica nada tienen que ver con los excesos del islamismo sino con los prejuicios históricos de todo el que no profesa esa religión. Ni el terrorismo religioso que alimentan los líderes fundamentalistas islámicos, ni la brutal represión de otras religiones en países islámicos, ni la humillante postración a la que se somete a las mujeres, ni las reiteradas amenazas terroristas de reconquista de Al Andalus, ni la falta de libertades, ni la persecución y muerte de los homosexuales, ni la existencia de costumbres bárbaras como la ablación o la venta de hijas para el matrimonio. Por lo visto, nada de eso provoca islamofobia en Occidente, sino los prejuicios históricos. Todo está en nuestro subconsciente racista.
Quien mejor expresó todo esto fue la directora general de la Casa Árabe, Gema Martín, que situó «el primer momento de intolerancia de la civilización occidental en la expulsión de los moriscos y de los judíos de Al Andalus». Ése es el primer episodio de intolerancia, vale. ¿Y qué ocurrió antes en España? ¿Cómo conquistaron la tierra desde los fenicios hasta los visigodos, el Imperio Romano y las primeras legiones musulmanas? Pues nada, a pesar de la Historia, la islamofobia es un sentimiento «inconsciente»: «Muchas personas tienen actitudes y discursos de raíz intolerante contra los musulmanes a pesar de que no existe la conciencia de que lo son», dice la directora.
Quien mejor expresó todo esto fue la directora general de la Casa Árabe, Gema Martín, que situó «el primer momento de intolerancia de la civilización occidental en la expulsión de los moriscos y de los judíos de Al Andalus». Ése es el primer episodio de intolerancia, vale. ¿Y qué ocurrió antes en España? ¿Cómo conquistaron la tierra desde los fenicios hasta los visigodos, el Imperio Romano y las primeras legiones musulmanas? Pues nada, a pesar de la Historia, la islamofobia es un sentimiento «inconsciente»: «Muchas personas tienen actitudes y discursos de raíz intolerante contra los musulmanes a pesar de que no existe la conciencia de que lo son», dice la directora.
A partir de ahí, nos tendrá que parecer normal que el ministro de Justicia vea el peligro de un nuevo Holocausto en el exterminio de los islamistas, como si Ben Laden fuera un líder religioso del Vaticano, y hasta que la Comisión Islámica considere «un derecho» que los musulmanes puedan rezar en la Mezquita de Córdoba, como si la libertad religiosa estuviera amenazada en España, no en Irán o en Turquía.
A fuerza de banalidades y de esconder los problemas, conseguirán que la islamofobia sea una realidad. Lo único que no dicen es que el Islam pacífico sólo está a salvo en estas democracias imperfectas.
Etiquetas: Alianza de Civilizaciones, Inmigración, Islamismo
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