Portugal
Romualdo Salazar tiene un piso en Sevilla que acaba de poner en venta. Piensa Romualdo que, si las cosas le salen bien, de aquí a un par de años estará viendo en Portugal. Con su familia. Con sus hijos. Fuera de España. Romualdo Salazar es un tipo complejo, alambicado, retorcido. Muchas veces me enfado y le regaño con severidad. “Es una estupidez pensar que España no tiene remedio. España es como el casco antiguo de sus ciudades. Como esos callejones pequeños, altos, retorcidos y oscuros. No existe la línea recta ni la planificación medida del espacio. Siempre ha sido así y asombrarse ahora es una bobada”.
Pero antes de acabar la frase, ya sé que se ha perdido. Sueña con Lisboa, con los tranvías circulando por calles estrechas y empinadas, con el olor a mar que le recuerda el sueño de América, con una plaza llena de palomas y un monumento a los conquistadores que se exhibe orgulloso. Sueña con un país satisfecho de su historia. Sin disputa de lenguas. Admirado de sus poetas, de su música. “Portugal –me dice- es un país pobre y sosegado. No padece este delirio de nuevo rico de España, porque eso es lo que somos, nuevos ricos. Y en los bares y en los mercados, en las conversaciones del tranvía o en las tertulias de la radio, los portugueses hablan pausado de su vida cotidiana. No inflaman la atmósfera con el fuego de enfrentamientos fratricidas”.
“Pasará”, le digo. Llegará un momento en el que cada pieza encaje en el puzzle, aunque ahora nos parezca imposible. No tiene más remedio que ser así, siquiera porque, llegados a un punto, el colapso de este disparate nos devuelva a la racionalidad. Tiene que ser así, claro, aunque sólo sea porque no se puede vivir sin esperanza.
Ni siquiera le consuela la evidencia de que la España de hoy no es la del 36, que nuestra integración en la Unión Europea y en la Alianza Atlántica hace imposible pensar en una tragedia o, incluso, en la independencia de Cataluña o del País Vasco. “El enemigo de un español es siempre otro español”, dice recordando a Manuel Azaña, al final de la Guerra Civil, en uno de aquellos memorables discursos que llenaban las plazas de toros. “España es el único pueblo de Europa capaz de clavar en su cuerpo su propio aguijón”. Lo dijo Azaña, sí.
Antes de marcharse, ha tomado de su cartera un libro de historia de España y lo ha abierto por una página del final. Ha leído unos versos de Miguel Hernández: “Un fantasma de estandartes/ una bandera quimérica/ un mito de patrias: una/ grave ficción de fronteras”. Romualdo Salazar es un tipo curioso. Decepcionado de ser español. También eso está en la historia. Romualdo es, en fin, una inquietud verdadera con un nombre falso.
6 Comments:
Es verdad, lo que Romualdo siente está en nuestra Historia. No es nada nuevo. Y pienso que ojalá todos fuesemos más Romualdos y tuviesemos más conciencia de lo que nos duele (aunque sin irnos todos a Lisboa, claro, que los portugueses no tienen la culpa de nada).
Lo que no tengo tan claro es que sea nuestra integración en la U.E. o en la OTAN lo que hace imposible pensar en una tragedia. Yo confío más en otra cosa: cada uno, individualmente, vivimos muy comodos, con nuestros cochecitos, nuestros chandals de los domingos, la cervecita viendo el futbol en pantalla plana... en esas condiciones a nadie se le pasa por la cabeza, ni remotamente, echarse al monte.
Y, por cierto, magnifico blog. Gracias.
Afortunadamente, en Europa disfrutamos de libre circulación entre los ciudadanos de la UE por todos los países, así que el que quiera marcharse a Portugal lo tiene muy facilito. No es necesario amenazar a nadie mas, como hace, supongo que sin querer, la niña que riega la albahaca. Yo creo que en ESpaña se vive muy bien, que estampos atravesando uno de los mejores momentos de la historia reciente y que, recelos de la derecha a parte, ninguna de los pronosticos catastroficos que se hicieron se estan cumpliendo. Dijeron que con Zapatero la economia se vendría abajo, que Cataluña se independizaria de España y que ETA, por la debilidad del gobierno, cobraria mas fuerza que nunca. Lo lamento, amigos y amigas, pero afortunadamente para los que seguimos creyendo en España nada de esto ha sido asi.
Atentamente,
Honorato.
Estimado Caraballo:
Creo que ver a Anguita le ha inspirado esta columna.
Hay mucho de sentido común y su personaje parece sacado de un cuento hispanoamericano. Preciosa columna y muy humana. Romualdo representa lo decadente por eso le gusta Lisboa y es que en el fondo no somos tan diferentes de nuestrosa vecinos como nos creemos.
Gracias por literatura en vena. Y al que no le guste que no mire.
Saludos.
Querido amigo Javier: te agradezco de corazón el matacán que me dedicas. Pocos saben que Romualdo Salazar soy yo, ese personaje pesimista y retorcido al que, sencillamente, le duele España.De nada sirven tus consejos de buen amigo, siempre bienintencionados y positivos, para quien sólo desea, como escribió Gil de Biedma, "...en un pueblo junto al mar,/poseer una casa y poca hacienda/ y memoria ninguna. No leer,/ no sufrir, no escribir,no pagar cuentas,/ y vivir como un noble arruinado/ entre las ruinas de mi inteligencia". No hay bálsamo para quien solo aspira a esta "vita beata".En espera de tu visita a mi casa de Portugal,para que allí, bajo la higuera, confundidos con el mar y con el vino, hablemos y hablemos del amor, las mujeres, los días y las noches... y también de España y de los españoles,(¡qué mala patria y qué pésimos los españoles!),un abrazo de tu amigo Rafa.
Pd. Tráete a Teresa y a la Gálvez, que están bastante más buenas que tú.
Esas alusiones a la Gálvez son ambiguas. ¿A qué Gálvez? Las dos que conozco están de muy buen ver...
Estimado Romualdo o Rafa:
Soy un usuario/a habitual de este blog. Si lees el comentario anterior al tuyo felicito a Caraballo por darnos literatura en vena, aunque por eso me critican en este blog, pero cada uno sigue al columnista a su manera(como Sinatra). Pero he alucinado cuando te has hecho presente porque eres un personaje real y no ficcionado como pensaba, con lo cual la calidad literaria de tu amigo Caraballo baja en creatividad. Ja, ja! es broma. Me produce mucha curiosidad poder conocerte sobre todo porque además de decadente y otras cosas también eres un cachondo porque...¡vaya PD! Así que si vienes por nuestra pésima patria dímelo mediante este blog y ya encontraremos la forma de comunicarnos en persona. Juro que soy una persona normal, ja, ja!!
Al columnista no lo conozco personalmente, sólo lo leo, pero ya me pica la curiosidad porque tanto tú como otros amigos habláis muy bien de él y eso me hace pensar que tiene que ser un buen tipo, ¿no?
Saludos.
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