Narcisos
Somos felices, qué le vamos a hacer. Acaban de publicar otra de esas encuestas sobre el estado de ánimo de los europeos, y los españoles, como suele suceder, despliegan su optimismo sin rivales. Los más optimistas con el presente, los más optimistas con las perspectivas económicas, los que más confían en la Unión Europea, los que están más agradecidos con las ventajas de la incorporación y los que intuyen mejores expectativas para el futuro. Es más, la gente está tan contenta que el último Eurobarómetro señala que aunque la mayoría de los españoles, casi un setenta por ciento, ya sostiene que está bastante satisfecho con su vida, todavía piensan (en un 43 por ciento) que el año que viene les irá todavía mucho mejor.
Algo, de todas formas, está ocurriendo porque los españoles más optimistas están en el norte y en el centro, mientras que los más pesimistas están en el sur. Ortega, en su abrupta ‘Teoría de Andalucía’, afirmó que nadie podía llegar a entender el alma andaluza sin reparar en la vejez de esta tierra, “el pueblo más viejo del Mediterráneo, más viejo que griegos y romanos”. Y añadía: “Lo admirable, lo misterioso, lo profundo de Andalucía está más allá de esa farsa multicolor que sus habitantes ponen ante los ojos de los turistas. Porque es de advertir que el andaluz, a diferencia del castellano y del vasco, se complace en darse como espectáculo a los extraños (…) Esta propensión de los andaluces a representarse y ser mimos de sí mismos revela un sorprendente narcisismo colectivo”.
A parte de otras desmesuras, lo que, desde luego, le falló a Ortega en aquella Teoría fue el pronóstico porque, queriendo ver todo lo bueno de España de Despeñaperros para arriba, pronosticó que “no hay probabilidad de que nos vuelva a conmover el cante hondo, ni el contrabandista, ni la presunta alegría del andaluz. Toda esta quincalla meridional nos enoja y fastidia”. ¿Qué diría Ortega, al ver esta España en la que los andaluces son los menos optimistas? ¿Volvería a culpar de todo a la cultura andaluza, a su influencia e identificación con toda España a lo largo de la historia?
Somos felices, en todo caso, y lo más llamativo es que, objetivamente, ni siquiera nos hacen falta muchos motivos. Por ejemplo, los datos que está ofreciendo el Banco de España. Es la primera vez que la morosidad de las familias en España es superior a la morosidad de toda la industria productiva del país. Y lo peor es que es la subida de las hipotecas, que es una parte esencial de ese endeudamiento familiar, la que está llevando a ese incremento imparable de la morosidad, casi un cincuenta por ciento más en los últimos doce meses.
Decía Ortega que “La vida es primeramente un conjunto de problemas esenciales a que el hombre responde con un conjunto de soluciones: la cultura”. Ahora sólo falta ponerle apellidos a nuestra cultura. ¿Narcisismo podría valer? ¿O es mejor el optimismo antropológico del que hablaba Zapatero?
2 Comments:
Yo creo, Javier, que la sociedad española vive anestesiada, o en todo caso prefiere mirar hacia otro lado con la que está cayendo. Afortunadamente creo que pronto vuelve Mercedes Milá con su grupo de retrasados metidos en una jaula.
Como bien apuntas, ironías aparte, resulta sorprendente el optimismo de los españoles, cuando la situación económica pinta cada vez peor. En mi opinión el problema radica en que somos un país cada vez más inculto, más ignorante y, por tanto, más manipulable. Basta con ver los gobernantes que tenemos.
Un saludo
Fernando Solera
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